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Gabriella Campbell (Página 2)

Los Sims para escritores: The Novelist

AutorGabriella Campbell el 16 de septiembre de 2013 en Divulgación

The Novelist

Para aquellos de nosotros que alguna vez nos hemos dedicado a intentar juntar palabras de una manera estéticamente placentera (otra cosa muy diferente es que lo consigamos o no), la experiencia de juego en el renombrado mundo virtual de Maxis, Los Sims, solía tener una dirección inequívoca: queríamos ser escritores (o pintores, por aquello de decorar la propia casa y ahorrar dinero para luego gastarlo en televisiones de plasma o lámparas de colorines). En las primeras versiones del juego lo más parecido era elegir la profesión de periodista, y mejorar las posibilidades de ascenso practicando la escritura, pero en las entregas más recientes uno puede, si le dedica el suficiente tiempo y ahínco, subsistir gracias a los derechos de autor. Como sería de esperar, cuantos más libros se escriban y más deje de lado el sim sus otros intereses y obligaciones, mejores serán los libros y más derechos de autor obtendrá (ojalá fuera así de sencillo y rentable en la vida real, ¿verdad?). Es decir, que si en vez de salir a trabajar o dedicarse a conocer a los vecinos y a tener ñiqui ñiqui (sic) con su pareja o amante, el sim se concentra en escribir como un poseso, puede amasar una pequeña fortuna en regalías y desbloquear diversos logros. No obstante, con un poco de atención a lo básico: amor, amigos, familia, esto era perfectamente alcanzable, sin tener que perder por el camino todo lo que no fuera la vida profesional del escritor obsesivo.

Aunque el funcionamiento no es muy distinto, el enfoque del esperado videojuego The Novelist es bien diferente. Aquí te la juegas por completo: si te niegas a ir con tu esposa al entierro de su abuela para poder quedarte en casa trabajando en la gran novela americana (o lo que sea), podría ser la gota que colma el vaso en vuestra desesperante relación: tu mujer podría coger los bártulos y marcharse. Del mismo modo, si no le prestas la suficiente atención a tu hijo pequeño, este podría convertirse en un criminal en potencia. En The Novelist, las decisiones simuladas van mucho más allá de si tirar o no tirar de la cadena del váter. Más aún, como espectador omnisciente, eres una especie de entidad fantasma dentro de la vivienda, y deberás tener mucho cuidado de no asustar a los habitantes, aunque podrás saber qué piensan e influir en cómo actúan.

Como deja bien claro su creador, Kent Hudson, se trata de un juego sobre prioridades. En el fondo podría haber sido sobre un empresario, una escultora o un bailarín. El objetivo es elegir: ¿qué es más importante para ti? ¿Es alcanzar tu sueño, tocar el éxito, o ser un padre o una madre de familia ejemplar? ¿A qué debes dedicarle más tiempo, a tu vida social, amorosa, familiar o laboral? Si trabajas lo suficiente, obtendrás en el juego una novela superventas; pero si dedicas el suficiente tiempo a tu familia, llenarás sus vidas de amor y felicidad. También podrías tener a una familia más o menos satisfecha y un libro más o menos rentable. ¿Es mejor la mediocridad, y tener un poco de todo en un dorado término medio, o el triunfo absoluto, aunque implique sacrificar partes muy importantes de tu vida? Estas son las preguntas que Hudson quiere que nos hagamos con su juego. Y el resultado de la narrativa del juego provendrá de las decisiones que realiza el narrador principal: el jugador. Hudson busca mezclar el medio literario y el del videojuego con acierto, y para finales de verano estará disponible para PC; veremos si lo consigue o no. El producto responde, según contó el propio creador, a una decisión que él mismo tuvo que tomar, tras trabajar durante más de una década para grandes industrias del videojuego, sin sentir que consiguiera nada que mereciese realmente la pena para él (aunque ha colaborado con franquicias como BioShock o Deus Ex). Decidió que quería hacer algo que realmente contara, crear lo que él quería crear, aprovechar al máximo su vida. Y precisamente de eso va este juego de novelista, de qué es realmente lo importante para el escritor y, en última instancia, para cualquier persona.

Cruce de medios: personajes de televisión que leen (II)

AutorGabriella Campbell el 13 de septiembre de 2013 en Divulgación

Sawyer leyendo

En la primera parte de este artículo empezamos a hablaros de personajes de series de televisión que eran, de forma bastante evidente, amantes de la lectura. Os traemos en esta segunda parte otra incursión en el mundo de los personajes ficticios que gustan de un buen libro.

Os hablamos ya de Lisa Simpson, de Rory Gilmore y de Stringer Bell, y de páginas web que se dedicaron a recopilar todos los títulos que caían en sus manos. La serie Perdidos, que tuvo un seguimiento descomunal, también atrajo a un buen número de libroadictos, siempre pendientes de qué títulos aparecían en la serie. Estos surgían sobre todo de Sawyer, a quien se le veía con frecuencia tumbado sobre la arena con un libro en las manos, pero no era el único personaje que leía, lo que dio lugar a que la wiki de la serie enumerara todos los títulos que aparecieran en pantalla , ya fuera de forma directa o indirecta. La serie tiene una larga lista de guiños a grandes clásicos de la literatura, desde Alicia en el país de las maravillas a Las crónicas de Narnia o Rebelión en la granja. Algunas de las referencias, como frases citadas de El señor de las moscas, son inevitables, dado el argumento de la serie.

Otro personaje cuyos gustos literarios han dado bastante que hablar, aunque la serie todavía no es muy conocida en nuestro país, es Piper Chapman, la protagonista de Orange is the New Black (El naranja es el nuevo negro). Basado en un libro que narra la experiencia real de una mujer de clase medio-alta que pasa un año de su vida en la cárcel por un crimen que cometió hace diez años, la guapa, educada y rubísima Piper tiene que aprender a manejarse en el entorno hostil de un centro penitenciario, donde dedica gran parte de su tiempo libre a ponerse al día con su lista de Amazon. Por supuesto también existe un tumblr donde se recopilan los títulos que leen tanto Piper como sus compañeras convictas. Algunas de sus lecturas más comentadas han sido Perdida (de Gillian Flynn), de la que la protagonista dice que es casi buena y los libros de recetas que adornan las estanterías de su cocina en algún flashback de su vida de mujer libre (sí, en serio, hay quien se fija en esas cosas). Era inevitable también que se hiciera mención a la popularísima Cincuenta sombras de Grey, cuando una de las prisioneras se queja de que no está en la biblioteca del centro, y el consejero le asegura que no vamos a subvencionar literatura erótica.

Aunque es más difícil encontrar listas o referencias de libros que están leyendo, hay otros personajes a los que solemos ver con libros en general. Sabemos que Richard Castle (Castle) lee bastante, que Tyrion Lannister los utiliza para afilar su mejor arma: su mente (Juego de tronos), y que Brian Griffin (Padre de familia) devora todo tipo de novelas, sobre todo para evitar tener que ponerse a trabajar con la suya propia. ¿Qué otros personajes de televisión conocéis aficionados a la lectura? Esperamos vuestros comentarios.

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Cincuenta sombras de Grey
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Cruce de medios: personajes de televisión que leen (I)

AutorGabriella Campbell el 9 de septiembre de 2013 en Divulgación

Lisa Simpson y la lectura

No sé a vosotros, pero a mí (y a demasiados teóricos, críticos y analistas culturales) me encanta la intertextualidad. Los guiños, las referencias, las alusiones. Y cuando para ello se entrecruzan distintos medios, diferentes formas de arte, es mucho más divertido.

Uno de los cruces que más popularidad ha ido adquiriendo en los últimos años ha sido el de la literatura y la televisión. Por supuesto, ahí están series basadas en libros, incluso libros basados en series. Pero vayamos más allá. ¿Qué hay de los personajes ficticios, creados para televisión (o tal vez personajes literarios, adaptados para la pequeña pantalla) que a su vez son consumidores de literatura? Ya hemos hablado de personajes de libros que leen; a continuación analizamos algunos de los más interesantes dentro del mundo de las series de televisión:

1. La primera tenía que ser, por supuesto, Lisa Simpson. Ya hemos mencionado en alguna ocasión los gustos literarios de la jovencita más lista de Springfield, pero hay quien lo lleva mucho más lejos. Aquí tenéis un tumblr que se dedica a analizar todo lo que lee Lisa, desde Asterix a Dostoyevski o Gore Vidal (y de ahí la genial frase de Lisa, quejándose de su escasa vida social y amorosa: ¿Amigos? Mis únicos amigos son adultos como Gore Vidal, y hasta él ha besado a más chicos de lo que haré yo jamás).

2. Otra de las más conocidas es Rory Gilmore, una de las dos protagonistas principales de Las chicas Gilmore. Cada vez que aparecía Rory en pantalla los espectadores sabían que un libro no andaría lejos, y su lista de lectura es larguísima (se estima en 339 libros). La comunidad del anillo de Tolkien; 1984 de Orwell; Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt; Expiación, de Ian McEwan, La conjura de los necios de John Kennedy Toole… Podéis ver una lista completa aquí: http://thenovelworld.com/the-rory-gilmore-book-list/ Los gustos literarios de Rory obtuvieron tal seguimiento que en la edición estadounidense de lujo de la serie para DVD incluyeron una lista de referencias para los aficionados.

3. Otro famoso aficionado a la lectura era Stringer Bell, el archiconocido mafioso y narcotraficante interpretado por Idris Elba en la serie de la HBO The Wire. A pesar del tipo de negocios en los que se mueve Bell, su actitud es muy diferente a la de los otros cabecillas de la droga; parecería que se ve a sí mismo como un empresario y a la vez un líder, y lee obras como las Reglas de orden, de Henry M. Robert o La riqueza de las naciones, de Adam Smith. Su cultura e inteligencia lo convirtieron en un personaje adorado por el público, y el enemigo más digno de McNulty, el gran antihéroe de la serie. No hay duda de que otros libros agresivos para grandes empresarios, al estilo de El arte de la guerra de Sun Tzu, estarían también en su estantería.

En la segunda parte del artículo hablaremos de otros personajes de series de televisión aficionados a la lectura en general, y a los libros en particular.

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Adam Smith
Fiódor Dostoyevski
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Gore Vidal
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1984
El arte de la guerra
Expiación
La comunidad del anillo (El señor de los anillos I)
La conjura de los necios

Publicado después de morir

AutorGabriella Campbell el 3 de septiembre de 2013 en Divulgación

Salinger

Una de las grandes noticias recientes en el mundo literario ha sido el rumor de que próximamente se publicarán obras desconocidas de Salinger, aquel escritor estadounidense que se hizo conocido por su novela El guardián entre el centeno. Salinger capturó las mentes de incontables adolescentes, que veían algo de sí mismos, aunque fuera mínimo, en la perspectiva del protagonista, Holden Caulfield. Según un documental y un libro que aparecerán en breve (ambos titulados Salinger), el autor dejó instrucciones en su testamento para que se publicaran ciertas obras suyas a partir del 2015. Estas serían varios relatos, una novela y una novela corta, además de un libro relacionado con la filosofía hinduista vedanta, en la que siempre estuvo muy interesado. Por otra parte, el documental y el libro mencionados (ambos compañeros), ofrecerán información muy reveladora acerca de la vida de este escritor, que siempre fue muy celoso de su intimidad.

Es curioso pensar que uno de los actos más importantes de la gran representación de un autor pueda ocurrir una vez este ya no esté con vida para presenciarlo. Quién puede olvidar el caso concreto de The Quarry, la última novela de Iain Banks, que tiene como protagonista a un personaje enfermo de cáncer terminal, idea que desarrolló en la obra aun antes de saber que él mismo también moriría de cáncer, apenas unos meses después. La salida del libro ha sido un evento agridulce para sus aficionados, felices por tener una obra más del escritor en sus manos, y a la vez desolados por su pérdida.

Como era de esperar, incluso las novelas inconclusas son aprovechadas por las grandes editoriales cuando sus joyas favoritas pasan a mejor vida. Esto mismo ocurrió con Latitudes piratas, de Michael Crichton, autor de superventas como Parque jurásico, que fue descubierta por su ayudante entre los archivos de su ordenador tras su muerte. Y ahí tenemos otras grandes sin terminar, como El rey pálido de Foster Wallace. En ocasiones las editoriales asignan autores especializados para terminar las obras incompletas (como ocurrió con Crichton y, por ejemplo, con la saga de La rueda del tiempo de Robert Jordan).

También hay casos en los que las editoriales ignoran una obra, el autor se hace famoso, muere, y alguien aprovecha la coyuntura para publicarla. Sucedió con La abadía de Northanger, de Jane Austen. Fue la primera novela que terminó (aunque ya había empezado a trabajar con las conocidísimas Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio). Fue comprada por una editorial londinense, que nunca la publicó. El hermano de Jane, Henry Austen, se la compró a su vez a la editorial de vuelta (por la misma suma), unos años más tarde. Como Jane publicaba de manera anónima, la editorial desconocía el tremendo éxito que ya había obtenido la autora. La autora la revisó, con intención de conseguir que se publicara, y al poco tiempo falleció. Fue su hermano Henry el que la sacó a la luz tras su muerte, y quien le otorgó su título actual.

¿Qué otros libros póstumos os llaman la atención? ¿Conocéis más historias curiosas sobre obras que han aparecido tras la muerte de su autor? Esperamos vuestras aportaciones en los comentarios.

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J. D. Salinger
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Michael Crichton
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Nuestros monstruos favoritos (II)

AutorGabriella Campbell el 30 de agosto de 2013 en Divulgación

Miedo a los payasos

En la primera entrega de esta serie hablamos de los monstruos literarios que más nos gustan, aquellos que nos hacen temblar pero a la vez emocionarnos, y de distintos puntos de vista relacionados con las representaciones clásicas de criaturas de pesadilla. Hablamos de Frankenstein, de la bestia revivida cuyo nombre acabó asociándose al personaje que lo trajo de regreso de la muerte.

La siguiente bestia terrible de la lista es el payaso. La coulrofobia, el miedo irracional a los payasos, existe. Suele atribuirse al maquillaje excesivo que oculta la identidad de la persona, pero al mencionar la palabra payaso en un artículo sobre monstruos, todos habéis pensado en el mismo: en Pennywise, la pesadilla andante que creó Stephen King para It que a muchos nos ha perseguido desde que tuvimos el libro en nuestras manos (o desde que vimos la película, con aquella interpretación magistral de Tim Curry). Pennywise puede adoptar la forma que desee, ya sea aquella que seduzca a sus víctimas, para conseguir que se acerquen a él, o aquella que les produzca más miedo, para deleitarse con su terror mientras los devora. Y está claro que King sabía lo que se hacía al utilizar la figura del payaso para su representación más común: es a la vez una entidad que se asocia a algo atractivo (diversión, fiestas, risas) y a algo terrible (no hay más que ver los dientes que le asoman y el maquillaje repugnante que le cubre todo el rostro, donde sobresalen unos horribles ojos amarillos).

Es muy probable que de esta fuente bebiera Clown, el hediondo payaso demoníaco bajo el que se camufla Violator, uno de los antagonistas principales de Spawn, en el cómic del mismo nombre. El enviado infernal adopta esta forma que tan bien le sienta: su personalidad entre traviesa y directamente malvada se combina con un gusto por lo morboso y obsceno, con un aspecto físico descuidado y grotesco. No obstante, este personaje, a pesar de su asquerosidad y sadismo evidente, es, de una forma extraña, carismático y atractivo. Más que terror produce un asco indulgente. En ocasiones sirve incluso de contrapunto cómico, al burlarse del siempre atormentado y melodramático engendro protagonista. Un papel similar es el que ocupa el Joker clásico de los cómics de Batman, otro payaso maléfico que, según el dibujante y guionista, puede hacernos reír o estremecernos de miedo. El oscuro adversario interpretado por Heath Ledger en la película de Nolan bebe de las interpretaciones de Frank Miller y Alan Moore, entre otros, para pasar de gamberro adorable a psicópata de pesadilla, un agente caótico malvado que gusta de torturar, matar, hacer explotar cosas y volver a sus enemigos tan locos como él.

Pero Pennywise no fue el primer payaso temible. Muy anterior es la figura del bufón asesino, que ya utilizó Edgar Allan Poe en su cuento Hop-Frog, donde un enano convence a su rey y a parte de la corte de que se disfracen de orangutanes encadenados, para luego colgarlos de un gancho y prenderles fuego. Maquillaje, sonrisas y bromas pesadas: los ingredientes perfectos para una historia de miedo.

¿Y vosotros? ¿Hay algún payaso que os haya quitado el sueño? Esperamos vuestras respuestas, como siempre, en los comentarios.

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Nuestros monstruos favoritos (I)

AutorGabriella Campbell el 28 de agosto de 2013 en Divulgación

Monstruos

Los monstruos, o cualquier criatura que concibamos como terrible, deforme, extraña y malvada (o, en cualquier caso, lo suficientemente caótica como para causar maldades) son seres que han fascinado al hombre desde siempre, y esto se ha reflejado, como era de esperar, en la literatura universal. Muchos provienen de nuestros miedos atávicos (la bestia que se esconde en la oscuridad, donde no podemos verla, aquella que nos clavará garras y colmillos mientras dormimos; surgen de lo desconocido, de la enfermedad, la muerte y la podredumbre) y se actualizan, poco a poco, para adaptarse al tiempo y a sus nuevas exigencias de representaciones de entidades de destrucción. Así, podemos encontrarnos con monstruos clásicos, cuya leyenda nos persigue desde épocas antiguas (la banshee, el vampiro, el hombre lobo, el fantasma) o monstruos actualizados (el supervillano que busca dominar el mundo o acabar con la humanidad, el alienígena repulsivo y homicida, el asesino en serie). La literatura parece cada vez más interesada en describir a monstruos realistas, presentes entre nosotros (como el mencionado asesino), e incluso se narran historias desde la perspectiva del ser monstruoso que, muchas de las veces, no es más que una criatura mal entendida que se rige por códigos éticos o políticos diferentes a las personas “normales”, o que representa, simplemente, aquello que el hombre considera diferente (un excelente ejemplo de esto es todo el universo de la Patrulla X, donde los mutantes son los monstruos en una sociedad que los teme y no alcanza a comprenderlos). A continuación vamos a enumerar a algunos de los monstruos literarios que más han impactado, sorprendido y aterrorizado a sus lectores.

Cualquier lista de monstruos suele empezar por la obra de Mary Shelley, y es fácil entender por qué. La criatura revivida del Dr. Frankenstein asusta no solo por su condición de muerto viviente, de zombi consciente (aunque en muchas adaptaciones posteriores se le convirtiera en una fiera barbotante y torpe, sin inteligencia ninguna, más como el zombi de Romero que como un ser atormentado por su propia naturaleza), sino por la manera en la que fue concebida, aquella noche en la que Shelley soñó su terrible pesadilla y decidió compartirla durante la misma sesión de cuentos de terror de la que surgirían dos de los monstruos más famosos de la historia literaria: la criatura de Frankenstein y el vampiro romántico, que tomó forma en la narración iniciada e inspirada por Lord Byron y finalmente atribuida a Polidori: El vampiro.

El muerto revivido ha tenido miles de interpretaciones a lo largo del tiempo, y se recrea en el pánico hacia aquello que sobrevive en un mundo desconocido, el de la muerte, atribuyéndole maldad y caos en su desdén hacia lo vivo. Hoy en día adopta, además, nuevas formas gracias a los avances tecnológicos, e Isaac Asimov llegó a acuñar el término complejo de Frankenstein para referirse a la fobia hacia los robots. Y es que el monstruo de Frankenstein es el androide original, creado de implantes primitivos de carne y tuercas y energía eléctrica, una pesadilla que se asocia también con la teoría estética del valle inquietante, una hipótesis que afirma que si algo antropomórfico actúa y se mueve de una forma muy similar (pero no idéntica) a la humana, nos causa una gran repulsión. La criatura de Frankenstein es lo suficientemente antropomórfica, y a la vez lo suficientemente alienígena (ya que proviene de la muerte, está fabricada de cadáveres y de una energía poco conocida, extraña) como para producirnos rechazo y terror. Y esto, desde el punto de vista del monstruo en sí, dotado de conciencia, es un material de primera para crear tragedias emocionantes.

En la segunda entrega del artículo examinaremos a otros grandes monstruos literarios, ya sea por su trascendencia en el mundo de la literatura, por su rareza o por lo terrorífico de su comportamiento y apariencia.

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Libros para una isla desierta

AutorGabriella Campbell el 20 de agosto de 2013 en Divulgación

Libros y verano

Ahora que parece que el verano se ha decidido por fin a terminar de abrasarnos, a más de uno se le habrá ocurrido la fantasía de escaparse a una playa paradisíaca, a un lugar donde mojarse los pies en una piscina infinita o darse un chapuzón en un mar transparente y azul. Y los suertudos que sí pueden escapar, huir a lugares menos cálidos o, por lo menos, mejor acondicionados, se plantean la pregunta de siempre: ¿qué libro me llevo? ¿Es mejor cargar con ese libro de calidad pero denso, aprovechar las horas de asueto para terminarlo por fin, o meter en la maleta algo rápido y comercial, que me tenga entretenido?

Esto nos lleva también a otra cuestión curiosa: ¿qué nos llevaríamos a un lugar donde vamos a pasar muchas horas sin grandes posibilidades de ocio? Sin internet, sin las amistades de siempre, sin cobertura para el móvil. Si uno se pone a buscar qué se llevarían los demás a esa utópica isla desierta, las respuestas más comunes son las siguientes:

-En Goodreads, la mayoría se llevaría, cómo no, dos libros muy relacionados con islas: Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, la novela de naufragio por excelencia, y En la isla, una novela romántica de Tracey Garvis Graves que narra el idilio entre una profesora treintañera y un adolescente, atrapados en una isla perdida en mitad del océano. La tercera de la lista, El paciente inglés, es también una tórrida historia de amor.

-Siempre nos quedarán los clásicos, los largos que pueden durar una eternidad y que además se prestan a la relectura: El señor de los anillos, de Tolkien; Shogun, de James Clavell; Libertad, de Franzen; La broma infinita, de Foster Wallace o incluso grandes monstruos literarios como El Quijote, Guerra y paz o Sueño en el pabellón rojo. También los hay que van especialmente bien con el clima cálido: el abrasador Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, o El terror de Dan Simmons para refrescarnos un poco con sus elaboradas descripciones árticas.

-¿Y si no vas a una isla desierta, pero a un lugar igualmente perdido, como es Marte? En 2010, varios astronautas entraron en una instalación cerrada que buscaba reproducir para ellos la experiencia de un viaje al planeta rojo. Permanecieron encerrados un año y medio. La expedición se llamaba Mars500, y uno de sus participantes, el italiano Diego Urbina, compartió con los medios los libros que se llevó para pasar los ratos de ocio. Criado en Colombia, uno de los pendientes de Urbina era Gabriel García Márquez, y una de las primeras obras que leyó en aquella expedición simulada fue Relato de un náufrago (volvemos a lo de las islas desiertas). Urbina asegura que muchas de las historias de Márquez expresaban conceptos que él mismo estaba experimentando, sobre todo en lo que se refería a la soledad durante plazos largos de tiempo.

¿Y vosotros, qué libros os llevaríais a vuestro retiro espiritual? ¿Qué lecturas llevaríais a una isla, a Marte, a vuestras vacaciones habituales? Esperamos vuestras respuestas en los comentarios.

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Historias interminables (II)

AutorGabriella Campbell el 7 de agosto de 2013 en Divulgación

Saga de los Aznar

En la primera entrega de este artículo os hablamos de una serie alemana, Perry Rhodan, que probablemente sea la saga de libros más larga de la historia. Hay muchas otras sagas larguísimas, de múltiples volúmenes, pero pocas pueden siquiera acercarse a esta producción de space opera de más de 2600 tomos, que además sigue sumando volúmenes. Y no es la única saga alemana que quita el hipo, si entramos en el terreno fértil del libro infantil, la obra TKKG (el título está formado por las iniciales de los niños protagonistas) lleva más de 160 tomos y es una de las series de detectives más populares del país. Goza, además, de una exitosa adaptación a audio y a videojuego.

Una de las sagas más conocidas, aunque no la más larga, es la serie de fantasía épica La rueda del tiempo, escrita por Robert Jordan, que quedó en manos de Brandon Sanderson tras la muerte del autor original y que ha terminado hace relativamente poco, gracias a las anotaciones y textos dejados por su predecesor. Consta de catorce libros (veinte en la edición española), así que, como veis, aunque suele mencionarse como referente de sagas largas, no es, ni mucho menos, de las más extensas. Las novelas vinculadas al Mundodisco, por ejemplo, de Terry Pratchett (aunque no forman un solo arco argumental), se acercan ya a los cuarenta tomos, y la de Wild Cards, escrita por bastantes autores distintos en un universo común de superhéroes, supera ya las veinte entregas. Todos estos ejemplos pertenecen al género de lo fantástico: está claro que la creación de mundos maravillosos da mucho de sí en cuanto a desarrollo y extensión.

En España, más allá de las novelas por entregas y del folletín tradicional, despuntan algunas colecciones que se han hecho un lugar en nuestro canon literario. El ejemplo más conocido es, sin duda, el de Los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, una novelización histórica que contaba con la friolera de 46 obras, divididas en cinco historias, donde el autor insertaba personajes ficticios que aportaban una perspectiva muy personal a eventos reales de la historia de España. Pero también hay obras larguísimas que no han entrado en el acervo clásico y que, sin embargo, han contado con un seguimiento fervoroso por parte de sus lectores. De nuevo nos encontramos con el género de la ciencia ficción, en concreto con la space opera: hablamos de La saga de los Aznar, de Pascual Enguídanos, que escribió la serie con el seudónimo de George H. White. Se trata de 54 novelas, que en 1978 recibieron el premio de Mejor serie europea de ciencia ficción en la EuroCon de Bruselas y que a día de hoy siguen gozando de buena salud en determinados círculos de aficionados.

¿Qué otras series de libros larguísimas conocéis? ¿Creéis que merece la pena engancharse a una saga, sabiendo lo que nos queda por delante (por no hablar de la posibilidad de cancelaciones, pérdida de calidad a lo largo del tiempo o incluso la muerte del autor)? Esperamos vuestras opiniones en los comentarios.

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Extraños textos sin descifrar: El manuscrito Voynich

AutorGabriella Campbell el 6 de agosto de 2013 en Divulgación

Manuscrito Voynich

A lo largo del tiempo, se han ido encontrando determinados textos que, a día de hoy, siguen dejando perplejos a historiadores, lingüistas y criptógrafos. Uno de los casos más famosos es el manuscrito Voynich, un texto fechado en el siglo XV que contiene numerosas ilustraciones de lo más curiosas, además de estar escrito en un lenguaje indescifrable. Su función y contenido han vuelto locos a expertos de todo el mundo, y entre las teorías más populares destaca la creencia de que podría tratarse de un herbario (por la gran cantidad de imágenes de plantas que aparecen, si bien estas no se corresponden con plantas conocidas), ya fuera alquímico (en la línea de libros repletos de plantas inexistentes que creaban los curanderos para impresionar a clientes potenciales) o astrológico.

Se ha postulado que podría tratarse de una gran estafa, de un texto escrito en un lenguaje inventado sin sentido, pero investigaciones recientes han puesto en duda esta hipótesis: el Dr. Marcelo Montemurro de la Universidad de Manchester y el Dr. Damian Zanette del Centro Atómico Bariloche e Instituto Balseiro de Argentina aseguran haber encontrado patrones lingüísticos en el texto, por lo que este sí contendría un mensaje. Esta teoría, no obstante, la niega de manera enfática el lingüista Gordon Rugg, que defiende desde el 2003 el carácter fraudulento del misterioso escrito, afirmando que el hecho de que las secuencias no sean aleatorias no prueba que se trate de algún tipo de lengua desconocida.

El texto recibió su nombre en honor a Wilfrid Voynich, el anticuario que lo tuvo en su posesión desde 1912 hasta su muerte en 1930. Se trata de un libro pequeño de 23,5 cm por 16,2 cm, de unas 240 páginas, llenas de ilustraciones. Se sabe que perteneció a Rodolfo II, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (entre 1576 y 1612), que lo compró por 600 ducados de oro (unos 70000 euros en dinero de hoy en día) y que creía que había sido creado por Roger Bacon; Rodolfo era un coleccionista ávido de peculiaridades, y el texto lo cautivó por completo. La autoría del manuscrito es desconocida, pero hay todo tipo de teorías que apuntan hacia el propio Bacon; hacia John Dee, un astrólogo de peso de la época; o hacia Edward Kelley, el compañero alquimista de Dee, famoso por mantener largas conversaciones con ángeles y similares, que hablaban en el idioma de Enoc. Se postula que, igual que pudo inventar el “enoquiano”, también podría haber creado la lengua utilizada en el manuscrito Voynich. El descubrimiento, por otro lado, en 1921, de unas palabras casi borradas en la primera página del manuscrito apuntan a Jacobus Sinapsius, médico personal de Rodolfo II, que fue también dueño del texto. Aunque la creencia de que fue Bacon su creador es la más popular, la autoría del manuscrito sigue siendo un misterio absoluto.

Como era de esperar, este texto, escrito de derecha a izquierda con un margen irregular, se ha convertido, por lo extraño de su escritura y lo bello de sus imágenes, en un favorito de aficionados a la criptografía, por no hablar de amantes de lo sobrenatural y esotérico. Lo cierto es que la propia estética de la obra recuerda a creaciones tan oscuras como la pintura de Hieronymus Bosch: ininteligible pero hermoso a la vez. Por ahora el manuscrito mantiene su misterio, y dudo que pierda nunca su capacidad de fascinación.

Historias interminables (I)

AutorGabriella Campbell el 2 de agosto de 2013 en Divulgación

Perry Rhodan

¿Cuántas veces os habéis interesado por un libro pero habéis decidido no leerlo porque formaba parte de una trilogía, una tetralogía o incluso una saga? Es inevitable que nos dé pereza empezar con un grupo de libros que necesitan de una continuación tras otra: sabemos que invertiremos tiempo y dinero en una historia que podría engancharnos por simple intriga, incluso en el caso de ser una lectura mediocre.

No obstante, de vez en cuando picamos y nos sumergimos en mundos complejísimos, desarrollados a lo largo de varios volúmenes. Y antes de que alguien piense en el ejemplo más evidente, esa saga que a todos nos dio miedo empezar porque ni siquiera está acabada (sí, Canción de hielo y fuego), os diré que la cosa podría ser muchísimo peor.

Podríamos hablar, por ejemplo, de una de las sagas de libros más largas de la historia: Perry Rhodan. Esta serie alemana de novelitas tipo pulp enmarcadas en la space opera es, posiblemente, la serie de ciencia ficción de mayor éxito del mundo, aunque parece ser que nunca se ha traducido al español. Y no es de extrañar, cualquier traductor se llevaría las manos a la cabeza si tuviera que enfrentarse a más de 2600 libros. Sí, habéis leído bien. La serie comenzó allá por el 1961, y de ella han surgido numerosos spin-offs y todo tipo de adaptaciones (cine, música, videojuego…). Aunque fue creada por K. H. Scheer y Clark Dalton, hoy en día está en manos de un grupo especializado de autores, que se reúnen de forma periódica para decidir futuros arcos argumentales de la obra y establecer tramas a largo plazo. Con motivo del quincuagésimo aniversario de la World Con (convención mundial de fantasía y ciencia ficción), en 2011 se inició una publicación llamada Perry Rhodan Neo, que pretendía ser una especie de reinicio de la serie, que esta vez comenzaba en el año 2036 (en la serie original se iniciaba en 1971, con la llegada del hombre a la Luna). La serie original sigue vivita y coleando: la publicación más reciente que he podido encontrar es de mayo de 2013. Parece que queda Perry Rhodan para rato, aunque es muy probable que nunca lo veamos en nuestro idioma. Y es una auténtica lástima: aunque es inevitable que en una serie tan larga haya unos cuantos volúmenes infumables, el universo en el que se mueve Perry es de lo más interesante: multiversos, hiperespacio, superinteligencias… sin duda hace uso de lo más divertido de su género. Pero ninguna editorial de fuera de Alemania ha sido capaz de seguirle el ritmo; lo han intentado estadounidenses, finlandeses, brasileños y muchos más, pero nunca han llegado a traducir y publicar todos los ejemplares. Los que más se han acercado han sido los holandeses, que llegaron a ofrecer dos mil volúmenes.

Hay muchas más sagas dignas de mención, aunque ninguna llega a los niveles de este gigante alemán. En la próxima entrega de este artículo analizaremos algunas de ellas.