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Víctor Miguel Gallardo (Página 4)

Todo sobre el fénix de los ingenios

AutorVíctor Miguel Gallardo el 17 de septiembre de 2011 en Divulgación

Lope de Vega

Más allá de su incesante y prolífica producción literaria, que le valió apelativos como el de fénix de los ingenios o el tal vez menos cariñoso de monstruo de la naturaleza (dado por Miguel de Cervantes, con el que tuvo una relación con muchos altibajos), la importancia cualitativa de Lope de Vega suele pasar a un segundo plano. Pero no hay que olvidar que estamos hablando del autor que revolucionó la dramaturgia, creando una Comedia Nueva (que teorizó en su libro Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, de 1609) de la que fue máximo exponente junto a otros dramaturgos como Calderón de la Barca, y que rompía con las reglas comúnmente aceptadas desde la Antigüedad tales como el no mezclar Comedia con Tragedia, o las unidades de acción, de lugar y de tiempo.

Han sido muchos sus biógrafos, siendo el primero de ellos (que cifró en 1800 sus obras teatrales) Juan Pérez de Montalbán, muy cercano a él. Posteriormente también escribieron sobre su vida y obra Cayetano Alberto de la Barrera, Américo Castro, Hugo Renner, Karl Vossler, Luis Astrana Marín o Ramón Gómez de la Serna. Ahora ve la luz una amplísima nueva biografía titulada inequívocamente Biografía de Lope de Vega. 1562-1635, con más de 800 páginas y a un precio de 45 euros, que pretende ser exhaustiva. En palabras de su autor, José Florencio Martínez:

Lope de Vega es un clásico incuestionable, aunque mal conocido, y al ser un autor popular, los expertos han tendido al superlativo y a quedarse con los tópicos.

Los tópicos son muchos: el más prolífico creador literario de nuestra historia, amigo de Quevedo y enemistado con Góngora, enamoradizo y mujeriego. Martínez, que ha tardado una década en terminar esta obra, habla de todo esto, matizándolo, y cubre un hueco que él considera importante: aunque Lope de Vega tiene consideración de clásico, y sus obras siguen representándose con asiduidad cuatrocientos años después, sus numerosas biografías (muchas de ellas, como hemos dicho, llenas de tópicos) no se reeditan. Martínez cita la de Américo Castro de 1919 como uno de los últimos trabajos realmente interesantes que se hicieron sobre el dramaturgo. También apareció mucho material a raíz de la celebración en 1935 del tercer centenario de su muerte, pero el nuevo interés que surgió en esa fecha gracias a la efeméride se vio truncado, como tantas otras cosas, por la Guerra Civil española que empezó al año siguiente.

Una de las cosas que el libro ayudará a redescubrir es el valor literario de Lope más allá del mundo del teatro. Se le suele asociar principalmente a sus piezas teatrales, olvidando que también cultivó la prosa (con varias novelas a sus espaldas) y, sobre todo, la poesía. Esta nueva biografía también pretende ser una antología de su obra poética, inadvertida para muchos lectores posteriores por una fácil cuestión: si en teatro su predominio es incontestable, más allá de que hubiera otros autores importantes en su tiempo, en poesía tuvo que vérselas con Villamediana, Quevedo, y con el que realmente fue el puntal, Góngora, incomprendido en su tiempo aunque su obra ya haya sido rescatada posteriormente y considerada en su justa medida.

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Portadas (y editores) que engañan

AutorVíctor Miguel Gallardo el 15 de septiembre de 2011 en Opinión

Viajes de Tuf - Antes

Suelo hacer mucho hincapié en la mala praxis que acompaña al mundo editorial: desde Lecturalia he hablado de empresas de autoedición encubiertas, de editoriales que dividen en varios tomos (con el subsiguiente aumento del precio) una obra, o incluso recientemente puse en tela de juicio que se engordara un relato para convertirlo en un libro por el simple hecho de que su autor fuera popular. Se me han quedado, a lo largo de este tiempo, otras cosas en el tintero: por ejemplo, la mala costumbre de ciertas editoriales, al sacar el primer volumen de una serie de libros, de no indicarlo debidamente para no “asustar” al lector, o el utilizar el nombre de personajes conocidos como si fueran los autores cuando es evidente que no lo son. Un caso muy claro y muy reciente, denunciado de forma insistente desde diversos medios, es el de Razones para la rebeldía, firmado por el actor y activista (o algo así) Guillermo “Willy” Toledo.

Pero uno no deja nunca de asombrarse cuando observa hasta dónde están dispuestas a llegar las editoriales para ganar lectores. A cualquier precio. Sin importarles que, después, puedan sentirse estafados. Siento ser tan duro, pero la palabra que me ronda ahora mismo la cabeza es justo esa: estafa.

Acaba de reeditarse un libro fundamental de la ciencia ficción “reciente”. Entrecomillo la palabra pues Los viajes de Tuf, que es la obra en cuestión, es una recopilación de 1986 de relatos publicados diez años antes. Relata las aventuras de Haviland Tuf, un mercader que acaba convirtiéndose en ingeniero ecológico, y que en estos viajes recorre, junto a sus gatos y su orondo cuerpo, diversos planetas en los que prestará su ayuda. No es un libro extremadamente popular fuera del ámbito de la ciencia ficción, pero tampoco estamos hablando de que sea desconocido. Sin embargo, lo que debería ser una gran noticia, su reedición, se ve eclipsada por los hechos que lo acompañan. La editorial que se encarga de la reedición en España ha tenido a bien, y pese a ser una obra de ciencia ficción, utilizar una portada en la que un caballero con una reluciente armadura sostiene una espada ante él. La razón es clara: el autor de Los viajes de Tuf es George R. R. Martin, el mismo que tiene en vilo a media humanidad, permitidme la exageración, con su genial saga de fantasía épica Canción de Hielo y Fuego.

Viajes de Tuf - Después

Como ya comentamos en Lecturalia, la cadena estadounidense de televisión HBO ha adaptado el primer volumen de esta saga, Juego de Tronos, con gran éxito de crítica y público. La serie ya ha sido estrenada en gran parte del globo, y esto ha hecho aumentar exponencialmente las ventas de los tomos de Canción de Hielo y Fuego. En España, esta saga está siendo publicada por una editorial independiente que apostó en su día por ella cuando nada hacía presagiar que acabaría convirtiéndose en el fenómeno de masas que es hoy. La reedición de Los viajes de Tuf, en cambio, viene de una editorial potente. Por si el reclamo del nombre del autor no fuera suficiente, también han recurrido a añadir en la portada el mensaje “Por el autor de Juego de Tronos”, lo que demuestra que el público objetivo ni siquiera es el lector habitual de Martin, sino el de la serie de televisión. Esto no habría pasado de ser una anécdota, y una práctica totalmente aceptada y normal. Sin embargo, el confundir totalmente a propósito al lector con una portada de tintes épicos que no tiene absolutamente nada que ver con el contenido del libro deja muy claro que la editorial no ha intentado rescatar un pequeño clásico olvidado, sino que la única motivación para la edición de Los viajes de Tuf es hacer caja a toda costa y sin importar la satisfacción final del lector.

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El diario de Akira Otsuka

AutorVíctor Miguel Gallardo el 6 de septiembre de 2011 en Divulgación

La guerra del pacífico de los estudiantes

Acaba de ver la luz el libro La guerra del Pacífico de los estudiantes, todavía no traducido al español, escrito por Makoto Kumagai. Kumagai, que hoy cuenta con ochenta y ocho años, se ha basado fundamentalmente en un documento de gran importancia para entender la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista japonés, el diario de su antiguo compañero de secundaria Akira Otsuka, muerto el 29 de abril de 1945 en Okinawa en una acción suicida. Porque Otsuka, que antes de que Japón declarara unilateralmente la guerra a EEUU estaba preparándose para ingresar en la Universidad, había sido designado por sus mandos para efectuar un ataque kamikaze contra la Armada estadounidense. Hay que hacer notar que el vocablo kamikaze (de kami, dios, y kaze, viento), que se ha popularizado en todo el mundo, no es el utilizado por los propios japoneses, que prefieren llamar a estas unidades suicidas tokktai, abreviatura de Unidad Especial de Ataque Shinpu.

Otsuka, que era poco más que un adolescente en 1945, escribió un diario los meses anteriores a su muerte, siendo la última entrada del diario la del 19 de abril, diez días antes de su ataque. No existe en Occidente mucha bibliografía sobre el punto de vista japonés de la II Guerra Mundial, habiendo preponderado en este caso la opinión estadounidense acerca del frente del Pacífico y sus enemigos asiáticos, pero el nipón suele ser mostrado como un pueblo fanático que sigue ciegamente todas las órdenes de los altos cargos del ejército y que considera al emperador poco menos que un dios. En el diario de Akira Otsuka esto último parece confirmarse: no existe ninguna duda de la naturaleza divina de Hirohito y del propio Japón, patria bendecida por los dioses, pero el fanatismo, el cumplimiento a toda costa de las órdenes, no queda exento de dudas. Otsuka no quería morir, y se sentía mal por ello. Sus remordimientos le llevaron a escribir, el 1 de abril de 1945, menos de un mes antes de su muerte:

Japón, una nación divina, definitivamente tiene que ganar. Creo que debería ser un buen hijo de la patria y morir por la causa imperial. Pero, ¿es egoísta querer seguir viviendo y cumplir con mis deberes hacia mis padres?

Una entrada fechada el 4 de abril rezuma patetismo: Otsuka viajó durante un permiso a casa de sus padres, en donde les da la noticia de que ha sido designado para un ataque suicida. “Su rostro se ensombreció por un momento, pero me animó a llevar a cabo mi misión, pensando en la situación del país y mi responsabilidad“, escribió sobre su padre. Tras el permiso el joven soldado se reincorporó a su destacamento. Nunca volverían a verlo. Ni siquiera se sabe a ciencia cierta si su ataque tuvo éxito o si fue derribado antes de que el cuarto de tonelada de explosivos que transportaba en su avión monoplaza hiciera el efecto devastador deseado.

El diario de Otsuka, que estuvo en manos del ahora octogenario escritor Makoto Kumagai, ha sido donado a un museo de Tokyo, el de “Voces desde el océano”, que tiene gran cantidad de material de estudiantes japoneses que vieron truncada su vida durante un período que literalmente despobló Japón de varones jóvenes.

“En aquellos días, no podíamos decir que queríamos vivir“, dijo Kumagai. “Otsuka probablemente escribió en el diario lo que había en su corazón, exponiendo sus sentimientos reprimidos”.

Convertir un cuento en libro, ¿magia o mala praxis?

AutorVíctor Miguel Gallardo el 2 de septiembre de 2011 en Opinión

Piña de Michel Cera

Viggo Mortensen escribe poesía, igual que Billy Corgan, y James Franco también hace sus pinitos en el mundo de la literatura. Tim Burton vendió como churros sus cuentos ilustrados y Joaquín Sabina reventó el mercado de la poesía en España con sus sonetos. Deberíamos estar ya acostumbrados a estas incursiones de cineastas, músicos y actores en el mundo de las letras, por bizarras que sean. El que ahora tendrá libro propio en España, y especifico que en España porque que yo sepa esto no va a ocurrir en ningún otro lugar del mundo, es Michael Cera. Sí, Michael Cera, ese actor canadiense jovenzuelo (que va camino de convertirse en actor con cara de jovenzuelo, que no es lo mismo) que nos deleitó (es un decir) con sus actuaciones en películas como Supersalidos, Juno o Scott Pilgrim contra el mundo. Ese mismo.

El libro en cuestión, publicado por una editorial independiente, se titula Piña. Se trata de un volumen ilustrado (la parte estética corre a cargo de la cada vez más conocida Blanca Miró) de 68 páginas que narra la historia de Carroll Silver, un actor de treinta y ocho años en franco declive.

Hasta aquí, nada especialmente significativo. Incluso habría que recoger las palabras de su editor en Estados Unidos, el popular agitador de masas “alternativas” (por no llamarlo simplemente “gurú de modernos”) Dave Eggers, que dijo al respecto:

Pero ahora pasemos directamente al Tema: el hecho de que uno de los mejores relatos del número sea Piña, de Michael Cera. Sí, el jodido Michael Cera. Le conoces. Ese mismo. ¿Por qué es todo tan injusto? Que alguien sea Michael Cera y que además sea un gran escritor de ficción… Me cabrearía mucho con él si no tuviese la certeza de que va a seguir escribiendo y publicando más historias como esta.

Las palabras de Eggers, muy elogiosas, nos presentan el problema de la edición en español: Piña es una short story, un mero cuento, publicado en la revista alternativa (dirigida por Eggers) McSweeney´s Quarterly junto a otro puñado de historias cortas. Traducido por la escritora afterpop Mercedes Cebrián, la editorial Alpha Decay ha conseguido convertir el cuento en un libro completo. Un libro no muy extenso, claro, pero un libro al fin y al cabo.

Desconozco la calidad literaria que atesora Cera, aunque doy por hecho que la traducción será magnífica (no hay que olvidar que Cebrián, además de escribir, traduce y gana premios de traducción: no es precisamente una novel en estas lides). Tampoco desconfío de la edición en sí, la editorial ha demostrado tener criterio y buen gusto en sobradas ocasiones. Tan sólo haré un pequeño apunte desde el punto de vista más frío, el monetario: el libro en España tendrá un precio más elevado del que tenía la revista estadounidense en donde este cuento (y unos cuantos más) aparecía.

¿Valdrá la pena el desembolso? Hay que darle a la editorial el beneficio de la duda, por mucho que cueste dado el carácter mediático del autor. Si la edición lo merece, si las ilustraciones convierten la historia de Cera en una pequeña joya, tal vez habría que darle una oportunidad, por más que nos resulte raro que una editorial, por arte de magia (y la maquetación es una ciencia mágica digna de figurar en los temarios de Hogwarts), haya convertido un cuento en un pequeño volumen.

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Un otoño cargado de letras

AutorVíctor Miguel Gallardo el 31 de agosto de 2011 en Noticias

Time - Jonathan Franzen

Termina el verano y llega septiembre, y con él empieza una carrera, por parte de las editoriales, para llenar las estanterías de librerías y centros comerciales con novedades que resulten atrayentes a lectores grandes y pequeños, consumidores ocasionales o voraces devoradores de letras por igual. La carrera terminará el día 5 de enero, víspera de Reyes, cuando ya se sabrán los nombres de los grandes vencedores de esta temporada otoñal, pues los editores no son ajenos a una realidad más que comprobada: los más vendidos durante septiembre y octubre partirán con ventaja en noviembre, que es cuando empiezan las ventas navideñas, ya que el público no lector habitual, aquél que suele regalar libros sin pararse a mirar las sinopsis o que no sigue la trayectoria de los autores a través de los años, suele centrarse en la mesa de los más vendidos de las librerías a la hora de elegir un obsequio para sus amigos y familiares lectores habituales. Que luego el agasajado acoja con recelo el regalo y acabe cambiándolo por un título más acorde con sus gustos es un tema aparte que daría, de tener los datos concretos en la mano, para escribir un artículo que bien podría titularse “¿Cuáles son los libros que más se devuelven?”.

Uno de estos será, irremediablemente, la tercera parte (o la segunda, ya que las dos primeras fueron publicadas conjuntamente) de la última obra de Haruki Murakami, 1Q84, que verá luz con la vitola ya de superventas dada la gran acogida del público de la obra. He criticado mucho, tanto en público como en privado, la tendencia cada vez más marcada de las editoriales de no señalar adecuadamente en las cubiertas de las novelas si nos encontramos ante un ejemplar de una serie, sobre todo cuando nos referimos a primeras partes. No hay que asustar al lector potencial, lo entiendo, pero no encuadrar correctamente un libro dentro de la serie a la que pertenece no es correcto. Esperemos que Tusquets y Empúries (responsables en España de las ediciones en español y catalán respectivamente) no jueguen al engaño, pero me temo que muchos, que no están familiarizados con la obra de Murakami, acabarán regalando este Libro Tercero por Navidad, incluso si se avisara con grandes letras en cubierta y sobrecubierta. Muchos conocemos, después de todo, a alguien que recibió con la mejor de las intenciones un ejemplar de El retorno del rey de Tolkien por parte de un familiar descuidado o algo miope.

Si Murakami figura en todas las apuestas como uno de los autores que van a reventar el mercado, existen otras apuestas más que seguras. A la nueva novela de Houellebecq, de la que ya hemos hablado, hay que añadir otros cuantos títulos que a buen seguro venderán miles de ejemplares. Uno de ellos es el compendio Todo oscuro, sin estrellas, del ínclito Stephen King. Aparecido el pasado año bajo el título original Full dark, no stars, está compuesto por cuatro novelas cortas que seguro que harán las delicias de todos sus seguidores. También se editarán nuevos libros de autores tan conocidos y mediáticos como son Salman Rushdie o Umberto Eco, pero si tuviera que apostar por la gran vencedora de esta nueva temporada otoño-invierno lo haría sin dudar por Libertad, la nueva novela de Jonathan Franzen.

Jonathan Franzen ha sido el primer escritor en diez años en aparecer en la portada de la revista Time. Barack Obama hizo todo lo posible (y, claro, lo consiguió) para conseguir un ejemplar de Libertad antes de que saliera al mercado. Los protagonistas de la historia, los Berglund, son una típica familia estadounidense de clase media que vivirá, en un relato que abarca varios años, todas las guerras y crisis económicas de los últimos tiempos. En Estados Unidos el libro arrasó. Son todas estos datos pequeños flashes promocionales de la obra y del autor que nos han ido llegando con cuentagotas en los últimos meses (la novela se editó en su país de origen en 2010), y que van haciendo la boca agua de libreros y lectores por igual.

El tiempo me dará o me quitará la razón, pero yo creo que estos próximos meses Libertad arrasará.

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Literatura española… adaptada (IV)

AutorVíctor Miguel Gallardo el 28 de agosto de 2011 en Divulgación

Pan negro

La película más importante del cine español en 2010 fue, para muchos, Pa Negre. Pa Negre, que se convirtió por méritos propios en el primer trabajo rodado en catalán en hacerse con el premio máximo de los Goya (aparte de llevarse ocho “cabezones” más), adapta a la pantalla una novela de Emili Teixidor. Como gran parte del cine español de los últimos treinta años está ambientada en la posguerra, y fue dirigida por Agustí Villaronga, que se reivindicó como creador tras trabajos de cuestionable calidad como 99.9 La frecuencia del terror (1997) o El pasajero clandestino (1995). Villaronga, que había iniciado su carrera cinematográfica con la controvertida Tras el cristal (1987), ya había hecho otra adaptación de una novela en lengua catalana en 2000 con El mar, basada en una obra del mallorquín Blai Bonet, que había fallecido un par de años antes.

Otra adaptación, esta vez de 2003, fue La flaqueza del bolchevique, película de 2003 dirigida por Manuel Martín Cuenca, y basada en una novela de Lorenzo Silva. Es una película interesante, aunque de notables carencias, que se sustenta sobre todo en las interpretaciones de sus dos protagonistas, Luis Tosar (ya mencionado en la tercera parte de esta serie de artículos) y una deslumbrante María Valverde. La actriz, que debutaba en el cine a la edad de dieciséis años, se convirtió en una de las promesas del cine español, aunque su carrera posterior ha defraudado en general. Si ya nos exasperó a todos por participar en la infame cinta italiana Melissa P. (basada en el libro autobiográfico Los cien golpes, de Melissa Panarello), últimamente su carrera ya va hacia abajo y sin frenos. Protagonista absoluta de 3 metros sobre el cielo, dentro de poco verá estrenada su secuela, Tengo ganas de ti, además de otra película en la que volverá a compartir protagonismo con Mario Casas. La supuesta química con Casas hizo que se les eligiera a ambos para encabezar el reparto de la próxima película de Michael Radford, La mula, una adaptación de una novela de Juan Eslava Galán. Llena de tristeza que Radford haya acabado recurriendo a estos trucos baratos de mercadotecnia: estamos hablando, no lo olvidemos, del cineasta detrás de la adaptación de 1984 de George Orwell (película, cómo no, de 1984), y sobre todo el artífice de esa pequeña gran maravilla que fue El cartero (y Pablo Neruda), película de 1994 basada en la obra de Antonio Skármeta. Radford ya demostró con la adaptación de la shakesperiana El mercader de Venecia (2004) que ya no daba más de sí (como hicieron en esa misma película Jeremy Irons y Al Pacino), pero nunca pensé que lo vería dirigiendo una cinta cuyo protagonista fuera Mario Casas.

Otro director de cine que se hizo popular por una adaptación literaria fue Miguel Albaladejo, más concretamente al llevar a la pantalla grande al personaje de Elvira Lindo Manolito Gafotas en 1999. La relación entre Albaladejo y Lindo ha sido fecunda, y no empezó con Manolito Gafotas, por cierto: han colaborado en las películas La primera noche de mi vida (1998), Ataque verbal (2000), y El cielo abierto (2001). La escritora gaditana no tuvo nada que ver, eso sí, ni en Cachorro (2004), una de las películas que más valientemente han hablado de la homosexualidad (y más que recomendable) ni, afortunadamente, en el descenso a los infiernos de Albaladejo en 2010 cuando participó en la insufrible adaptación española de la serie estadounidense Las chicas de oro, hito en su carrera que suponemos querrá olvidar cuanto antes.

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Nueva novela de Houellebecq el 30 de agosto

AutorVíctor Miguel Gallardo el 23 de agosto de 2011 en Noticias

El mapa y el territorio

Cualquier cosa que diga o haga el autor francés Michel Houellebecq, al que unos consideran paradigma de la posmodernidad literaria y otros simplemente un bocazas misógino y racista, se magnifica. Pero por encima de todo, no hay nada que lo haga protagonizar más noticias que la edición de un nuevo libro. ¿Será que el tan odiado Houellebecq, por encima de todo, es uno de los escritores más importantes de nuestro tiempo y cuenta por cientos de miles, no los detractores, sino los lectores?

Pues la fecha elegida para la publicación de El mapa y el territorio, que así se llama su nueva novela, es el 30 de agosto. El libro viene, como se suele decir, con un pan bajo el brazo, más concretamente con el premio Goncourt (como ya informamos en Lecturalia hace unos meses), un prestigioso galardón del que Houellebecq ya había sido finalista en dos ocasiones, con Las partículas elementales y con La posibilidad de una isla. Esta vez sí pudo hacerse con él. En palabras de Didier Decoin, uno de los máximos responsables de la Academia Goncourt (institución que entrega anualmente el premio), “El mapa y el territorio es un libro formidable, muy humano, que capta las angustias, los sueños y los delirios de la sociedad contemporánea. Y el Goncourt debe ser un espejo de su tiempo”.

Y es que Houellebecq, por mucho que viva semi recluido en Cabo de Gata, Almería, lejos de sus compatriotas (tanto de sus fanáticos como de los que quieren ver su cabeza clavada en una pica), no es impermeable a todo lo que le rodea. Y también se hace viejo, tal y como parece decirnos al afirmar que cada vez le interesa menos el sexo. Todo parece indicar que esta novela será, dentro de su producción, posiblemente la que menos importancia concederá a la parte sexual de la sociedad y el hombre contemporáneo.

Es imposible que Houellebecq, pese al Goncourt y las grandes perspectivas de éxito entre el público y la crítica, no vaya acompañado por la polémica. En este caso por haber utilizado en varias partes del libro citas literales de la Wikipedia en idioma francés. Tan literalmente que, tal y como podremos leer en los agradecimientos de la edición en español, Houellebecq anota “Doy las gracias también a Wikipedia y a sus colaboradores, cuyas notas he utilizado como fuente de inspiración, especialmente las relativas a la mosca doméstica, la ciudad de Beauvais y Frédéric Nihous”.

Vuelvo a Didier Decoin, que desvela una parte trascendental del argumento del libro, una suerte de spoiler que los editores no sólo no han ocultado (pese a que sea algo fundamental en el último tercio del libro), sino que han difundido para alimentar la controversia. Dice Decoin: [SPOILER]Admiro a un autor que puede adentrarse en el abismo, como cuando cuenta su propia muerte y describe su cadáver”. Y es que Houellebecq es uno de los protagonistas de la novela, describiéndose a sí mismo como un amargado maloliente y cínico al que, al final, asesinan. Tal cual.

Todo parece dispuesto para que El mapa y el territorio se convierta en uno de los best-seller del año en Europa, por mucho que moleste a todos los detractores del enfant terrible de las actuales letras francesas.

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La mosca de Virgilio y la arroba

AutorVíctor Miguel Gallardo el 22 de agosto de 2011 en Divulgación

Virgilio

Publio Virgilio Marón, más conocido simplemente como Virgilio, es uno de los grandes autores de la literatura universal y, circunscribiéndonos a la Antigüedad Clásica de Occidente y dejando a un lado autores asiáticos, también uno de los más antiguos de los que conocemos ya no sólo su obra, sino también gran parte de su vida. De su obra cabe mencionar las Geórgicas, las Bucólicas, y por encima de todas ellas la Eneida, obra que lo hizo inmortal. Escribió muchas otras obras menores, algunas tan curiosas como un poema en el que explicaba como realizar el moretum, un aderezo muy popular en la cocina romana de su tiempo.

Pero en su biografía encontramos una anécdota especialmente curiosa. Y es que al bueno de Virgilio, al que Dante lo haría protagonizar siglos después su Divina Comedia, no se le ocurrió otra cosa que organizar un fastuoso funeral en honor de su recientemente fallecida mascota. En sus tierras, además, mandó construir un mausoleo para que reposaran los restos de su pequeña amiga. Porque era pequeña, muy pequeña: la mascota en cuyos funerales Virgilio gastó la friolera de ochocientos mil sestercios de la época, era una simple mosca. La salud mental del poeta, que ya era más que conocido en esos años, fue puesta en entredicho por propios y extraños, que sin embargo se afanaron en participar en las celebraciones fúnebres. Más que nada porque no todos los días tiene uno la oportunidad de asistir a una fiesta de tal calibre en honor de un insecto.

Virgilio, en realidad, no estaba nada loco, y todo formaba parte de un plan magistralmente trazado para burlar la legislación romana. Incluso la elección de una mosca como inquilina del mausoleo que edificó podría tomarse como una gran broma. Y es que Virgilio, que contaba con amigos en las altas esferas del gobierno romano, había sido avisado de que el triunvirato formado por Marco Antonio, César Octaviano y Marco Emilio Lépido planeaba una nueva ley por la cual se expropiarían tierras de terratenientes para ofrecérselas a soldados retirados. La ley, que finalmente fue aprobada y tras la cual todos comprendieron que Virgilio había obrado sensatamente, tenía una excepción: quedaban excluidas de la expropiación todas las tierras que fueran consideradas tierra sacra. Esa fue la función del mausoleo de la mosca de Virgilio, ni más ni menos.

Cambiando de tema, y siguiendo con las curiosidades, a día de hoy convivimos diariamente con un símbolo, el de la arroba (@), que gracias a la informática ya es casi omnipresente. Su nombre no es casual, ya que es el símbolo con el que se representaba la unidad de medida de la arroba (unos doce kilos, más o menos). Durante mucho tiempo se creyó que la primera representación escrita de este símbolo fue en una carta fechada en 1536 en Sevilla y con destino a Roma, redactada por un mercader italiano, Francisco Lapi, y en la que, seguramente porque ya era costumbre (aunque no se conocían más ejemplos de su utilización), abreviaba con la @ la unidad de peso. Sin embargo, en 2009 el historiador aragonés Jorge Romance refutó la teoría de que la @ fuera de origen sevillano, hablando de referencias aún más antiguas, como por ejemplo una de 1448, en la llamada taula de Ariza, e incluso de años anteriores a este en otros registros del Archivo del Reino situado en Zaragoza.

El símbolo de la arroba (@), para terminar, fue elegido por el programador Ray Tomlinson en 1971 en los primeros coletazos de ARPANET, la precursora de la actual Internet, que era un sistema de interconexión de ordenadores sufragado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Lo eligió porque, en inglés, el símbolo de la arroba se lee “at”, por lo que es indudable que parecía hecho a propósito para unir los nombres de usuarios y los servidores en donde tenían alojadas sus cuentas. La @ ya existía en todos los teclados y no se usaba para nada, así que fue una elección más que lógica y que posibilitó que hoy en día este símbolo sea universal.

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AutorVíctor Miguel Gallardo el 21 de agosto de 2011 en Divulgación

Celda 211

Las mejores adaptaciones al cine de novelas de autor español no siempre se basan en clásicos, o son películas de la época dorada de nuestra cinematografía. También hay casos recientes. En 2009, por ejemplo, se estrenó una película que, contra todo pronóstico, recaudó millones de euros y fue aclamada tanto por crítica como por público, algo más que inusual en un país en el que las obras más taquilleras suelen ser infamias del tipo 3 metros sobre el suelo (remake de una película homónima italiana basada en una novela de Federico Moccia, por cierto), Mentiras y gordas o la saga del inefable Torrente. Estamos hablando de Celda 211, película dirigida por Daniel Monzón y protagonizada magistralmente por Luis Tosar, posiblemente el mejor actor español de la actualidad, con permiso de Javier Bardem. Los dramas carcelarios son un género en sí mismo en cine y literatura, aunque en España no hemos recurrido a ellos con tanta profusión como en Estados Unidos. Celda 211, basada en una novela de Francisco Pérez Gandul, fue la película del año, arrasando en los premios Goya (8 premios, 16 nominaciones), teniendo cierta repercusión fuera de nuestras fronteras, y encumbrando ya definitivamente a Tosar como una auténtica estrella de nuestro cine. Y todo ello pese a la participación de Antonio Resines en la cinta, lo que es meritorio.

Otra sorpresa de la taquilla, esta vez de 2005, fue la a veces fallida El método, de Marcelo Piñeyro. Piñeyro, argentino de nacimiento pero que también posee la nacionalidad española, adaptó al cine una obra de teatro (El Método Grönholm) del barcelonés Jordi Galceran i Ferrer, que a su vez ha sido también guionista del cineasta Jaume Balagueró. La adaptación no es ni mucho menos fiel, y no parece que Galceran diera su total bendición al resultado final. Sin embargo, El método fue una película notable que seguramente brilló más de lo necesario pese a que 2005 no fue precisamente un mal año para el cine español (se estrenaron, entre otras, algunas buenas películas como 7 Vírgenes, La vida secreta de las palabras, Princesas, Habana Blues o Quince días contigo). También de ese año es otra adaptación, en este caso de una novela del escritor guipuzcoano Bernardo Atxaga. Se trata de Obaba, de Montxo Armendáriz. La película, tal vez demasiado compleja para los gustos habituales del público español, fue acogida con entusiasmo por parte de la crítica, y se trata en cualquier caso de una buena adaptación de uno de los escritores más representativos de nuestras letras en la actualidad.

Da la casualidad de que la película que hizo que Armendáriz cobrara popularidad entre el gran público, y eso pese a no ser un autor novel y contar ya con grandes películas a sus espaldas como Tasio (1984) o 27 horas (1986), fue también una adaptación. Historias del Kronen, basada en una novela de José Ángel Mañas, se estrenó en 1995 y se convirtió rápidamente en una de las películas más controvertidas del cine español de fin de siglo. Supuestamente transgresora y fiel espejo de la juventud española de su tiempo, contaba con una banda sonora interesante (con muchos de los mejores grupos del panorama independiente de aquella época) y poco más. Sin embargo, la polémica siempre vende, y fue una cinta que hizo buenos números en taquilla, que convirtió a Armendáriz en un director a tener en cuenta (como si lo hubiera necesitado) y que transformó en estrella a Juan Diego Botto, protagonista total de la obra.

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AutorVíctor Miguel Gallardo el 15 de agosto de 2011 en Divulgación

Surcos

Después de hablar de Berlanga y Azcona, de Fernán Gómez y Bardem, y por supuesto de Buñuel, debemos hablar de otros grandes cineastas españoles y de las adaptaciones que hicieron de obras literarias. Y es casi imposible no empezar por Los santos inocentes (1984), una obra maestra del cine mundial dirigida por Mario Camus a partir de la novela homónima de Miguel Delibes. No es gratuito denominarla obra maestra: es sin duda una de las cumbres del cine español de todos los tiempos, y les valió tanto a Paco Rabal como a Alfredo Landa, los dos protagonistas principales, multitud de elogios y premios, entre ellos el premio a Mejor Interpretación Masculina, compartido, en el Festival de Cannes. El retrato que Delibes hizo del campo extremeño durante la década de los 60 es trasplantado a la pantalla de forma brutal en una obra prácticamente perfecta que es de obligada visión para cualquier aficionado al cine. No es, además, la única adaptación que Camus ha dirigido: entre otras suyas son La ciudad de los prodigios (1999), basada en una obra de Eduardo Mendoza), Con el viento solano (1966) y Los pájaros de Baden-Baden (1975), de Ignacio Aldecoa o La leyenda del alcalde de Zalamea (1973), de Calderón de la Barca. Aunque, sobre todo, hay que reseñar otras tres adaptaciones de obras más que importantes de la literatura española: La colmena (1982), basada en la inmortal novela de Camilo José Cela, La casa de Bernarda Alba (1987), que convierte en cine la obra teatral de Federico García Lorca, y, esta vez para televisión, Fortunata y Jacinta (1980), basada en la obra de Galdós.

Otra importante película de nuestro cine, El sur (1983), de Víctor Erice, se basó en un relato de la pacense Adelaida García Morales. Víctor Erice es un cineasta atípico: sólo ha firmado cuatro largometrajes, el último de ellos en 1992, dedicándose desde entonces a los cortometrajes y, sorprendentemente, a los denostados mediometrajes. Su último trabajo es un corto que aparecerá en una película colectiva a beneficio de los damnificados por el terremoto y posterior tsunami que asoló el noreste japonés hace unos meses. Pero, pese a su cortísima filmografía (cuatro largometrajes en cuarenta años de profesión), sigue siendo considerado como uno de nuestros más importantes directores.

Una película imprescindible para comprender el cine español es Surcos (1951), dirigida por José Antonio Nieves Conde, un interesante (y olvidado) director español de la posguerra, cercano a las posiciones falangistas, que aportó un toque diferencial al cine de los años cuarenta. En una época en la que primaba el cine propagandista, el moralista o el folclórico (los tres únicos géneros que contaban con el beneplácito del régimen franquista y que pasaban fácilmente los filtros de la censura), Nieves Conde firmó unas cuantas películas de cine negro hoy casi inencontrables. En Surcos, su obra maestra, contó con la ayuda en el guión de uno de los falangistas (por conveniencia, hay que añadir) más famosos, el escritor Gonzalo Torrente Ballester, todo a partir de una idea original del también falangista (aparte de escritor) Eugenio Montes. El que Montes, que había sido uno de los fundadores de la Falange, y Torrente Ballester estuvieran involucrados en la película ayudó, sin duda alguna, a que ésta, pese a ser calificada por los censores como “de contenido social muy duro”, pudiera llevarse a cabo y estrenarse. Con un coste total cercano a las ochocientas mil pesetas, la película supone el inicio en España del cine de crítica social que Berlanga y Azcona perfeccionaron.

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