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Reverte podría haberse ahorrado este libro.
Tiene su esencia, pero no es lo mismo. Bien es cierto que el autor tiene más edad y no se puede esperar un libro de aventuras como los de antaño pero el libro parece estar escrito desde la desidia y más bien como una obligación para cumplir plazos que como un ejercicio en el que Reverte haya disfrutado escribiendo.
Desde mi punto de vista es el peor de su bibliografía
El autor nos dice que el único lugar de China que le fascinó y al que desearía volver es Shangai, y eso nos lo transmite a lo largo del libro. Me ha resultado menos atractivo que otras obras anteriores, contiene una dosis muy inferior de aventura y libertad, aunque también me ha gustado por el acercamiento que supone al país, la información histórica y el placer del propio viaje, del que siempre participamos los lectores en alguna medida. Como no podía ser de otra manera, también navega un tramo del Yangtsé, que resultó también más breve y menos atractivo que otros ríos.
Parece que tenemos de vuelta al gran cuenta historias, Javier Reverte.
Vuelve el gran aventurero.
El libro vuelve a ser una gran historia que narra el periplo del autor por la milenaria china, concretamente por dónde transita el Yangtsé, dicho de otro modo por dónde transita su gran pasión cuando viaja, los rios.
No deja muy bien según que zonas de china, ya que la polución, el exceso de población, la naturaleza de los chinos y su afán es escudriñar la tierra no es compatible con los equilibrios de la tierra.