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Lector editorial: qué es y qué función cumple

AutorYolanda Galiana el 14 de julio de 2021 en Divulgación
  • Las editoriales se enfrentan diariamente a envíos masivos de manuscritos.
  • Para aligerar la carga de trabajo de los editores se incorporaron en el proceso editorial los lectores editoriales.

Libreta de anotaciones junto a un café y un portátil

En otros artículos ya comentábamos la importancia que tienen los lectores cero y los de sensibilidad a la hora de pulir un manuscrito. Ambos eran figuras que actuaban como filtro antes del envío de una obra a una editorial; de este modo, el autor o la autora podían hacerse servir de las opiniones de alguien externo para saber qué mejorar en su libro y, con ello, aumentar las posibilidades de que fuera publicado. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando ese manuscrito ya ha llegado a manos de la editorial? Como podéis imaginar, estas reciben continuamente cantidades ingentes de obras. Pero ¿acaso tienen los editores tiempo para leerlas y valorarlas todas? Para allanarles el camino y disminuir su carga de trabajo, se introdujo en el proceso editorial a una figura más: el lector editorial.

Se define como lector editorial a un lector cuyo trabajo servirá de puente entre una obra y un editor. A diferencia del lector 0 y el lector de sensibilidad, cuyas valoraciones partían de una perspectiva subjetiva de la obra, el lector editorial ha de realizar un informe de lectura teniendo en cuenta otros aspectos que nada tienen que ver con sus gustos personales. El lector editorial no lee para mejorar el manuscrito, sino para facilitar el trabajo de los editores a la hora de decidir qué obras leer y cuáles no. Por tanto, la labor de este tipo de lector está respondiendo a criterios externos y, como tal, debe tener en consideración durante su lectura dos elementos clave: el catálogo y el público potencial.

El catálogo, por su parte, hace referencia al conjunto de obras que ha publicado una editorial o sello a lo largo de su historia. Analizándolo en profundidad se puede discernir en qué tipo de libros están interesados; por ejemplo, un manuscrito romántico no encajaría de ningún modo en una editorial cuyo género predilecto es el policiaco. El lector editorial ha de estar al tanto, pues, del tipo de obras que publica la editorial que le ha encomendado el trabajo y, si el libro que ha leído no tiene cabida en su catálogo, mencionarlo en su informe de lectura.

Por otro lado, el público potencial es el grupo de lectores que más disfrutarán de la obra. Es vital que el lector editorial sepa detectar a qué tipo de lector le podría interesar el manuscrito que está leyendo, puesto que es una información de lo más relevante para el editor. Por poner un ejemplo, una editorial que publica novelas para adultos no estará interesada en una obra que está más orientada a un público juvenil.

El lector editorial, pues, leerá teniendo en cuenta estos dos prismas y realizará el informe de lectura, que es una herramienta a través de la cual se evalúan las dimensiones tanto literarias como comerciales del libro. Aunque los modelos de informe suelen variar de una editorial a otra, todos ellos constan de cuatro partes principales: la técnica, la descriptiva, la valorativa y la consultiva.

En la parte técnica se recogen los datos básicos de la obra. Este apartado es meramente informativo, exponiendo el título, el autor, título original si se trata de una traducción, número de páginas, género… Este último es muy importante, puesto que es clave a la hora de determinar si encaja en el catálogo de la editorial, y si es adecuado para el público potencial al que orientan sus libros. Por ello, el lector profesional ha de tener conocimiento sobre los distintos géneros literarios, y saber catalogar perfectamente una obra dentro de uno, de otro o de varios, si se trata de un género híbrido.

En la parte descriptiva ya se pasa a resumir el contenido de la obra, añadiendo también en este apartado una pequeña biografía del autor o autora. La sinopsis de la obra debe ser concisa y sintetizar los elementos más importantes de la trama. Puesto que el editor no la ha leído, la información que recoja el lector en su resumen ha de ser suficiente como para hacerse una idea bastante precisa de lo que se cuenta en el libro.

La parte valorativa es, posiblemente, la más importante del informe de lectura. En ella se habla de la importancia del autor (por ejemplo, destacar si ha publicado anteriormente, si ha ganado premios, si su obra ha tenido repercusión en el panorama literario…), se establece una comparación con otros libros y autores (el lector tiene que tener suficiente bagaje de lecturas a la espalda como para poder establecer esta relación), se precisa cuál público potencial y, lo más importante, se hace una valoración literaria y otra comercial. En la valoración literaria se atenderán aspectos como el estilo del autor, el registro empleado, la riqueza del lenguaje, la estructura de la obra… En cambio, en la valoración comercial se hará alusión a las posibilidades de venta, al público al que le puede interesar el libro, si encaja en las tendencias literarias de ese momento, si la trama es original…

Por último, el informe de lectura contará con una parte consultiva, es decir, un espacio en el que el lector editorial hace sugerencias al editor. Aquí se pueden incluir sugerencias para el título, para el diseño de la portada, para la promoción del libro…

En resumidas cuentas, en todo el proceso que conlleva la publicación de un libro, la intervención de un lector editorial en las primeras fases de este puede ser crucial, ya que de su informe puede depender que el editor lea la obra o no.

Yolanda Galiana

Lectora empedernida desde que tiene uso de razón. Disfruta perdiéndose entre las hojas de cualquier buena historia que caiga en sus manos y compartiendo las reseñas de sus lecturas en su propio blog literario, donde da rienda suelta a sus opiniones.

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