- Afirman que influye en la manera de crear, “pero mal”.
- Carme Riera, Marta Sanz, Molina Foix o Luis Goytisolo reniegan de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Es evidente que Internet, y todo lo que conlleva, ha cambiado el mundo tal y como lo conocemos en apenas veinte años. Pocos hechos han arrasado nuestro concepto del mundo como las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que en menos de una generación han impuesto una serie de modos y costumbres con los que no todo el mundo está de acuerdo. Al menos ese parece ser el caso de una serie de importantes críticos y escritores para los cuales la llegada de Internet supone un paso atrás en la literatura y el resto de las artes. Incluso han llegado a afirmar que estas tecnologías han afectado a la manera que se tiene de crear, “pero mal”.
Para ellos, resumiendo un poco sus declaraciones, las nuevas maneras de comunicarse son superficiales, son antiliterarias y contravienen lo que se ha entendido por literatura durante siglos. También opinan que es Internet la culpable de una progresiva falta de memoria entre las nuevas generaciones. Destacable me parece la opinión de Riera, cuyos alumnos son incapaces de recitar cinco versos de memoria. Tampoco les gusta la inmediatez, ya que, por lo visto, son incapaces de digerir la información sin un proceso para entenderla debidamente.
Sinceramente, no sé cómo analizar estas declaraciones, ni siquiera dedicando, como he hecho, un buen tiempo a “digerirlas”. Se culpa al medio y la tecnología de un progresivo y triste abandono de la inversión en educación, una política cultural mediocre y gris –en la que muchos de ellos han estado implicados durante los últimos 30 años-, un abandono de los valores propios de la literatura por los audiovisuales y una falta de interés por la cultura popular más que evidente por parte de las élites culturales.
Es muy fácil arroparse en la bandera de la verdadera literatura y las esencias de la novela, como en su día lo hicieron otros literatos que veían a esa misma novela como una aberración de la verdadera literatura; no es raro aferrarse a lo que conocemos y a lo que nos hemos dedicado durante décadas, que forma parte de nosotros mismos como creadores y artistas. Pero desde luego, este miedo a lo nuevo, a las nuevas formas de expresión, no hace más que aumentar el tamaño de la brecha digital entre grandes autores y nuevos creadores. No sé si hablar aquí de la posmodernidad y cómo ahora las grandes verdades de la literatura se entremezclan con otros conceptos, con otros lenguajes, dando como resultado híbridos de difícil comprensión para los más puristas.
Sí, Internet ha cambiado nuestro mundo demasiado deprisa y es normal sentirse atropellado por una sociedad y una cultura muy diferente a la que conocíamos y que, como escritores, todavía estamos tratando de explicar. ¿Qué sentido tiene contar una novela contemporánea con personajes al borde del anacronismo? Quizá habría que acuñar un nuevo término: el realismo analógico. Ese que engloba todas las novelas que han quedado huérfanas de realidad antes de tiempo.
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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.