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Después del terremoto, de Haruki Murakami

AutorJuan Manuel Santiago el 8 de noviembre de 2013 en Reseñas

Después del terremoto - Haruki Murakami

Las redes sociales se cebaron este mes con Haruki Murakami debido a que, para variar, partía como favorito en todas las quinielas del Premio Nobel de Literatura y, para variar, no se lo llevó. Un tuitero particularmente inspirado estableció un paralelismo con la condescendencia de la candidatura olímpica de Madrid con respecto a la de Tokio, y se valió, en tono mordaz, del argumento definitivo por el que nos hicieron creer que la capital japonesa no contaba con posibilidades: la tragedia de Fukushima. Debo reconocer que el tuit me hizo gracia, y además me da pie a hablar de esta antología de relatos: tal vez no le hayan dado el Premio Nobel a Murakami por culpa de la catástrofe de Fukushima, pero no cabe la menor duda de que se merecería ganar el premio literario más prestigioso del mundo por el solo hecho de haber escrito esta recopilación de relatos cuyo nexo de unión es el terremoto que destruyó Kobe en 1995.

Que nadie se llame a engaño: Después del terremoto no habla del seísmo propiamente dicho, sino del impacto que este ejerció sobre las vidas de media docena de japoneses, tantos como relatos ha escrito Murakami. No veremos salvamentos heroicos ni escenas de bandidaje, sino a personas solitarias para las que el terremoto no es sino una manera aún más extrema de perder las raíces; personas a las que, tal como expresa de manera muy gráfica la fotografía de la cubierta, la tierra se ha abierto y los ha hecho caer al abismo, de manera tanto literal como metafórica. Las acciones de los relatos transcurren poco antes o poco después de que se haya producido un terremoto que en ningún momento recibe el tratamiento de fenómeno de la naturaleza, sino que aparece dotado de atributos casi humanos. El terremoto es el protagonista al que no vemos pero de quien lo sabemos todo (y no sabemos nada) en función de los testimonios y vivencias de terceros, a la manera de las primeras páginas de El tercer hombre, de Graham Greene, que nos preparan para la aparición de un Harry Lime que se había pasado media novela fuera de foco y que, evidentemente, no es como nos lo esperábamos. El terremoto ejerce un efecto catártico sobre los protagonistas de estos relatos, es una manera de mejorarlos o empeorarlos como personas, de redimirlos de sus grises existencias o enfangarlos hasta lo indigno.

A Komura, el protagonista de «Un ovni aterriza en Kushiro», le sirve para sobrellevar un divorcio y, quién sabe, tal vez echar una canita al aire.

A Junko, la de «Paisaje con plancha», le regala el don de la amistad del señor Miyake, en una historia donde confluyen dos tipos extremos de fatalismo existencialista, el de la adolescente emo y el anciano vacío de vida.

A Yoshiya, el de «Todos los hijos de Dios bailan», lo curte y lo prepara para vivir una experiencia religiosa.

A Junpei, el de «La torta de miel», lo enfrenta a un trío amoroso imposible y una relación paterno-filial más imposible todavía, al tiempo que le hace ver los mecanismos del bloqueo creativo y la diferencia entre talento y genio literarios.

A Katagiri, el gris oficinista de «Rana salva a Tokio», lo pone en la tesitura de convertirse en un superhéroe gracias a un ser que parece salido de una película de Miyazaki.

Y a Satsuki, la protagonista de «Tailandia», la sumerge en una durísima reflexión sobre el poder del odio y el papel catártico del complejo de culpa.

Es imposible desentrañar más detalles de este relato sin contar aspectos decisivos de la trama; baste decir que es uno de los relatos más opresivos y desesperanzados que este reseñador haya leído jamás, y probablemente el mejor de la trayectoria de Murakami, una verdadera obra maestra que hace indispensable esta recopilación.

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