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Libros que no dejarías leer a tus hijos… ni a tus presos

AutorGabriella Campbell el 13 de febrero de 2010 en Noticias

Diccionario Webster

Aunque ya hablamos en su momento de algunos de los libros más censurados en la historia de la literatura, es curioso comprobar cómo este tema del recorte y la prohibición siempre da más de sí. ¿Es justificable este acto de restringir la lectura de ciertas publicaciones a la población en general, o incluso a determinados segmentos de ésta? Nuestros fundamentos sociales consideran perfectamente lógico evitar que ciertas lecturas caigan en manos de niños, por ejemplo, para que conserven cierto grado de inocencia, del mismo modo que controlamos para ellos otros medios de comunicación como Internet, con el conocido programa de control parental, o la televisión (en muchos países algunos contenidos sólo pueden emitirse a partir de cierto horario, en el que se supone que los niños están durmiendo). Sin embargo siempre hay quien desea rizar el rizo. Algunas escuelas del sur de California han decidido prohibir el diccionario. Sí, han leído bien, la décima edición del Diccionario Webster, el más conocido de los Estados Unidos, no podrá hacer acto de presencia en estos colegios californianos, debido a una desafortunada entrada, la de la expresión sexo oral, que dichos colegios encuentran sexualmente gráfica y no apta para determinadas edades. Al escuchar esto, uno podría pensar que la definición sería cuasi pornográfica. La definición exacta presente en este diccionario es estimulación oral de los genitales. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, teniendo en cuenta lo que el infante medio californiano puede ver en la televisión, encontrar en Internet (a pesar de ese control parental) o simplemente comentar con los amigotes, esta medida parece, como mínimo, exagerada. Teniendo en cuenta la inmensa cantidad de libros que han sido prohibidos en las bibliotecas de colegios (o incluso de librerías) en varios estados de EEUU por razones tan dispares como el ser sexualmente descriptivos, ser anticristianos o tratar la homosexualidad, no debería extrañarnos, pero uno pensaría que algunos libros estarían a salvo de la discriminación moral, y prohibir el uso del diccionario sale del área de la lógica y entra en el terreno de lo ridículo.

Más ridículas todavía son las prohibiciones vigentes en el estado de Texas para los que están sirviendo sentencia en sus cárceles. No se permiten publicaciones que contengan imágenes de niños desnudos (suponemos que esto se debe al alto índice de criminales encerrados por delitos de pedofilia), pero sí de niños desnudos con alas, ya que se consideran querubines. Por tanto, si quieres ver una imagen del niño Jesús, o le pones pañales o alas. Es comprensible que algunas publicaciones no puedan ver el interior de una cárcel, como manuales de física o química que contengan información sobre la creación de productos tóxicos o explosivos, o la famosa publicación estadounidense Guns and Ammo (Pistolas y munición); pero otras carecen por completo de sentido: se prohibió la obra The Elements of Persuasion: Use Storytelling to Pitch Better, Sell Faster and Win More Business (Los elementos de la persuasión: Cómo usar la narrativa para vender mejor tus ideas, vender más rápido y obtener más negocio), porque se temía que los internos pudieran usarlo para convencer a otros. También se prohibió la obra Precious (recientemente llevada, con gran éxito, al cine) y obras de otros autores como Harold Robbins, Pat Conroy o John Grisham.

Ya nos imaginamos que también habrá una lista de películas y series no recomendadas para los encarcelados, y dudo que Prison Break esté entre las permitidas.

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