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El locus: de ficción a realidad

AutorGabriella Campbell el 11 de abril de 2009 en Divulgación

Mundo disco

En el mundo literario es más que habitual encontrarnos con ciudades, países y regiones inventadas que beben de lugares reales; sin embargo es bastante menos común que dichas ciudades, países y regiones adopten nombres procedentes de la ficción. Por ello siempre es llamativo descubrir estos homenajes a los grandes (y pequeños) topónimos de la literatura. Recientemente la ciudad de Wincanton, en la región inglesa de Somerset, ha nombrado a dos de sus calles Peach Pie Street y Treacle Mine Road, en honor a dos célebres paseos de la serie del Mundodisco, una saga de libros del autor británico Terry Pratchett. No es de extrañar, ya que Wincanton está hermanada con la gran capital del Mundodisco, Ankh-Morpork, siendo la primera ciudad del Reino Unido en hermanarse con un lugar ficticio. Gran Bretaña es aficionada a este tipo de referencias, en una de sus estaciones de tren más conocidas, King’s Cross, podemos encontrar una plataforma 9¾ que hace las delicias de todo fan de Harry Potter. La artúrica isla de Avalon también ha sido el origen de numerosos nombres de calles, no sólo en el Reino Unido sino también en Australia y en Estados Unidos.

Capitán Trueno

Nosotros también tenemos nuestros homenajes: en Oviedo existe la calle de Vetusta en recuerdo del burgo de Clarín en La Regenta; esas primeras páginas que nos describen esa ciudad, obviamente inspirada en la capital asturiana, constituyen motivo de orgullo para sus residentes. Pero en España tendemos a poner nombres de escritores a nuestras calles; no solemos llegar tan lejos como para nombrar pueblos o ciudades en recuerdo de hitos de la literatura, el cine o incluso el cómic, como hacen frecuentemente (cómo no), los estadounidenses. El estado de Illinois tiene un pueblecito encantador a orillas del río Ohio llamado Metropolis, como aquella conocida sede de Superman, con un periódico local denominado The Metropolis Planet en honor al Hombre de Acero. La ciudad ya se llamaba así antes de que surgiera el superhéroe, pero ¿por qué no aprovecharse de la coincidencia como reclamo turístico? Aquí no somos tan extremos, pero sí que recordamos a algunos de nuestros favoritos de Ibáñez, como muestran la Calle Rue del Percebe o la Mortadelo y Filemón en Rivas-Vaciamadrid, que parece especializarse en el tebeo patrio (también podemos encontrar la Calle Capitán Trueno o la Calle Zipi y Zape).

Mundo disco

En Holanda han ido más allá: existe un barrio del municipio de Geldrop, a las afueras de Eindhoven, cuyas calles tienen todas nombres de personajes y conceptos de El Señor de los Anillos. Así, uno podría vivir en Legolas 37, o en Galadriel 2. ¿Y qué ocurre cuando un libro inspira algo más que un nombramiento? El libro A travel from Altruria, de William Dean Howells, que versaba sobre una comunidad utópica de carácter altruista, impulsó a una comunidad cristiano-socialista estadounidense a formar su propia Altruria en California en 1894, si bien es cierto que no duró mucho.

Por todo el globo terráqueo estas ubicaciones imaginadas nos inspiran, hasta el punto de que Aracataca, municipio colombiano natal de Gabriel García Márquez, organizó un referéndum para cambiar su nombre a Macondo, en homenaje a la famosa novela de Márquez Cien años de soledad. Curiosamente, los habitantes no mostraron mucho interés, y el municipio mantuvo su nombre original. A veces es cierto aquello de que nadie es profeta en su tierra.

¿Y vosotros, conocéis más casos de lugares literarios que han traspasado la barrera de la ficción?

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