Premio Alfaguara 2010 para Hernán Rivera Letelier
Ya tenemos ganador de uno de los grandes premios en español del año, el Premio Alfaguara que ha sido para el chileno Hernán Rivera Letelier quien, con El arte de la resurrección, se ha embolsado la nada despreciable cantidad de 175 000 dólares.
El jurado, presidido por Manuel Vicent, ha destacado que:
...ambientada en el desierto de Chile en las primeras décadas del siglo xx, la novela narra las andanzas de un iluminado, el Cri…
Un mate de risa. Hernán Rivera a sabido mezclar historia, religión y mofa en una muy buena obra.
Este libro le valió por fin un reconocimiento literario a este autor autodidacta chileno, el Premio Alfaguara 2010 de novela.
Curiosamente es uno de sus libros que menos me ha gustado, pero esto es algo muy personal porque en materia de gustos... el tuerto es rey...
Pienso que le han dado premio por el merecido reconocimiento por una obra que ya es monumental y que deja plasmados recuerdos y vivencias de la pampa chilena y de sus mineros.
El tema se desarrolla alrededor del Cristo de Elqui (un valle nortino) que predicó en la pampa chilena. Un loco iluminado, otro personaje truculento que le va como anillo al dedo a la prosa del escritor.
Este libro ilustra la quintaesencia del estilo del autor con personajes truculentos, excelente vocabulario, chilenismos a granel.
Yo lo encontré un poco largo y propenso a la repetición, pero siempre bueno y auténtico. Le prefiero otros.
Una novela que de alguna forma busca la complicidad del lector, esa disposición a llegar al fondo de las intenciones del autor. Historia original con personajes entrañables y con pasajes ante los que dudas si reír o llorar.
Los personajes están muy bien trabajados, pero creo que el argumento no sigue una línea ni tiene cuerpo, perdiéndose en más de una ocasión. Aún así el autor escribe tan bien que al fin y al cabo termina transmitiendo un buen trabajo.
Me costó mucho conseguir esta novela. Me esperaba algo realmente sorprendente, y eso fue con lo que encontré en las primeras páginas, pero desde cuando el Cristo del Elqui se pierde en el desierto se me hizo muy aburrido, y lo único que quería es que el protagonista se fuera a otra parte para seguir con la trama.
Además no me agradó este típico humor Chileno, supongo que estaba buscando algo diferente y por eso no me agradó la novela.
Un libro con una imagen muy clara. Los personajes son (en mi opinión) algo ridículos. Sin embargo, la historia se desarrolla de una manera en la que nosotros, como lectores, nos envolvemos en ella. Un final algo predecible, aunque conmovedor. Me espero más de un Premio Alfaguara, pero he de mencionar que me dejó un buen sabor de boca.
La conexión que este autor establece con sus lectores en cada una de sus líneas hace que uno siga su trabajo constantemente. El lenguaje coloquial que se expresa no tan solo en este gran y entretenido libro sino en otros como "La reina Isabel cantaba rancheras" y "Los trenes se van a purgatorio", complementado con la dura realidad de la pampa chilena, son un gran aporte a la historia y a la cultura de un país que muchas veces olvida las injusticias y sufrimientos de los más pobres.
Me ha parecido literatura. La obra de un maestro de la literatura, de un autor llamado a mayores reconocimientos, un gran creador del lenguaje del que hace un uso magistral. En esta ocasión para presentarnos una novela, sorprendente por la atmósfera surrealista que transmite y el idealismo y locura que toca a sus personajes. Una obra con la que no sería dificil establecer paralelismos con el mismísimo Don Quijote de Cervantes. Sin embargo, en mi opinión, la falta de recursos propios de los best-sellers hace que comercialmente quede floja y en definitiva, sea mayor el interés por finalizarla el placer por la lectura en si misma que el argumento.
El lenguaje fresco de Hernán Rivera Letelier hace que esta novela sea de una lectura amena y muy rápida. Mantiene el mismo toque costumbrista de sus otras obras, que hace disfrutar cada capítulo con las anécdotas de sus personajes, cada uno de ellos con características tan bien construidas que los hacen inolvidables.
Llena de humor, pero también de algo de tragedia, esta novela basada en una historia de la vida real, nos descubre el mundo chileno (con resonancia latinoamericana) de la primera mitad del siglo XX dentro de las capas más bajas de la sociedad, la de los obreros, prostitutas y charlatanes.
Esta novela parece la epopeya de la miseria y el abatimiento, un canto a la evocación de la palabra y al delirio de la esperanza de aquellos que no tienen nada y hacen de su propio mundo de miseria y privación, un universo de colores y formas, imposible de alcanzar para los triunfadores.
Se siente el polvo agreste del desierto y la necesidad del trabajador de las salitreras, se siente la belleza y la consagración de Magdalena en un oficio que ante todo, brinda felicidad en el desamparo a los necesitados y se percibe emotividad, decoro y anhelo de justicia en los escuchas del Cristo del Elqui, transido de un don del lenguaje profuso y mistificador.
Hasta en los paisajes oníricos se rescata la poesía que también circunda el desamparo y el ejercicio de trabajos y misiones poco socorridas de nuestro tiempo.
Me ha gustado sobre todo el retrato que hace de la candidez de Magdalena. Me estremece pensar en cómo puede resistir un pueblo en unas condiciones tan duras y también en la manera un tanto irracional de apoyarse en la religión para seguir adelante.
Libro bastante entretenido que se lee rápido. Con esta historia el autor ganó el Premio Alfaguara 2010, pero no hay que engañarse: Rivera sigue siendo fiel a su estilo; por ello si buscas leer una obra maestra, no la vas a encontrar acá.
Totalmente recomendable si quieres una lectura de descanso y que te haga disfrutar de una gran historia.