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Las sensaciones que provoca la lectura de los cuentos de Voltaire son ambivalentes. Los relatos son por lo general entretenidos y las peripecias de sus protagonistas se leen sin mayores sobresaltos. Empero, a mi criterio, están construidos todos en forma de parábola, para dar un segundo mensaje oculto tras la fachada de los hechos narrados. El caso más notorio lo constituye "Cándido o el optimismo", donde su protagonista se esfuerza hasta lo inverosímil para justificar todas las desgracias como necesarias para otras felicidades: la intención de Voltaire fue claramente ridiculizar a Leibnitz, que había sostenido la tesis de que este mundo era el mejor de los mundos posibles.