Resumen y sinopsis de La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel de Romain Puértolas
La joven cartera parisina Providence Dupois se dispone a viajar a Marrakech para recoger a Zahera, su hija adoptiva, gravemente enferma e ingresada en un hospital. Pero cuando ya está en el aeropuerto, lista para embarcar, un volcán islandés despierta y paraliza el tráfico aéreo europeo. Desesperada por reencontrarse con su hija, Providence llega a la conclusión de que solo le queda una alternativa: aprender a volar.
En el aprendizaje se mezclarán personajes de lo más variopintos, un chino que habla como un pirata, un hechicero senegalés y monjes tibetanos que escuchan a Julio Iglesias. Y, por fin, un controlador aéreo enamorado la ayudará a emprender tan extraordinario viaje.
Reseña de La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel
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Comentarios y opiniones de La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel
reah_29La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel6.5
Emotiva y sentimental, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, es una novela que busca la emoción fácil con una historia simplona, unos personajes estereotípicos y una historia liosa e imposible de definir. Lo mejor de todo es que solo son 250 páginas.
Romain Puértolas y yo ya nos conocemos. Leí su anterior novela, El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, que me pareció un absoluto horror. Con este nuevo libro, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, puede confirmar dos cosas. La primera es que a Puértolas le encantan los títulos exageradamente largos. Y la segunda es que ha mejorado como escritor. Su estilo de escritura sencillo, ameno y con una ejecución aceptable, se apoya en una prosa dinámica, ágil y con un buen desarrollo, un lenguaje funcional y unas descripciones un tanto básicas pero suficientes para hacerte una idea de como va la historia. Los personajes, por el contrario, me parecieron insulsos e insustanciales. Su construcción es excesivamente simple. Están hechos de manera inverosímil lo que hace que, pese al tipo de trama que cuenta, no puedas empatizar del todo con ellos.
La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, es una historia que habla sobre el amor y como este, consigue que hagamos cosas imposibles. Habla sobre una madre en busca de su hija y como nada ni nadie podrá evitar que se encuentren. Pero daré más contexto si os hago una breve sinopsis. Prudence es una cartera parisina que va a viajar a Marruecos a por Zahara, una niña enferma de mucoviscidosis, o lo que es lo mismo, fibrosis quística. Por fin ha conseguido la custodia y el permiso para llevarse a la niña a Francia. Pero el día que va a recogerla, un volcán en Islandia entra en erupción bloqueando el tráfico aéreo. Con Zahara poniéndose cada vez peor, Prudence decide hacer lo impensable, echarse a volar. Para ello, necesitará la ayuda de un pirata chino, un maestro zen africano y unos monjes budistas. Con ellos aprenderá el arte de volar y alcanzará por fin el continente africano. Ningún volcán o corriente de aire le impedirá llegar hasta Zahara y ayudarla a expulsar la “nube” que se tragó y no la deja respirar bien. Como podéis ver toda la novela es profundamente absurda, aunque de una manera tierna y sentimental. Seguimos a Prudence con esperanza y sintiendo el profundo amor que siente por Zahara hasta que llegamos al desenlace de la novela, que dicho sea de paso, es impredecible, mágico y triste.
En definitiva, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, es una historia que te atrapa rápidamente, aunque la consideras una trama delirante sin demasiado sentido. Es una lectura que te deja reflexionando, tiempo después de haberla terminado. Y es que todo necesitamos nuestro final feliz. La vida ya nos da bastantes desgracias y un poquito de magia nos arregla el corazón. Al final, todos podemos decidir en que queremos creer. Y es más bonito y mágico, pensar que en algún lugar existe una niña que se zampa nubes y, por eso, no puede respirar bien.
Emotiva y sentimental, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, es una novela que busca la emoción fácil con una historia simplona, unos personajes estereotípicos y una historia liosa e imposible de definir. Lo mejor de todo es que solo son 250 páginas.
Romain Puértolas y yo ya nos conocemos. Leí su anterior novela, El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, que me pareció un absoluto horror. Con este nuevo libro, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, puede confirmar dos cosas. La primera es que a Puértolas le encantan los títulos exageradamente largos. Y la segunda es que ha mejorado como escritor. Su estilo de escritura sencillo, ameno y con una ejecución aceptable, se apoya en una prosa dinámica, ágil y con un buen desarrollo, un lenguaje funcional y unas descripciones un tanto básicas pero suficientes para hacerte una idea de como va la historia. Los personajes, por el contrario, me parecieron insulsos e insustanciales. Su construcción es excesivamente simple. Están hechos de manera inverosímil lo que hace que, pese al tipo de trama que cuenta, no puedas empatizar del todo con ellos.
La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, es una historia que habla sobre el amor y como este, consigue que hagamos cosas imposibles. Habla sobre una madre en busca de su hija y como nada ni nadie podrá evitar que se encuentren. Pero daré más contexto si os hago una breve sinopsis. Prudence es una cartera parisina que va a viajar a Marruecos a por Zahara, una niña enferma de mucoviscidosis, o lo que es lo mismo, fibrosis quística. Por fin ha conseguido la custodia y el permiso para llevarse a la niña a Francia. Pero el día que va a recogerla, un volcán en Islandia entra en erupción bloqueando el tráfico aéreo. Con Zahara poniéndose cada vez peor, Prudence decide hacer lo impensable, echarse a volar. Para ello, necesitará la ayuda de un pirata chino, un maestro zen africano y unos monjes budistas. Con ellos aprenderá el arte de volar y alcanzará por fin el continente africano. Ningún volcán o corriente de aire le impedirá llegar hasta Zahara y ayudarla a expulsar la “nube” que se tragó y no la deja respirar bien. Como podéis ver toda la novela es profundamente absurda, aunque de una manera tierna y sentimental. Seguimos a Prudence con esperanza y sintiendo el profundo amor que siente por Zahara hasta que llegamos al desenlace de la novela, que dicho sea de paso, es impredecible, mágico y triste.
En definitiva, La niña que se tragó una nube tan grande como la torre Eiffel, es una historia que te atrapa rápidamente, aunque la consideras una trama delirante sin demasiado sentido. Es una lectura que te deja reflexionando, tiempo después de haberla terminado. Y es que todo necesitamos nuestro final feliz. La vida ya nos da bastantes desgracias y un poquito de magia nos arregla el corazón. Al final, todos podemos decidir en que queremos creer. Y es más bonito y mágico, pensar que en algún lugar existe una niña que se zampa nubes y, por eso, no puede respirar bien.