Resumen y sinopsis de Cuentos completos de Flannery O´Connor
En este volumen se reúnen todos los relatos de Flannery O'Connor, tanto los que publicó en vida como los que dejó inéditos, muchos de los cuales nunca se habían traducido al castellano.
El genio lúcido, doloroso y atormentado de Flannery O'Connor alcanza sus más altas cimas en el cuento, género que cultivó ininterrumpidamente desde sus años de estudiante hasta su prematura y trágica muerte.
Las historias de este libro hiriente y sobrecogedor tienen como escenario los pueblos y las tierras del sur de Estados Unidos, especialmente su Georgia natal, un mundo decrépito y en ruinas cuyo secular abandono y pobreza ancestral aparecen marcados por la violencia y el odio. Pero, más allá de la sordidez, los conflictos raciales, el asfixiante peso de la religión y la frustrada lucha por la libertad, hay siempre en los cuentos de Flannery O'Connor una extraña belleza, una íntima exposición moral de la condición humana que trasciende la anécdota.
Comparada a menudo con William Faulkner o Carson McCullers, con quienes forjó lo que se ha llamado el «gótico sureño», Flannery O'Connor es una de las narradoras imprescindibles de la literatura norteamericana del siglo XX.
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La obra de esta autora clave de lo que se ha venido a llamar “gótico sureño” se caracteriza por ser la crónica de un mundo en vías de extinción como lo era el sur rural de Estados Unidos, aquel que se aferraba con orgullo a unos mentalidades que perdían sentido con el paso del tiempo y las inevitables transformaciones sociales. El otro factor que permea los relatos de O’Connor, sin el cual no se entienden, es su catolicismo; la religión, el pecado, la salvación, la perversidad en la naturaleza humana, están muy presentes en sus personajes y suponen pruebas, muchas veces dolorosas y que culminan con una venganza cruel del destino, aún obteniendo a cambio una conciencia cruel de la verdad y algo parecido a una iluminación; la “gracia” que se les concede, aunque no la quieran, o no de la manera que quisieran. Las historias se vuelven con el tiempo más densas, extensas en su desarrollo, con inclinación al tremendismo y siempre con la nota característica del habla típicamente sureña, que se intenta remedar en la traducción mediante un castellano repleto de vulgarismos y faltas ortográficas.
“El geranio”, su primer cuento publicado, trata de un anciano desubicado, lejos de su hogar, en un mundo urbano y moderno que no entiende, donde el vecino se muestra hostil y el trato a un hombre negro nada tiene que ver con lo que él acostumbra. Una simple planta que él asocia con sus propias raíces e identidad se estrella, muy metafóricamente, contra el suelo. En “El barbero”, un ilustrado profesor intenta inculcar ideas progresistas entre los parroquianos de una barbería, pero lo tiene todo en contra. “El lince” entremezcla tiempos, infancia y vejez de un hombre invidente obsesionado con un animal, su olor y una premonición de desastre, y “La cosecha” es un ejercicio de metaficción sobre el proceso creativo de una escritora (¿Flannery?) que se ve interrumpido por una monótona y frustrante realidad. Entre estas primeras, y diría que algo torpes tentativas literarias, destacaría la interesante “El pavo”, o primer atisbo del oscuro universo de la autora; un niño caza con gran trabajo un pavo, y lleno de orgullo, se cree por encima de todo, pero sus planes son desbaratados en unas circunstancias más bien vulgares. Tan vulgares y pequeñas como él, quien percibe tras sus pasos una mano negra, superior a sus débiles fuerzas...
“El tren”, “El pelapatatas”, “El corazón del parque” y “Enoch y el gorila” comparten personajes y serían incorporados a la novela “Sangre sabia”. Hazel, el protagonista, vuelve a un hogar que ya no existe tras la guerra y queda convertido en un vagabundo… como Enoch, un pobre e ignorante cateto que se encuentra perdido y sin amigos, que busca algo de calor humano sin encontrarlo, aunque para ello tenga que recurrir a estratagemas delirantes, o bien a hallazgos insólitos donde menos se esperan, que no siempre son bien entendidos.
El último libro de relatos, “Todo lo que asciende debe de converger”, es, en cambio, el de una autora en plena madurez y dominio de su lenguaje, más seguidora de un Dostoievski que de un Chéjov. El cuento homónimo transcurre en el fin de la segregación racial, con un hijo que, creyéndose moralmente superior, desprecia a una madre que encarna los viejos valores y la bienintencionada condescendencia sureña hacia las gentes de color, que en un mundo igualitario al menos en cuanto a las leyes, con autobuses donde viajan indistintamente negros y blancos, provoca un incidente que destruye la ingenuidad de ambos, muy expresivo de la caída definitiva de un mundo.
“Greenleaf” tiene por inadvertido protagonista a un toro que ejemplifica una fuerza oscura, invencible, un nuevo intruso incómodo y amenazante. Trata de la decadencia familiar y del resentimiento de clase al ver a los “white trash” prosperar o tener mejor suerte cuando a ti te han tocado malas cartas y ves que las cosas no son como tendrían que ser. Un resentimiento muy similar al del obtuso abuelo de “Una vista del bosque”, que se entrega a una idea equivocada del progreso con tal de ir en contra de quien odia, vendiendo lo que no tiene precio y arruinando la relación con su nieta; de nuevo mucha importancia de la sangre, el carácter, una identidad dividida, y de nuevo, culminando en un acto de violencia terrible.
Tenemos de nuevo a sujetos que van de dignos, de mártires y víctimas, generalmente con un perfil de intelectuales y artistas, de escritor fracasado (“El escalofrío interminable”) y con gran ego. Hombres que desempeñan una autoridad marcada por el odio, la incomprensión, el estigma y el miedo, por ejemplo, a una mujer delincuente y ninfómana (“Las dulzuras del hogar”), a un Otro que les desbarata, les saca lo peor y les lleva a la ruina.
Pero lo que se lleva la palma de este conjunto es la novela corta “Los lisiados serán los primeros”, en torno a la crianza de los hijos, la delincuencia juvenil y el intento por parte de un racionalista e idealista asistente social de redimir e ilustrar a un pecador, con sus buenas intenciones, su fe en el progreso de la humanidad y su rechazo de una religiosidad que sólo le parece una muestra de ignorancia. Sin embargo, desprecia lo más valioso, lo que tiene en casa, en su papel de pretendido salvador o redentor de un sujeto vil, pero al menos más sincero; alguien con una conciencia más pura del bien y del mal, pese a sus defectos tanto físicos (la deformidad siempre en O’Connor) como de comportamiento. Mucho cuidado, porque narraciones como esta te dejarán por los suelos.
“Revelación” condensa lo esencial de esta etapa creativa final, cual síntesis de esa idea de epifanía que invade a los personajes. Una consulta médica como microcosmos de la sociedad sureña, una mujer a la que se le manifiesta la divinidad violentamente, echando abajo la complacencia de sentirse un miembro privilegiado de la comunidad. “La espalda de Parker” trata de un hombre, de nuevo un paria, que tiene la necesidad de llenar su vida tatuándose el cuerpo, hasta que experimenta una crisis mística que le impulsa a ocupar el último rincón de su cuerpo, llevándole a encontrar el verdadero significado de la religión y de su propio nombre. Por último, “El día del juicio final” no es sino una reescritura de aquel lejano cuento del geranio, idéntico salvo por el desarrollo de ideas religiosas más propias de los últimos relatos de O’Connor.
Como historias sueltas, nos quedan “¿Por qué se amotinan las gentes?”, que me parece poco destacable y más un fragmento que otra cosa, “Partridge en fiestas”, una especie de sátira sobre los admiradores de los criminales y asesinos, que se sienten especiales y se les quita la tontería en cuanto conocen a sus ídolos, y un gran relato como es “Más pobre que un muerto, imposible”, un principio de novela en torno a un adolescente solo en el mundo tras la muerte del abuelo, de firmes creencias religiosas y temeroso de no ser enterrado como se debe; de nuevo, una religiosidad sui géneris, el límite entre el amor genuino y el sentimiento de ser utilizado por otros para fines egoístas, con lo que tu vida entera es una mentira de la que despiertas… pese a que dicha fe deja una huella de la que no puedes escapar.
Buen libro de relatos.
Algunos de ellos son extraordinarios y de una alta calidad.
"El río", "La persona desplazada", "La vida que salvéis puede ser la vuestra", "La buena gente del campo" o "Los lisiados serán los primeros", son auténticas joyas de la literatura.
Es una pena que esta autora falleciera pronto y dejara tan poca obra escrita.
Me quito el sombrero ante tanto talento.