Resumen y sinopsis de Un amor de Sara Mesa
Ambiciosa, sólida, arriesgada: vuelve Sara Mesa con una novela en la que las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo mientras la comunidad construye su chivo expiatorio.
La historia de Un amor ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella. El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.
La Escapa, con el monte de El Glauco siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo misma y sus propios fracasos. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia.
Sara Mesa vuelve a confrontar al lector con los límites de su propia moral en una obra ambiciosa, arriesgada y sólida en la que, como si de una tragedia griega se tratara, las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.
La auténtica protagonista de esta novela es la atmósfera en la que discurre, un entorno rural, un tanto atemporal y discontinuo, en el que la autora sitúa una trama de huida pero también de catarsis, con un puñado de personajes de contornos aristados y opacos, que generan un clima de desasosiego muy superior al realmente narrado. Tiene algo de western revisitado, te atrapa.
Mi primer contacto, no será el último, con esta autora. La novela es difícilmente clasificable. Un costumbrismo sucio, unos personajes retorcidos, una trama que va creciendo hacia un final inesperadamente hermético. La claridad de su lenguaje se enfrenta a la complejidad de la historia.
El narrador nos va contando en presente lo que hace y piensa Nat, la protagonista. Acaba de llegar a una aldea porque ha dejado su trabajo y no se puede permitir una casa y una zona mejor. No está a gusto en el lugar ni se relaciona bien con el casero ni con los vecinos. Asistimos con sorpresa cómo cae en una dependencia absoluta del alemán, sin que ella sepa por qué, puesto que no tienen nada en común.
Una historia desagradable e inquietante por las malas relaciones que se producen, pero la protagonista tiene su parte de responsabilidad.
La novela está bien escrita, se lee con facilidad, el argumento es interesante, pero la protagonista me pone de los nervios por ser tan sumisa, conformista y auto-destructiva. También se puede leer como una crítica a los "urbanitas" que marchan al campo buscando la felicidad y se encuentran totalmente perdidos porque son unos inútiles que no saben adaptarse y dependen demasiado de las comodidades de la ciudad.
Me costó engancharme pero ha resultado entretenido, sin más.
El ambiente que describe es muy desagradable y no encontré un solo personaje simpático. En sí toda la trama es agobiante e indigna, por tanto no entiendo la razón de tanto bombo y platillo por este libro.
Una vez más, la violencia acecha bajo una colectividad de maneras pacíficas; una aislada población rural en la que un reducido grupo humano atiende a sus propias lógicas, ajenas para una recién llegada al lugar como es la protagonista de esta historia. Todo tiene un precio para estos hombres y mujeres semejantes a alimañas, siendo cuestionada la visión idílica de las gentes sencillas, bienintencionadas y de espíritu comunitario. Todos ansiamos nuestra pequeña parcela de poder y es peor la agresión que se insinúa y que no llega cometerse, la amenaza latente, el perdón y la piedad falsa, que la agresión consumada. La hostilidad hacia el forastero a veces se disfraza de amabilidad.
Más allá de la mera denuncia de un machismo cavernario y de las dobles apariencias, o del aparato de vigilancia que constituye la vida en un pueblo, el libro habla de la imposibilidad de la traducción; no sólo de los textos sobre los que trabaja quien traduce, sino de la traducción entendida como comunicación, capacidad de juzgar a los demás. Somos entes aislados, nos relacionamos con el resto del mundo interpretándolo según nuestras coordenadas particulares y límites perceptivos, nunca somos objetivos, pues proyectamos en los demás nuestras necesidades, lo que nos conviene. Somos crueles, y la gente es cruel con nosotros. Es la figura de la loca o demente la que, sin embargo, alcanza una lucidez vedada a los demás, comprende la lógica implacable que rige el sistema. Se trata también del fracaso de “traducir”, de colonizar un ambiente extraño y de adaptarse, una “lengua” engañosamente simple que creemos estar preparados para entender… pero que en sus sobreentendidos, en sus silencios incluso, resulta ser mucho más opaca de lo esperado.
El “amor” al que se refiere el escueto título, siempre con el ingrediente de una sexualidad insospechada y que escapa al control, supone una relación poco o nada convencional que trasciende límites morales, despierta más preguntas que respuestas; sin expectativas, sin esos juicios, desinteresada, próxima a una ayuda mutua, a una solidaridad muy pura, tanto es así que… ¿hasta qué punto está uno preparado para aceptar ese supuesto amor incondicional, sin presiones ni jerarquías? ¿Somos, en este sentido, criaturas sin fe? De algún modo, los vínculos más espontáneos se desmoronan, se vuelven en contra en cuanto comienzan a llenarse de realidades, de significados e interpretaciones que sacan lo peor que llevamos dentro, concluyendo en el extremo contrario; en una dependencia emocional enfermiza.
La escritura, meticulosa en extremo, poseída por ese mismo afán de hallar la palabra justa, penetra en lo más hondo de una psicología descubierta en sus contradicciones, procesos mentales, dudas continuas, que a su manera puede ser un buen ejemplo de la juventud actual. A la soltura narrativa y descriptiva de una naturaleza muy presente, cual escenario irreal, se suma una facultad para perturbar el ánimo del lector, pero pese a lo siniestro o incluso horrible de ciertos pasajes, comprendemos la actitud, mejor o peor, de cada personaje. Otras cuestiones: la sensibilidad hacia los animales, la carencia de recursos y el aislamiento, las masculinidades pasivo-agresivas, la necesidad de huida en diferentes contextos. El viaje de autodescubrimiento, en definitiva, que explica esos actos inexplicables. Que no podemos escapar de lo que somos... pues nos volvemos a topar con ello en el rincón más perdido de la geografía.
Libro muy bien escrito.
Nos narra los meses que vive Natalia lejos de la ciudad, en un entorno rural. Nos relata sus preocupaciones y las relaciones que entabla con los vecinos del lugar.
Ante la actitud de indolencia, de sufridora, que adopta Nat, he sentido la necesidad de otro final. Un final más valiente y merecido para una persona que sufre y que, se supone, tiene herramientas para un cambio vital en su vida.
Recomendable.
Historia desasosegante y dura, la oscuridad invade el pueblo de La Escapa donde una desarraigada Nat busca encontrarse a sí misma huyendo del resto de sus habitantes.
Ha sido la primera novela que leo de Sara Mesa y me ha encantado. Es una novela que se lee en nada, con una prosa sencilla y contundente, en la que no sobra ni falta nada. Provoca rabia, mucho enfado y pena también. Retrata con maestría el ambiente opresor, intolerante, cotilla y egoísta de esa España vaciada que tanto se está idealizando últimamente.