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Los crímenes del Monograma: Poirot vuelve a medio gas

AutorAlfredo Álamo el 29 de octubre de 2014 en Reseñas

Los crímenes del monograma

Continuar con la obra de Agatha Christie no era tarea fácil, y aunque Sophie Hannah le ha puesto oficio a Los crímenes del monograma, el resultado final deja con un extraño sabor de boca: sí, es Poirot, pero le falta algo.

Los crímenes del monograma empiezan como tiene que ser: tres cadáveres, tres habitaciones de un mismo hotel y un misterio que recuerda a otras historias de crímenes enigma. Poirot se interesa por el caso y recurre a Edward Catchpool, un joven policía, para introducirse en la investigación, y que, a la postre, es también el narrador de la historia. Catchpool es el sistema de Hannah para imponer su visión de la novela -no ha usado a otros personajes recurrentes en Poirot como Arthur Hastings- y es su rasgo más original. Poirot está bien dibujado, pero acaba por parecer demasiado él: Hannah trata de recurrir a los tics originales de Christie con «las pequeñas células grises» haciéndole parecer un actor sobreactuando.

Según su sinopsis:

Londres, 1929. Tres personas son asesinadas en un elegante hotel londinense y el asesino ha dejado en el lugar del crimen tres siniestras pistas, una por cada cuerpo. Hércules Poirot, que ya estaba retirado, no puede evitar involucrarse en el caso y mientras él se esfuerza en ordenar todas las piezas del puzle, el asesino se prepara para volver a matar.

¿Con qué juega Hannah? Pues con elementos clásicos en Christie como la venganza, la clase media rural inglesa y, cómo no, las reuniones de todos los sospechosos en un mismo lugar. Hannah es una excelente narradora de novela criminal, pero parece que en Los crímenes del monograma ha tratado de introducir una trama en apariencia compleja, por sus continuos giros y descubrimientos, pero que queda lejos de la falsa sencillez que caracterizaba a la obra de Christie. La creadora original de Poirot sabía crear historias muy complicadas que se desgranaban con una facilidad pasmosa. A mi entender es ahí donde falla esta nueva versión del investigador.

Pese a todo, la novela es disfrutable como tal. No despunta, pero la narración es amena y con muchísimos guiños a la obra de Christie. Un homenaje de una alumna aventajada de la que todos esperábamos una obra más redonda.

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Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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