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Cómo se hace un libro (V): El contrato

AutorVíctor Miguel Gallardo el 29 de diciembre de 2011 en Divulgación

Contrato Editorial

Antes de decidir publicar un libro la editorial debe estimar los costes. En grandes editoriales estos son complejos de calcular, ya que no estamos hablando tan sólo del precio de producción, sino también de los costes de promoción y marketing. Las campañas de venta del libro son una parte importante, y en ocasiones son tan costosos como la fabricación del libro en sí misma. Además, hay que tener en cuenta que no todo se reduce a pagarle al escritor o a los que lo van a editar y maquetar, ya sean internos o externos de la editorial: las ilustraciones, fotografías, el diseño de la cubierta o, en su caso, la traducción, son costes fijos que han de ser tenidos en cuenta. En el caso de libros técnicos, también habrá que recurrir a asesores, lo que encarece aún más el precio. Sin embargo, los libros especializados tienen costes variables más fáciles de calcular, ya que al tratarse de un mercado restringido, la campaña de marketing no influirá habitualmente en las ventas. A veces la promoción puede limitarse simplemente a enviar un servicio de prensa a publicaciones de su área temática, y esto podría ser suficiente para que la publicación sea conocida por la mayor parte del público potencial.

Pero sea como fuere, debe existir un contrato con el autor. Aunque dependiendo del sector al que se dedique la editorial estos pueden variar muchísimo (no es lo mismo una editorial técnica que una comercial, por ejemplo), dentro de un mismo sector los contratos tienden a ser muy parecidos, a veces casi indistinguibles de una editorial a otra. Una característica de los libros comerciales y de sus autores es que, a diferencia de los libros y autores especializados, suele intervenir la figura de un agente, que dependiendo del autor (pues algunos dejan absolutamente todo el proceso en sus manos) tendrá una mayor o menor importancia en el proceso de elaboración del libro. Sus honorarios suelen ser una décima parte del los ingresos para el autor.

Las regalías dependerán, como hemos dicho, del sector editorial concreto. En las ediciones comerciales se suelen incluir cláusulas que permiten al autor aumentar sus honorarios en caso de que el libro tenga unas buenas ventas, lo cual es completamente lógico: recompensar a un autor popular hará que éste, en un futuro, quiera seguir trabajando con esa editorial y no con una de la competencia. Además, para la editorial esto no supone perder dinero, ya que estos aumentos en los porcentajes suelen hacerse coincidir con las reimpresiones (erróneamente llamadas de forma habitual “reediciones”), y reimprimir un libro es bastante más económico que producir uno nuevo. Los autores que aseguran buenas cifras de ventas están muy cotizados, y las editoriales los tratan de una forma mucho más cercana y comprensiva que a los autores noveles. De todas formas las editoriales deberían ser conscientes (muchas veces no lo son) de que la industria de la que forman parte no existiría sin los creadores, y de que un escritor novel es un potencial futuro escritor comercial de éxito (y, en parte, su futuro éxito dependerá de que la editorial apueste plenamente por sus libros).

En cuanto a los derechos que se especifican en los contratos hay que distinguir entre el derecho de edición, el fundamental para que una editorial pueda publicar un libro, y otro tipo de derechos subsidiarios que, sobre todo para las editoriales comerciales, son más que interesantes, ya que pueden explotarlos ellas mismas o incluso cederlos a otra editorial. Estamos hablando de las traducciones, la publicación en otros formatos (por ejemplo en bolsillo) o la inclusión en catálogos de clubes de lectores (en España tenemos como ejemplo más claro el Círculo de Lectores). Sin embargo, los agentes son cada vez más reticentes a otorgarle todos estos derechos a la editorial que publica el libro, especialmente el tema de las traducciones o de la edición en países distintos al de la editorial (aunque compartan idioma). Otro derecho que cada vez se restringe más es el de la adaptación de la obra a cine y televisión. En todos estos casos los agentes y los escritores se han dado cuenta de que los réditos son mayores si retienen y negocian ellos mismos todo esto, aunque a veces no son conscientes de que si están en la mano de la editorial será más fácil “colocar” el libro en otros mercados, por ejemplo.

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