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La prensa escrita como instrumento político

AutorVíctor Miguel Gallardo el 9 de julio de 2010 en Opinión

Pravda

Solemos quejarnos amargamente de que tal o cual medio está politizado”; es decir, que los medios de comunicación tienden a silenciar ciertas informaciones, al tiempo que se les da más importancia de la debida a otras, de forma totalmente deliberada y en base a afinidades ideológicas. Esta definición podría ser mucho más cruel y hacer referencia a la creación de noticias falsas (o, mejor dicho, falseadas, es decir, con una base real y poco más) que aparecen periódicamente en prensa escrita, radio y televisión cada día. Aunque muchos son los lectores, especialmente los no alineados con formación política alguna, que reclaman la aparición de una verdadera prensa objetiva, esto es muy difícil de conseguir; es más, cuanto más afirma un nuevo medio de comunicación ser objetivo e imparcial, más probable es que éste se encuentre en la lista de los que se mueven por intereses partidistas. No hay forma de evitar esto: los medios de comunicación ejercen una gran influencia sobre el público; como, por otra parte, también suelen ser empresas privadas, es lógico pensar que serán financiadas por aquellos que quieran utilizarlas para su propio beneficio. En otras palabras: cualquier nuevo medio de comunicación que surge necesita de una financiación, y ésta vendrá de empresas afines a la línea ideológica que la dirección del medio vaya a imponer. Los supuestos nuevos medios “objetivos e imparciales” no nos pueden engañar en esto: ningún nuevo medio que opte a tener una buena implantación puede ser objetivo e imparcial por la simple razón de que los inversores no son objetivos e imparciales.

La prensa escrita ya nació siendo parcial, y lo hizo más con el afán de remover conciencias que para informarlas. La expresión “cuarto poder”, que sitúa a la prensa al mismo nivel de los tres poderes tradicionales (ejecutivo, legislativo y judicial) hace referencia precisamente a este hecho, el de que los editores y periodistas poseían un instrumento de vital importancia en las sociedades contemporáneas: aparentando informar, realmente estaban formando opiniones en sus lectores. Si la verdadera función de la prensa escrita hubiera sido, simple y llanamente, la de informar, con un solo periódico habría bastado: en vez de eso, durante el siglo XIX (por poner sólo un ejemplo) hubo miles de cabeceros diferentes en toda Europa y América, algunos de los cuales sólo duraban un puñado de números para luego cambiar de denominación y volver a salir a la calle.

En el siglo XX se perfeccionó aún más a la prensa escrita como elemento político. Cualquier estado autoritario que se precie ha contado con su órgano de “información” oficial. En la China de la Revolución Cultural de Mao, por ejemplo, nació el Diario del Pueblo (el Rénmín Rìbào), publicado por primera vez en 1948 y que, a día de hoy, sigue siendo un diario fundamental de la República Popular China, y que sigue siendo el periódico oficial del Partido Comunista. En la Unión Soviética existieron varias publicaciones periódicas “oficiales”, entre las que las dos más importantes podrían ser el diario Pravda (dependiente del PCUS) e Izvestia (voz oficial del Soviet Supremo). El paralelismo de ambos diarios era evidente, pues respondían a los mismos intereses, aunque la forma de plantear la información era relativamente diferente, lo que daba una falsa impresión de ser dos alternativas diferenciadas para seguir la actualidad del bloque soviético. Ambos subsisten en la actualidad aunque de forma muy limitada.

Prensa

En el mundo hispanohablante también hemos contado con nuestros propios “diarios oficiales”. Algunos todavía existen, como es el caso del periódico cubano Granma (dependiente del Partido Comunista Cubano); otros han desaparecido, como el nicaragüense Barricada, que fue un activo importante durante la revolución sandinista. Aparte de estos diarios, que se han hecho populares debido a las particularidades de ciertos procesos políticos, son muchos los partidos políticos que poseen sus propios medios de información, particularmente enfocados a sus afiliados, algo que ocurre en España con el medio El Socialista, que, fundado por Pablo Iglesias, todavía sigue subsistiendo dentro del PSOE. Pero este tipo de medios de comunicación no deben ser confundidos con los anteriores pues no persiguen el mismo fin: el adoctrinamiento del lector ya no es necesario pues se le presupone. Las fuentes de financiación también están claras, pues proceden de los partidos políticos y de sus fundaciones. Aquí habría que mencionar a los medios de comunicación públicos, es decir, aquellos que son sufragados por los ciudadanos y no por partidos políticos o inversores privados, y preguntarnos la razón de que, la mayor parte de las veces, sean estos medios públicos los más proclives a ser tachados de “partidistas”.

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