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El último de los mecanógrafos neoyorquinos

AutorAlfredo Álamo el 28 de mayo de 2010 en Noticias

Royal

Desde La Vanguardia leo una historia algo triste, algo tonta, que me ha hecho descubrir un lugar sorprendente. Pero vamos por partes.

Skye Ferrante es un escritor amateur con la manía de escribir sus textos con la máquina de escribir de su abuela, una preciosa Royal de 1929, que le ha acompañado desde sus inicios en el mundo de la literatura. Si añadimos que estamos en Brooklyn casi estaríamos delante del principio de una obra típicamente Austeriana.

Podría serlo, sin duda, ya que Ferrante tiene un problema. Su lugar escogido para trabajar, The Writers Room en el Village, ha impuesto una nueva norma sobre el ruido que le impide trabajar con su vieja máquina de escribir. De un día para otro el tiempo de los mecanógrafos ha pasado a mejor vida.

Si esto fuera un relato de Auster, Ferrante caminaría por las calles del Village y deambularía, con su pesada maleta cargada con la máquina de escribir de su abuela, sentándose en los bancos, hablando con la gente, tomando café en la calle; incluso podría acabar escribiendo cartas mecanografiadas para un anciano sordo y maniático que vive encerrado en un apartamento lleno de libros al que el sonoro golpeteo de la máquina de escribir le es indiferente. Ferrante, entonces, a partir de esas cartas que le dicta el anciano, escribiría su propia novela.

Por desgracia, la vida no es como en las novelas de Auster. El Writers Room es un lugar en el que se pagan 1500 dólares al año para tener un sitio tranquilo donde escribir abierto las 24 horas del día, 365 días al año. El sitio me ha sorprendido, la verdad. Un loft abierto con 300 clientes escritores anuales. En su web hay algunas fotos y llevan un listado de las obras que se han terminado en sus instalaciones.

No conocía este tipo de iniciativas, claro que el número de escritores -y de aspirantes a- de Nueva York supera con creces a cualquier lugar que haya conocido. ¿Conocéis algún lugar así? ¿Y el pobre Ferrante? ¿Qué ha sido de él y su máquina?

Pues protestando por haberse quedado sin un lugar donde escribir con su vieja máquina. Es triste pero no deja de ser algo con poco sentido. Eso sí, la publicidad que se acaba de dar totalmente gratis no tiene precio. Algo tenía que sacar de todo esto, aunque no fuera una historia de Auster.

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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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