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Discurso de Murakami en Jerusalén

AutorAlfredo Álamo el 3 de marzo de 2009 en Divulgación

Murakami

La entrega del Premio Jerusalén al escritor japonés Haruki Murakami no estuvo exenta de cierta polémica. Murakami, en su discurso denunció ciertas presiones desde grupos pro-palestinos para no viajar hasta Jerusalén y renunciar al premio. Pese a todo, acudió, y en su discurso dio razones para su asistencia y, de paso, hizo una llamada a la paz.

Aquí os traduzco (perdón por las imperfecciones) la primera parte completa del discurso de Murakami. Me ha parecido interesante la reflexión sobre el papel del escritor en la sociedad.

Buenas tardes. He venido a Jerusalén hoy como novelista, es decir, como un tejedor profesional de mentiras.

Por supuesto, los novelistas nos son los únicos que cuentan mentiras. Algunos políticos también lo hacen, como todos sabemos. Y los diplomáticos y los generales cuentan sus propias mentiras en ocasiones, como hacen vendedores de coches usados, carniceros y constructores. Las mentiras de los novelistas, de todas formas, se diferencian de las otras en que nadie critica a al novelista por inmoral al contar mentiras. En cambio, cuanto más grande y mejor es la mentira, y más ingeniosamente la crea, más cercano está de ser alabado por el público y los críticos. ¿Cuál es la razón?

Mi respueta sería esta: contando elaboradas mentiras -que sería hacer parecer la ficción realidad- el novelista puede llevar la verdad a un nuevo lugar e iluminarla con una nueva luz. En muchos casos, es virtualmente imposible coger la verdad en su forma original y describirla de forma acertada. Esto es por lo que… tratamos de agarrarla por la cola poniéndole un señuelo en su escondite, transportándola a un lugar ficticio, y reemplazándola por un tipo de ficción. Para lograr esto, de todas formas, primero tenemos que averiguar dónde se esconde la verdad entre nosotros. Este es un requisito importante para entretejes buenas mentiras.

Hoy no tengo intención de mentir. Trataré de ser tan honesto como pueda. Sólo hay unos pocos días al año en los que no me enredo a decir mentiras, y hoy parece ser uno de ellos.

Así que déjenme decirles la verdad. En Japón, un buen número de personas me aconsejó no venir hasta aquí para aceptar el premio Jerusalén. Algunos incluso me advirtieron de que instigarían un boicot de mis libros si venía. La razón para esto, por supuesto, era el fuerte conflicto que se saba en Gaza. La ONU informó que más de 1000 personas había muerto en la ciudad bloqueada de Gaza, muchos de ellos ciudadanos desarmados, niños y ancianos.

Me pregunté muchas veces tras recibir la noticia de este premio si viajar a Israel en una situación como esta y aceptar un premio literario era al apropiado, y si eso crearía la impresión de que yo apoyaba a uno de los bandos en conflicto, y que aprobaba la política de una nación que opta por liberar su superior poder militar. Tampoco, por supuesto, quería ver mis libros sujetos a un boicot.

Finalmente, después de una cuidadosa consideración, decidí venir hasta aquí. Una de las razones para mi decisión es que hubo mucha gente que me aconsejó no hacerlo. Como muchos otros novelista, tiendo a hacer exactamente lo contrario de lo que me dicen. Si la gente me dice, especialmente si me lo advierten, “No vayas ahí” o “No hagas eso” tiendo a “Ir ahí” y “Hacer eso”. Está en mi naturaleza, podríamos decir, como novelista. Los escritores son una raza especial. No pueden creer nada genuinamente que no hayan visto con sus propios ojos o tocado con sus propias manos.

Y esto por lo que estoy aquí. Elijo venir en lugar de permanecer alejado. Elijo ver por mi mismo que no ver. Elijo hablarles en lugar de no decir nada.

Así que, por favor, déjenme darles un mensaje, un mensaje muy personal, es algo que llevo en la cabeza, siempre presente cuando escribo ficción. Nunca he ido tan lejos como para escribirlo en un trozo de papel y pegarlo en el muro: de cualquier forma, está tallado dentro del muro de mi cabeza. Es algo como esto:

“Entre un alto y fuerte muro y un huevo que se rompe contra él, yo siempre permaneceré del lado del huevo”. Si, sin importar cuánta razón tenga el muro o equivocado esté el huevo, permaneceré de su lado. Alguien más tendrá que decidir quién tiene razón y quién está equivocado; quizá el tiempo o la historia lo hagan. Pero si allí estuviera un novelista quién, que por cualquier razón escribió del lado del muro, ¿de que valor sería su obra?

¿Cuál es el significado de ésta metáfora, del muro y el huevo? En algunos casos, es muy simple y sencillo. Bombardeos y tanques y cohetes y bombas de fósforo blanco son ese gigantesco muro. Los huevos son civiles desarmados que son aplastados, quemados y acribillados por ellos. Este es uno de los significados ciertos de la metáfora.

Original en inglés en: Mainichi Daily News

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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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