Resumen y sinopsis de Memoria de chica de Annie Ernaux
«He querido olvidar a aquella chica. Olvidarla de verdad, es decir no querer escribir más sobre ella. No pensar más que debo escribir sobre ella, sobre su deseo, su locura, su estupidez y su orgullo, su hambre y su sangre cortada. Nunca lo he conseguido.»
En Memoria de chica, Annie Ernaux se sumerge en el verano de 1958, el de su primera noche con un hombre, en la colonia de S, en el Orne. Una noche que le iba a le dejar una marca indeleble, que iba a perseguirla durante años. Hasta la valiente decisión de reconstruirla escribiéndola, ayudada por fotografías y cartas recuperadas, sumida en una búsqueda: la de sus antiguos amigos y amigas, la de Él, ese primer hombre, pero sobre todo la de sí misma, aquella Annie que tanto le cuesta entender a la Annie actual, en un vaivén implacable entre el ayer y el hoy.
Memoria de chica es un título ambiguo, que puede aludir tanto a la edad como al género, quizá porque Annie estaba empezando su juventud, a pocos días de cumplir los dieciocho años. Aunque «chica» también puede sugerir el recuerdo, entenderlo desde la distancia en la memoria.
Escribir sobre un hecho ocurrido durante la juventud, desde la madurez, puede ser por nostalgia o porque hay una necesidad de volver a un momento que no quedó cerrado, y aunque hayan pasado los años sigue estando latente.
En el caso de Annie fue lo segundo, y quizá lo que pretende la autora con esta escritura, más que una reconciliación plena entre el pasado y presente es comprender sin juzgar.
Porque el paso de los años no le ha dado una respuesta definitiva sobre lo que ocurrió. Es más, sigue sin comprenderlo, pero retomarlo en la madurez y profundizar en ello es una forma de asumir y superar aquella época.
Educada en una moral estricta y controlada por sus padres, a punto de cumplir la mayoría de edad, Annie pasa un verano en libertad como monitora en unas colonias.
Aquí tendrá su despertar sexual fuera de ese control familiar y además descubrirá que hay otro mundo fuera que ella desconoce.
El poder hacer uso de esa libertad sin saber cómo, debido a esa educación, esto no lo expresa la autora de forma explícita, se verá reflejado en Annie sin que ella misma lo sepa.
La Annie madura sabe que el paso del tiempo pide explicaciones, intenta justificar lo que pasó y no establece vínculo entre el yo de entonces y el yo de ahora.
Por eso habla de «ella» en tercera persona, como si fueran dos personas diferentes. El paso del tiempo no ha cambiado su opinión porque no puede juzgar algo que no comprendió mientras lo vivía, y nunca llega a tener una opinión definitiva.
Es como si no consiguiera identificarse con ella porque algo se perdió en el camino. Hay un momento en el que la autora afirma que la chica dejó de existir para siempre. Hacer esta afirmación puede deberse a que su experiencia de juventud causó en ella un gran desconcierto, y porque visto desde la madurez la vida la ha convertido en otra persona.
Querer reconocerse en ella y no poder; no comprender como pudo ser esa chica, pero al mismo tiempo sentir que esa desconocida habita en ella; que el resto de su vida está vinculada a lo que vivió allí, le llega a crear tensión.
De ahí la necesidad de escribir y recuperar a esa chica que tanto le cuesta reconocer. No siempre es fácil recuperar el pasado, pero intentarlo con la escritura es una forma de aceptarlo.
Parte de un argumento y unas primeras páginas interesantes y se transforma en algo aburrido. Pierdes el interés, suerte que es corto y no lo abandonas. Es autobiográfico y al enterarte, muy al principio, pues ya sabes el final.