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Un caballerete de Bear Creek

Robert E. Howard
Un caballerete de Bear Creek

Resumen y sinopsis de Un caballerete de Bear Creek de Robert E. Howard

Imagínate por un momento, si tienes suficiente estómago, dos bandos enzarzados en una reyerta fenomenal: una gigantesca melé de mostrencos descerebrados haciéndose puré con ejes de carro, estufas de hierro, mangos de hacha y, en su defecto, a brazo partido; colócate además en la tesitura de introducirte en semejante carnicería y machacar bien, sin mirar a quién, y tendrás una idea bastante aproximada de lo que te aguarda, una página sí y otra también, en la novela que tienes entre manos. Su protagonista, Breckinridge Elkins de Bear Creek, Nevada, es uno de los personajes cómicos más logrados y celebrados de Robert E. Howard (1906-1936): una montaña de músculos de dos metros de altura, vestido de piel de ante y más terco que la mula de un buscador de oro; una explosiva mezcla de L'il Abner, Davy Crockett y John Wayne. Su pegada es brutal y dispara mejor dormido que todos los pistoleros de Nevada despiertos, y al igual que los "hombres de hierro" del ring que tanto admiraba su autor, es un rudo fajador capaz de encajar los golpes más demoledores. Es una fuerza de la naturaleza y él mismo lo admite: "Cualquiera en las Humbolts puede atestiguar que cuando pierdo los estribos los efectos sobre la población suelen incluir incendios, terremotos y ciclones". Breckinridge posee más de un punto en común con otra de las grandes creaciones humorísticas de Howard: el fogoso marinero Steve Costigan del Sea Girl; ambos son hombres membrudos, habitualmente equiparados o confundidos con animales grandes y salvajes, y como todas aquellas criaturas más necesitadas de fuerza que de velocidad, son poseedores de una musculatura masiva y una maciza osamenta. Tan grande y noblote como es, nuestro abominable hombre de las Humbolts es sin embargo algo merluzo: "¡Lo que te falta de cerebro te sobra de corazón!", dice su amiga y vecina de Bear Creek, Gloria McGraw; y es la cantinela de Jacob Grimes, uno de sus numerosos tíos, que "Cuando la naturaleza le dio un cuerpo de gigante, se olvidó de darle algo de cerebro para que acompañara a sus músculos".