Resumen y sinópsis de La ley del menor de Ian McEwan
Acostumbrada a evaluar las vidas de los demás en sus encrucijadas más complejas, Fiona Maye se encuentra de golpe con que su propia existencia no arroja el saldo que desearía: su irreprochable trayectoria como jueza del Tribunal Superior especializada en derecho de familia ha ido arrinconando la idea de formar una propia, y su marido, Jack, acaba de pedirle educadamente que le permita tener, al borde de la sesentena, una primera y última aventura: una de nombre Melanie. Y al mismo tiempo que Jack se va de casa, incapaz de obtener la imposible aprobación que demandaba, a Fiona le encargan el caso de Adam Henry. Que es anormalmente maduro, y encendidamente sensible, y exhibe una belleza a juego con su mente, tan afilada como ingenua, tan preclara como romántica; pero que está, también, enfermo de leucemia. Y que, asumiendo las consecuencias últimas de la fe en que sus padres, testigos de Jehová, lo han criado, ha resuelto rechazar la transfusión que le salvaría la vida. Pero Adam aún no ha cumplido los dieciocho, y su futuro no está en sus manos, sino en las del tribunal que Fiona preside. Y Fiona lo visita en el hospital, y habla con él de poesía, y canta mientras el violín de Adam suena; luego vuelve al juzgado y decide, de acuerdo con la Ley del Menor.
Con lo que ocurre después para ambos compone Ian McEwan, con un oficio que extrae su fuerza de no llamar nunca la atención sobre sí mismo, una pieza de cámara tan depurada y económica como repleta de conflictos y volúmenes; una novela grácil y armoniosa, clásica en el mejor sentido de la palabra, que juega su partida en el terreno genuino de la escritura más indagadora: el de los dilemas éticos y las responsabilidades morales; el de las preguntas difíciles de responder pero imposibles de soslayar. La ley del menor habla del lugar donde justicia y fe se encuentran y se repelen; de las decisiones y sus consecuencias sobre nosotros y los demás; de la búsqueda de sentido, de asideros, y de lo que sucede cuando éstos se nos escapan de las manos: lo hace con la seguridad tranquila de un maestro en la plenitud quintaesenciada de sus facultades.
Con lo que ocurre después para ambos compone Ian McEwan, con un oficio que extrae su fuerza de no llamar nunca la atención sobre sí mismo, una pieza de cámara tan depurada y económica como repleta de conflictos y volúmenes; una novela grácil y armoniosa, clásica en el mejor sentido de la palabra, que juega su partida en el terreno genuino de la escritura más indagadora: el de los dilemas éticos y las responsabilidades morales; el de las preguntas difíciles de responder pero imposibles de soslayar. La ley del menor habla del lugar donde justicia y fe se encuentran y se repelen; de las decisiones y sus consecuencias sobre nosotros y los demás; de la búsqueda de sentido, de asideros, y de lo que sucede cuando éstos se nos escapan de las manos: lo hace con la seguridad tranquila de un maestro en la plenitud quintaesenciada de sus facultades.
Varias subtramas contribuyen a que la novela se lea de una forma muy amena. Fiona, la protagonista, es una jueza de 60 años que está viviendo una crisis matrimonial. Como argumento paralelo, el caso delicado de un menor testigo de Jehová. Y de fondo, algo en común que les une a ambos: su amor por la música. McEwan se ha basado en un caso real, y eso hace que la historia cobre dramatismo. Quizás no sea la mejor de él, pero merece la pena si eres fan del escritor (como yo).
Sensaciones contradictorias tras la lectura de este libro. Es cierto que la trama no es particularmente apasionante y que la prosa se hace en algunos tramos difícil de digerir. Sin embargo, en algunos pasajes he visto reflejada una realidad humana como en pocas otras obras y por ello se merece cierto crédito.
Invoca mucho, concreta poco. Más que abordar, merodea temas profundos, que son tratados en forma políticamente correcta. Y, de fondo (o no tanto), la historia de una crisis de pareja. No mucho más.
Una trama que como ya contaron antes se nutre de vivencias en los juzgado: si no eres experto puedes verte sumergido a partes iguales o aproximadas, en por una parte, dejarlo, y otra, seguir con su lectura. Hasta la mitad del libro mi interés era casi nulo. Me ha parecido el final bastante previsible, y salvo algunos ramalazos descriptivos de London y sus secuelas no se que más alegar en su favor.
Una historia magníficamente escrita que hace reflexionar en aspectos de la sociedad como la Fe y la Familia. Muy recomendable.
Novela corta y muy bien escrita. El personaje de la jueza es de los que se mantienen en la memoria durante mucho tiempo. El dilema del muchacho testigo de jehová seguramente es mas endeble y envejecerá mal. Tan mal como los escrúpulos sexuales del pasado que hoy nos parecen tan añejos e indefendibles. Adam Henry me inspira compasión, como todos aquellos que sufren a causa de las sectas.
Pero el autor y la jueza van mas allá, hasta el fondo del problema.
Buen libro.
Cuantos temas importantes a tratar, cuantos sentimientos, cuantas posturas encontradas, cuanta reflexión. Una delicia de lectura muy muy recomendable.
El planteamiento es y interesante y llega al fondo de nosotros, pero algo le falta a la obra para realmente impresionar
Qué difícil es transmitir todas las elucubraciones que tiene que hacer una jueza para poder emitir un fallo sobre un tema tan delicado y con tantas implicaciones personales. Desde fuera, uno puede tener su propia opinión clara y firme. Pero abstraerse de eso para intentar ser justa y y ver un caso desde todos los planos, es complicadísimo. Y más si se trata del escritor metido en la cabeza de la jueza.
Novela ágil de leer, toca muchos temas en pocas paginas y con un lenguaje directo. De Ian Macewan, solo había leído Expiación, pero esta es mucho mejor, con diferencia. Totalmente recomendable.
Libro muy intenso en el reflejo de las difíciles situaciones por las que pasan determinados niños, jóvenes... una magistrada valiente e implicada en sus casos. Novela muy bien escrita. Recomendable.
Pura reflexión, puro socavar todas nuestras convicciones. Una trama bien urdida, un estilo narrativo soberbio y una protagonista exquisita que es pura contradicción: fuerza y vulnerabilidad simultáneas. Muy recomendable.
Leo "La ley del menor", el nuevo libro que el británico Ian McEwan escribe con el asesoramiento de Sir Alan War exmagistrado del Tribunal de Apelación y apoyado en dos casos de éste, uno del Tribunal Supremo (en 1990) y otro del Tribunal de Apelación (en 2000), acerca de la consideración prioritaria del interés del menor. De la mano de Fiona Maye, una magistrada del Tribunal Superior de Justicia especializada en derecho de familia, el escritor, con un excelente manejo del lenguaje y de los tecnicismos jurídicos, me lleva de la mano por varias subtramas de casos judiciales como son la decisión de separar o no a dos niños siameses de padres religiosos (uno debe morir para que el otro viva), el caso planteado en relación a dos hermanas judías cuya madre quiere llevarlas a un colegio mixto frente a la intolerancia religiosa del padre, el caso de una niña marroquí secuestrada por el padre y llevada a Rabat y la trama principal en torno a un joven de 17 años enfermo de leucemia y Testigo de Jehová que, como sus padres, rechaza la transfusión de sangre que puede salvarle la vida. Con unas amplias tesis acerca del credo de los Testigos de Jehová y de la postura contraria de respetar todas las religiones siempre que sean “jurídica y socialmente aceptables” reflejadas en las sesiones del juicio, con unas acertadas frases, algunos chistes sobre juristas y alegatos en favor de los trabajadores sociales, el escritor elabora un libro sobre la moralidad y sobre lo que es razonable y legal, sin perder de vista el propio conflicto personal de la protagonista entre la soledad, el ostracismo, la compasión y la trasgresión de la ética profesional. Muy interesante, inteligente, emotivo y atrevido. De 8.
McEwan no vuelve a defraudar. Siempre está proponiendo argumentos nuevos que nos hacen que pensar. En esta también. Y sabes que en un momento u otro de la novela habrá una "vuelta de tuerca". La leí en dos días y me ha gustado mucho.