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Novela aparentemente autográfica cuya narración comienza la noche de la ceremonia en el que se falla el Premio Planeta 2014, y Pilar Eyre como firme candidata para llevarse el galardón con una novela también autobiográfica “Mi color favorito es verte” en la que cuenta su apasionada aventura con un señor francés que conoce una noche de verano en la Costa Brava, pero que la deja muy marcada, tanto que no cesa en su empeño de volver a encontrarse con él.
“Nomeolvides” sería la continuación de “Mi color favorito es verte” en donde asistimos desde cómo se arregla para asistir a la ceremonia del galardón (retoque estético incluido), cómo se siente el quedarse finalista, la promoción comercial posterior, la relación con la gente que la rodea, y el nexo a todo ello, la obsesión por volver a ver a ese hombre de aquella noche de verano.
Una novela divertidísima desde el mismo comienzo. Sin embargo, al mismo tiempo, una historia que, de ser cierta, sería demasiado sincera. Se abre en canal al lector. Descubrimos cómo piensa, políticamente incorrecta muchas veces, su desinhibición para hablar y hacer, pero sobre todo cómo siente, que incluso podría llegar a costar entender esa obsesión por encontrar a ese hombre.
Y sí, la vida siempre da una segunda oportunidad, que le llega a ella en forma de reencuentro con ese hombre que hasta la lleva a plantearse lo que ha sido su vida hasta ahora.
Merece la pena.
Leo "Nomeolvides" el libro que, Pilar Eyre -la finalista del premio Planeta del año pasado- elabora contando lo que le pasó desde esa gala de entrega del 15 de octubre de 2014 porque, como dice "a mí solo me ocurren sucesos asombrosos". En fin. La escritora, utilizando de nuevo la primera persona (a veces se encara al lector y eso confunde) a fin de dotar de agilidad y naturalidad a su texto y, relatando hechos del pasado reciente, no hace sino volver sobre el mismo tema de su libro anterior estirándolo innecesariamente y creando una novela frívola en la que esta vez (en la novela anterior se reía de ella misma, de sus operaciones de estética y de su participación en los programas de televisión) se burla del lector (cuando dice "el listín telefónico (lo siguen publicando, ¿verdad? Me molesta no actualizar los referentes)", de las mujeres (por ejemplo cuando pone "tú a lo tuyo, hembra de la especie, a abrirte de piernas si eres joven", "soy mujer y ya sabes la limitación intelectual que representa ese hecho",...), de las ludópatas (cuando dice "ahí donde honradas amas de casa con sus carros de la compra vacíos se juegan el dinero de la comida de sus criaturas en las máquinas tragaperras con esa alegre musiquilla"), del ganador del Premio Jorge Zepeda y de su novia, de sus compañeros, de los escritores jóvenes y de los críticos. Esta vez, a pesar de colocar en la narración poemas y cánticos de Federico García Lorca, de "Edipo Rey", de la "Ilíada" y la ecuación de Kepler, no veo sinceridad sino ordinariez ("Sébastien, ¿volverás a besarme, a meterme tu miembro largo y duro?"), vulgaridad, un despropósito en la aparición de él -pues la escena no hace sino dar bandazos- y un desenlace demasiado forzado. De 1,5.