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La autora maneja los monólogos de sus personajes con soltura y no se hacen para nada pesados.
De la mano de la protagonista, Mariela, Jenn Díaz nos mete (literalmente) en un mundo de posguerra, de verdades y mentiras, silencios y secretos de los que todo el mundo sabe, pero nadie le dice nada al completo.
A pesar de que no es el tipo de libros que suelo leer, éste me ha gustado bastante.
Menuda sorpresa... esta autora escribe muy bien, maneja la primera persona y el monólogo interno con soltura (es verdad que la segunda parte recuerda inevitablemente a “Cinco horas con Mario”), para contar una historia sobre mujeres desgraciadas en tiempos poco afortunados para ellas. No hay rastro de panfleto, el fantasma de la guerra es un ruido de fondo y la escritura se centra en la subjetividad de la protagonista y su despiadada entrada en la madurez, en un mundo donde nadie se atreve a hablar abiertamente de la verdad y eso crea traumas y frustraciones, heredadas de generación en generación.
Novela de pueblo, de la tierra, novela confesional, introspectiva, con un lenguaje cargado de amargura, de ironía, contando mucho con poco, como un rompecabezas que se va completando lentamente, al servicio de unos personajes que se sienten muy auténticos. Enhorabuena.
Muy del estilo Cinco Horas con Mario de Miguel Delibes aunque algo más aburrido.Para tener tan buenas críticas no me ha parecido nada del otro mundo.