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Novela a mitad de camino entre lo histórico y lo negro, que tiene en el cómico Miguel Gila uno de sus varios protagonistas. Ambientada en la Guerra de Ifni, en un paisaje cuartelario que rezuma alcohol, añoranza y violencia. Sin desmerecer sus guiños al humor, geniales los monólogos de Gila, al final impera la crudeza.
Leo "Todos los buenos soldados", el nuevo libro de David Torres Ruiz, quien efectúa una critica feroz al estamento militar a través del desamparo que sufre el humorista Gila (quien junto con Carmen Sevilla y otros artistas volaron hasta Sidi Ifni para animar a las tropas españolas sitiadas en la ciudad) cuando en la Nochevieja de 1957 se ve involucrado en unos asesinatos. En este homenaje a los combatientes que fueron enviados -muy mal equipados- al desierto africano en defensa de un sueño imperial que era sólo polvo, el escritor madrileño, con la prosa limpia y ágil que le caracteriza, consigue mostrar, con unos potentes y ágiles diálogos y unas realistas descripciones de los personajes y de los ambientes, las estampas de polvo y desidia, las vidas destrozadas por la contienda y el absurdo de la guerra. Este libro (en el que no entiendo el recurso de introducir las hojas del diario del alférez Alonso Díaz de Castro dado que no necesito su versión de unos hechos que ya conozco) me ha resultado muy entretenido, sencillo, esclarecedor, irónico y cuerdo, sin que durante toda la lectura me haya abandonado la sensación de derrota y tristeza a pesar del tono distendido que el autor crea con la transcripción de las actuaciones del brillante cómico (quien, a lo largo de la narración y para justificar su participación en la guerra anterior, repite a modo de disculpa, su sentencia "me fusilaron mal"). Bueno, de 6.