Resumen y sinopsis de El metro de platino iridiado de Álvaro Pombo
El matrimonio de Martín y María y el proyecto de vida que llevan a cabo apareja inevitables consecuencias en su entorno inmediato. Gonzalito, el hermano de María, al principio fascinado por la personalidad de su cuñado, profesor de filosofía y escritor, se ve impulsado a huir a Londres para conocerse a sí mismo y asumir sus propias pulsiones emotivas. Virginia, la frívola amiga de María, contrae un precipitado matrimonio con un empresario argentino vinculado a los negocios internacionales. Una tragedia familiar determina que todos confluyan en la casa paterna de María: Gonzalito, en angustioso conflicto interior tras su exilio londinense; Virginia, tras el melodramático fracaso de su experiencia conyugal; Pelé, hijo de María y Martín, involucrado en una ambigua y secreta relación con su tío; y los propios María y Martín, cuyas relaciones afectivas se han ido desnaturalizando poco a poco y guardan escasa vinculación con las expectativas de épocas pasadas. En efecto, han transcurrido muchos años y todo ha cambiado aun a despecho de la persistente voluntad de reflexión que distingue a los protagonistas, que ahora convergen hacia un dramático desenlace movido por los hilos ineluctables del destino que se han forjado.
Hacía mucho tiempo que no leía un libro tan horrible como éste. Y es que El metro de platino iridiado, es extraño y tedioso ya desde el título. Y sus más de 400 páginas solo ahondan más en el sufrimiento y la tortura que experimenta el lector cuando lee esta obra.
Álvaro Pombo es el autor de este bodrio. Incomprensiblemente, es un escritor muy famoso y laureado en España, donde ha ganado varios premios literarios importantes. La crítica profesional suele alabarle como un gran autor. Pero para mi es justamente lo contrario. Me parece un escritor mediocre que tapa sus carencias con un estilo de escritura grandilocuente, enrevesado y con una ejecución soporífera. Obviamente consigue todo esto con una prosa lenta, ampulosa y con un desarrollo lamentable, un lenguaje rimbombante que ahoga al lector y unas descripciones aceptables, sin nada realmente especial. Pero los personajes se llevan la palma. Una construcción terrible que aúna miles de reflexiones sentimentales estériles, evoluciones inverosímiles y unas costumbres algo alejadas de la España de los años 70, que es donde se ubica la novela. Hay cuatro protagonistas, a cual más espantoso. María es de un simplismo pavoroso, siempre instalada en la inacción, es un personaje ingenuo que piensa que el amor siempre lo cura todo. Martín, su marido, es un intelectual estúpido con ínfulas de grandeza que cada vez que habla hace el ridículo. Virginia, la mejor amiga de María, personaje débil, nervioso y autocomplaciente, es impulsiva y nunca mide las consecuencias de sus acciones. Y Gonzalito, hermano menor de María, está como una cabra.
La historia que se nos narra en El metro del platino iridiado, es de una simpleza que sorprende si tenemos en cuenta que la estructura del texto es tan densa que invita a estrellar el libro contra la pared en vez de proseguir con la lectura. En esencia, este libro es un drama familiar sobre quien soporta el peso de las decisiones dentro de una familia. Y lo explicaré con la sinopsis. La historia comienza cuando María, una jovencita de familia bien, se casa con Martín, un pelmazo que se cree el próximo genio literario. El matrimonio horroriza a todo el entorno de la joven, incluido su hermano, Gonzalo, y su mejor amiga, Virginia, ambos convencidos de que la pareja se precipita hacia la infelicidad. Pero contra todo pronóstico, el amor resiste el tiempo y se consolida como solo puede hacerlo cualquier cosa a la que echamos la rutina encima. Será entonces cuando la tragedia golpeé a la familia, trastocando la cotidianidad y revelando una podredumbre escondida que aqueja a todos los grupos humanos cuando la mayoría de sus miembros son unos estúpidos egoístas. El desenlace, abrupto, abierto y claramente insatisfactorio, nos deja la puerta abierta a una continuación, aunque espero que el autor no haya decidido ejecutar tamaño despropósito, ya que es una historia agotada de la que poco o nada más podría sacarse.
En definitiva, El metro de platino iridiado, es una lectura horrible, intrascendente y plana que no logra trasmitirte más emoción que la del aburrimiento más desconcertante. Con un texto tan denso que invita a abandonar la lectura, unos personajes irritantes y una trama sin nada extraordinario, leer esta novela se convierte en toda una proeza, digna de acabar en los anales de la Historia Lectora. Así que mi recomendación es que huyáis lo más pronto y rápido posible. No vaya a ser que este metro (con o sin Iridio) os alcance.