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Se lee con gusto pero no pasará a la historia de la literatura. Cuenta las relaciones del hijo con el padre y los sentimientos del primero. Describe dos fases en estas relaciones: enfrentamiento cuando el hijo es joven y comprensión cuando va madurando. No conocemos la realidad ni la versión del padre pero parece un libro honesto, sin trampas.
Es un libro muy logrado, muy intenso, bastante psicoanalítico. Se nota que el hijo lucha por ser justo, ecuánime con sus recuerdos y vivencias. Hay mucha emoción expresada o contenida; el tono está muy adecuado, especialmente cuando emplea la iteración sintáctica, logrando una especie de melopea catártica, muy eficiente en el plano emocional.
Me gustó mucho este libro que lleva una gran inteligencia emocional.
Es un libro maravilloso, de los que te tocan el corazón y emocionan hasta la lágrima pero sin caer en el sentimentalismo barato. Me ha encantado la forma cómo está escrito, de qué manera están dibujados los caracteres principales -que he terminado sintiendo cercanos, conocidos, ¡como si realmente pertenecieran a mi entorno!- Lo recomendaría a cualquiera, sin dudarlo. Además de ser una historia excelentemente narrada, te hace reflexionar sobre la, en ocasiones, difícil relación entre los hijos de padres separados y sus padres, las amarguras que surgen en ambas partes, los muros que se elevan por la falta de claridad o comunicación.
Bonita historia de amor, de principio a fin.
No me ha entusiasmado particularmente, ni he encontrado nada peculiar en la relación principal del libro ni en los sentimientos del autor. A lo mejor es porque las confesiones y/o memorias, no son de mis géneros de preferencia.
Muy emotivo. El autor desnuda sus sentimientos respecto a su padre. Sentimientos intensos tras vivir juntos la enfermedad que acaba con la vida del progenitor.
Esta obra me pareció fascinante. El autor desnuda su alma de tal manera, y habla con tanta transparencia de sus sentimientos, que por momentos sentí que en vez de leer, estaba sentada en un café ante un amigo muy cercano. Es uno de esos libros que te estremecen por dentro y te hacen evocar recuerdos de infancia, experimentar el dolor y la soledad de la adolescencia, la alegría de ver que alcanzamos metas y sobretodo el poder del amor y del perdón.
Un relato que sin pretender ser emotivo conmueve y en ocasiones emociona, contiene mensajes y hasta parece un ajuste de cuentas para terceras personas, pero constituye una suerte de reconciliación con el padre expuesta con sinceridad, respeto y una enorme dignidad que prevalece sobre el espíritu revanchista que inevitablemente trasluce en ocasiones el libro. Una prosa desnuda y sencilla, pero no por ello simple, facilita su lectura y sugiere transparencia, pese a que Giralt reconoce que se calla cosas. Reconozco que dejé a medias su obra "Paris" por parecerme tediosa; me concederé gustoso una segunda oportunidad.