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La narración en diferentes voces, los "capítulos" cortos y el lenguaje sencillo pero explícito hace de este libro una lectura entretenida. Hace querer volver a leer a Gamboa.
Soy Colombiano y me da vergüenza decir que hasta ahora es que lo estoy leyendo, impresionante.
Es una historia de fantasmas, de coincidencias, de registro policial que lleva a ninguna parte y de reflexión sobre el quehacer de la escritura y de las palabras en un universo sitiado por la violencia y la destrucción. Se sienten los tonos grises de los bombardeos, la exacerbada pasión de la periodista que invade los espacios del relator y la atmósfera de hecatombe que trae Maturana tras de sí. El final de la historia es apenas el comienzo de una salida hacia un nuevo mundo en medio de una geografía que permite respirar, e igual temer la poderosa fuerza de la naturaleza. Es memorable, hermosa, luminosa y sobrecogedora la historia de los ajedrecistas y su periplo lleno de cálida humanidad.