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Asesinato en la Moneda

Elizabeth Subercaseaux
Asesinato en la Moneda

Resumen y sinopsis de Asesinato en la Moneda de Elizabeth Subercaseaux

Los protagonistas de Asesinato... son Mariana Alcántara, dirigente en la cima de la jerarquía administrativa; Nicolaas, su bondadoso marido holandés; Pablo Ariztía, médico de la Presidencia, amante de Mariana; Lin, chef de cocina de la sede del Ejecutivo; Julieta y Cabrales, detectives a cargo de la investigación; Juan de Dios Bernales, jefe del gabinete; Lucrecia, empleada doméstica, madrina de Márgara, pareja de Lalo, el cual cumple una prolongada pena de presidio por una cadena de horribles violaciones seguidas de homicidios, más una serie de hombres y mujeres de profesiones u oficios de prestigio, respetables, admirados o, por el contrario, sospechosos, delictuales, ominosos, muy desagradables.

Como se ve, Asesinato... cubre un amplio espectro de capas y clases sociales del Chile actual y la pluma de Subercaseaux, si bien nunca le juega malas pasadas al describirlas, suele ser estereotipada al reunir a tanta gente diversa en un texto de escaso desarrollo. Con todo, el volumen conforma un thriller criollo y, como tal, ella supera con creces a varios escribidores que practican este difícil género.

Donde la novelista se cae de frentón es en el retrato de Lin: es inconcebible que un ser tan repelente en lo físico, tan sucio, sea el maitre del Primer Mandatario; sobre otros aspectos del chino, para no arruinar una crítica positiva, sólo diremos que Subercaseaux es políticamente muy incorrecta. Así y todo, es de esperar que Asesinato... signifique un futuro de logrados trabajos ficticios por parte de esta paradójica dama de letras

Elizabeth Subercaseaux es una periodista excepcional que también ejerce como autora de ficciones populares con temas que la sitúan, por lo general, en los primeros lugares de venta dentro de las listas de best sellers en el país. Con el tiempo, la prosa de Subercaseaux se ha pulido, es segura, el aplomo narrativo se percibe con nitidez, pero, sobre todo, se advierten rasgos en extremo contrapuestos en sus recientes títulos: los argumentos son cada vez más abracadabrantes, las situaciones se han vuelto implausibles y mirobolantes, los personajes y situaciones tienden a exhibir, si no inverosimilitud, al menos un alto grado de absurdidad; pese a ello, la escritora ha progresado de modo notable: en suma, estamos ante un caso de genuino desarrollo literario que, al fin, parecería estar encontrando un rumbo adecuado y certero.

Asesinato en La Moneda es su mejor novela hasta ahora, el libro se lee de punta a cabo sin sobresaltos, no hay gazapos, presentes en los textos previos de Subercaseaux y, en conjunto, resulta un relato ameno, bien armado, sin baches. Quienes esperen encontrar una historia relacionada con los episodios de corrupción que rodean a los últimos gobiernos concertacionistas, se quedarán con los crespos hechos. Aunque Asesinato... afecte a una subsecretaria del Interior, al Presidente de la República, a ministros en altas esferas del poder, la obra bien pudo transcurrir en una empresa pública o privada donde tétricos secretos, pugnas subterráneas que harán estallar un enorme escándalo, evolucionan en un crescendo vivo, cuyo desenlace no deja cabos sueltos.

Claro está que La Moneda, recreada por Subercaseaux, es un escenario de cartón piedra que posee tanta similitud con el Palacio de Gobierno como una casa de La Pintana con la Catedral de Notre Dame. ¿Importa mucho esto? En parte sí y en parte no. A Subercaseaux, en tanto excelente cronista, entrevistadora de lujo, reportera dotada de un ojo clínico para discriminar los sutiles matices de la realidad, la política contingente le interesa mucho y sus posiciones progresistas están a la vista en todo lo que ella redacta. En cuanto fabuladora literaria, en lugar de recurrir a esos dones, prefiere los melodramas tirados de las mechas y los tópicos escabrosos o la polémica deslavada. Sin embargo, en Asesinato... esto carece de relevancia cuando, pese a la inviabilidad de los acontecimientos, hallamos una madeja compacta de factores bien entrelazados, una docena de caracteres que, si bien son esbozados a la carrera, resultan convincentes o, cuando menos, logrados dibujos de seres humanos batallando en las sombras de un lúgubre complot.