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Los libros de M.H. Clark son como comer el macdonald's, uno sabe a lo que vá y no recibe sorpresas. Pues lo mismo, uno empieza a leer a MHC y sabe lo que va a recibir; mucho de tensión y angustia, pero sabe cuál va a ser el final.
Usa la misma técnica que el gran maestro del suspense, Hitchcock, saber el lector más de lo que sabe el personaje y vivir con la angustia de no poder traspasar las páginas para avisarle de los peligros a los qué se encamina.
De todos modos, recomendable para un finde de gripe -como fue mi caso-.