Resumen y sinopsis de El café de los pequeños milagros de Nicolas Barreau
Tras vender más de un millón de ejemplares de La sonrisa de las mujeres, el maestro de las historias románticas llega con un nuevo libro que es como un rayo de sol directo al corazón.
Nelly tiene 25 años, vive en París, le gusta la vida tranquila, adora los libros antiguos, desconfía de los hombres atractivos, está enamorada en secreto de su profesor de filosofía, cree en los presagios y nunca jamás se subiría a un avión. Desde luego no es el tipo de persona que cogería todos sus ahorros una mañana fría de enero, se compraría un bolso rojo y se montaría en un tren a Venecia.
Pero a veces las cosas ocurren. Cosas como un catarro, un amor inesperado o una inscripción misteriosa en un viejo libro... Y a veces hay que perder el suelo bajo los pies para llegar al séptimo cielo.
Nicolas Barreau vuelve con una novela deliciosa que lleva al lector del norte al sur para conducirlo a un pequeño café en el que aguardan los secretos y los milagros son posibles.
Completamente absurdo, El café de los pequeños milagros, es el tipo de novela rosa que desprecio más profundamente, lleno de personajes estereotipados, tramas simples, escenarios infravalorados y un final que, tras su lectura, dan ganas de estrellar el libro contra la pared.
Tras soportar esta novela puedo decir que, sin ninguna duda, me rindo con su autor, Nicolas Barreau, del que ya he leído dos libros más, siempre con horrible resultado. Y es que Berreau es un escritor infinitamente mediocre que posee un estilo de escritura extremadamente sencillo, pesado y con una ejecución que dan ganas de llorar, y que se apoya en una prosa dinámica, ágil y con un desarrollo muy mejorable, un lenguaje funcional y unas descripciones penosas. Son demasiado básicas y poco atractivas. Un crimen si tenemos en cuenta que la historia está ubicada en una ciudad tan preciosa como Venecia. Pero hay algo aún peor, los personajes. Con una construcción nefasta, lo que tenemos son estereotipos clásicos en toda novela rosa. A saber, la prima guay, la chica inocente, el italiano pasional, el abuelo sabio, etc... Y eso se acentúa especialmente en la pareja protagonista, compuesta por Nelly, una chica joven llena de pájaros en la cabeza, y Valentino, un macho man de la Toscana, lleno de testosterona (y amor, supuestamente) que, por supuesto, cumple a raja tabla con el cliché de hombre “mediterráneo”, es decir, fogoso, celoso y enamoradizo. A cual más típico...
El café de los pequeños milagros tiene la trama más estúpida y predecible que he leído en mucho tiempo. Es casi como esas horribles películas con las que las cadenas nacionales nos torturan en las sobremesas que siempre son iguales, aburridas y pesadas. Pero lo comprenderéis mejor si os cuento un poco de que va esto. Nelly es una joven que trabaja en la universidad de París como ayudante de investigación, mientras termina su tesis doctoral. Como es un cristalito emocional, tiene multitud de traumas, entre ellos el más importante es el de no coger jamás un avión. Tampoco parece especialmente inteligente o atrevida, ya que lleva años enamorada de su director de tesis. Nelly cree en las “señales” y los “momentos” adecuados para hacer las cosas. Así que cuando su querido profesor le rompe el corazón al anunciarle que va a casarse, no se le ocurre nada mejor que irse de vacaciones a Venecia. Y, como esta historia tiene tanta verosimilitud como encontrarse un unicornio tomando un Capuchino en la Plaza de San Marcos, allí se encuentra a Valentino, tremendo ejemplar masculino que, fíjate las cosas, resulta que se enamora a primera vista de nuestra peculiar protagonista ¿o puede que no?. Y el resto, como suele decirse, es historia. E historia terriblemente tediosa. Todo es lineal, nada te sorprende e incluso el final es decepcionante. Y es que el desenlace es increíblemente rápido y estúpidamente feliz. Algo que resta credibilidad a esta obra. Hubiera preferido que saliera el unicornio...
Definitivamente, El café de los pequeños milagros, es un ejemplo de mala literatura comercial, que solo esta hecha para provocar una pasajera emoción de ¿felicidad? A la vez que aniquila más neuronas de las que te gustaría saber. Reconozco que no soy una fan del género, pero hasta yo he leído mejores novelas de amor que este petardo. El único milagro presente en este libro es el de no dormirte mientras lo lees. Y cuesta. Mucho. Algo que el autor hubiera evitado (e insisto) si apareciera el unicornio.