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Cómo las redes sociales afectan a nuestra forma de leer y escribir

AutorElena Martínez el 3 de marzo de 2021 en Divulgación
  • Las redes sociales están fomentando un nuevo registro comunicativo para adaptarnos a sus parámetros de espacio y tiempo.
  • Dedicar mucho tiempo a estos canales, puede provocar fatiga visual y nos quita tiempo para la lectura.

Móvil sobre libro

No hay ninguna duda de que vivimos en la era de la inmediatez, lo queremos todo aquí y ahora. Desde algo material hasta la propia información, y en ambos casos, cada vez más, lo conseguimos todo con un solo clic. Gran parte de la responsabilidad de este cambio en nuestras necesidades y costumbres la tiene el mundo de Internet, que prácticamente y sin darnos cuenta, en una década ha cambiado nuestra forma de concebir el mundo.

Las nuevas generaciones nacen en este nuevo universo de la información inmediata, de hecho, acceden a los medios tecnológicos de forma cada vez más precoz, con sus pros y sus contras. Si tienen cualquier duda, no tienen más que teclear tres palabras en un buscador y hacer un pequeño scroll por la web. Nada que ver con tener que echar mano de la estantería y buscar por orden alfabético en una enciclopedia grande y pesada. Ese paso, en muchos casos, se lo están saltando.

Pero Internet no solo ha cambiado la forma de acceder a la información, sino también el tratamiento de la misma y su repercusión en nuestra forma de pensar y de escribir. Para empezar, la rapidez con la que accedemos a cualquier contenido y procedemos a su tratamiento, pone en duda la fiabilidad del mismo. Cuando impera la prisa, pocas veces se contrasta la información, y casi siempre se toma todo por válido. Llegados a este punto, cobran especial importancia las redes sociales, grandes contenedores de información en las que cualquiera puede participar y aportar algo.

Entre las bondades de estos canales de comunicación está la capacidad de compartir contenido, de forma masiva, y de acceder a un amplio abanico de entretenimientos, y aquí también entra en escena el factor tiempo. Un máximo de 280 caracteres, lo que equivale aproximadamente a 30 segundos de lectura en el caso de Twitter, 60 segundos de video en Tik Tok, o 2.200 caracteres en una publicación de Instagram, de los cuales, probablemente nos quedemos leyendo en los 1.000 primeros, entre otros ejemplos.

Este aspecto influye, sin lugar a dudas, en la capacidad de atención. Nos estamos acostumbrando a obtener la información acotada a estos parámetros de espacio y tiempo, y cada vez cuesta más concentrarse en textos largos. Si nos cuesta leer una publicación entera de Instagram, ¿con qué actitud abordaremos un libro de 500 páginas?

A este cambio de hábitos se suma la forma de escribir. Las redes sociales están fomentando un nuevo registro comunicativo, que, para quienes hemos vivido este cambio, no nos afecta de la misma forma que a las nuevas generaciones, que crecen interiorizándolo. Abreviamos las palabras para que se ajusten al espacio limitado y para agilizar la lectura, incluso acortamos las expresiones y no prestamos tanta atención a las faltas de ortografía.

Todos estos cambios están afectando a nuestras costumbres lectoras. Pasar horas y horas ante una pantalla, no solo nos quita tiempo de lectura sino que nos agota mentalmente y puede provocar fatiga visual. Antes de que todo este contenido online estuviese a nuestro alcance, leer era una de las formas de entretenimiento prioritarias, y sin embargo, esta costumbre está cambiando, especialmente entre el público más joven.

Entre otras cuestiones, la forma en la que consumimos contenido en Internet, influye en nuestra forma de leer. Está demostrado que, cuando leemos algo en la web, más que leer, escaneamos. En un solo vistazo buscamos la información, y si no encontramos lo que queremos, cambiamos de página. De esta forma, cuando cogemos un libro, nos cuesta más concentrarnos y seguir una lectura lineal y más pausada del mismo. Cuesta asimilar la información y la capacidad de concentración es menor.

Además, como hemos mencionado en otras ocasiones, la lectura de libros mejora la capacidad de expresión, escritura, concentración y de escribir textos largos, entre un sinfín de beneficios. Si cada vez se lee menos, y el contenido no está cuidado, continuarán perdiéndose todos estos beneficios. Aunque, rompiendo una baza a favor de las redes sociales, su uso moderado y responsable también puede aportarnos muchas cosas positivas. Sin ir más lejos, nos referimos a los perfiles dedicados a fomentar el cuidado de la ortografía y de la lectura, que cada día suman nuevos seguidores. Como recomendación final, y para que no se pierda la costumbre lectora, te recomendamos que, cuando vayas a leer, alejes todo dispositivo electrónico y te centres en disfrutar entre las páginas del libro.

Elena Martínez

(Valencia, 1995) Periodista, amante de las letras y de la tecnología. Siempre hay tiempo para perderse entre las páginas de un buen libro. Sueña con escribir el suyo propio.

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