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Inventio Fortunata, el libro perdido que se inventó el Polo Norte

AutorAlfredo Álamo el 18 de julio de 2018 en Divulgación
  • Datado en el siglo XIV, desapareció sin dejar rastro.
  • Su influencia marcó la geografía de varios siglos.

Mapa del Polo Norte por Mercator.

Cuenta la leyenda que un monje franciscano emprendió un largo y complicado viaje desde Oxford hasta alcanzar las regiones más septentrionales del planeta. Corría el año 1360, y, cuando volvió a la corte del rey Eduardo III, presentó una descripción de los increíbles hallazgos que había presenciado más allá de la tierra conocida en un libro: Inventio Fortunata.

El informe en cuestión quedó en el olvido hasta que dos siglos después, los exploradores ingleses decidieron aventurarse de nuevo tan al Norte. Por desgracia, el libro original parecía haberse perdido, no así retazos y detalles del viaje en otros volúmenes que se habían escrito sobre geografía y viajes.

El viajero Jacobus Cnoyen hizo un resumen del Inventio Fortunata que sirvió de base para la confección de mapas de la región ártica, aunque su texto también se perdió y lo único que conocemos de él, de nuevo, son referencias en cartas y textos de la época.

De hecho, se sabe que la descripción del Polo Norte que se usó para los mapas viene en una carta escrita al académico inglés John Dee por parte del gran cartógrafo Mercator:

Justo en medio de los cuatro continentes hay un remolino, en el que se vuelcan los cuatro mares que dividen el Norte. Y el agua ruge a su alrededor y desciende al interior de la Tierra, como si se colara por un embudo. Es cuatro grados de ancho a cada lado del Polo, unos ocho grados en conjunto. Excepto porque justo debajo del Polo yace una roca desnuda en medio del mar. Su circunferencia es de por lo menos 33 millas francesas, y está compuesta en su totalidad por piedra magnética.

En 1569, Mercator publicó su gran mapa mundial, usando como fuente para la representación del Polo Norte esta imaginativa descripción, basada en un testimonio de tercera mano, sacado de la lectura de una copia de un libro escrita por un monje hacía más de 200 años.

El mapa de Mercator fue la base de otros trabajos, como el que publicó su hijo de manera póstuma, el Septentrionalium Terrarum. Esta imagen del Polo Norte se mantuvo vigente durante los siglos XVI y XVII, ya que los grandes cartógrafos la habían dado por buena.

Hasta que las primeras exploraciones serias no volvieron de tierras árticas, con nuevos datos bien contrastados, no se cambió la percepción de que tras los hielos eternos había un gigantesco remolino bajo el que una poderosa roca magnética yacía solitaria. Toda una visión de leyenda.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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