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El escritor y las redes sociales, una historia de amor y odio

AutorAlfredo Álamo el 2 de febrero de 2018 en Opinión
  • ¿Cómo debe ser la presencia virtual de un autor?
  • ¿Actividad personal, privada o ambas?

Teclado con teclas de redes sociales.

El principal trabajo de un escritor es escribir. Es a lo que debe dedicar más horas en su día a día si quiere terminar las ideas que tiene pendientes y, al mismo tiempo, ir mejorando poco a poco. Sin embargo, la idea de que todo autor debe mantener una presencia virtual en las redes ha calado hasta tal punto que muchos pasan más tiempo del necesario discutiendo, pontificando o, sencillamente, pasando el rato. ¿Debe un autor estar siempre presente? ¿Hasta dónde llega lo privado y lo público?

Lo primero es dejar claro que esto de procrastinar delante del teclado no es nada nuevo. El caso de H. P. Lovecraft, por ejemplo, es palmario, ya que su correspondencia llegó a superar, y por mucho, el volumen de su obra escrita. Hoy en día tenemos el ejemplo correspondiente en autores que se pasan el día hablando en Twitter o en Facebook. Es cuestión de organizar nuestras preferencias.

Lo segundo que hay que decir es que esta idea que tanto comentamos de “debes estar en las redes” estaba dedicada a esos señores mayores que un día se daban cuenta de su completa ignorancia del mundo que les rodeaba. ¿Twitter? ¿Facebook? ¿Y dice usted que tengo que escribir aquí? Pues a ver qué tal se me da. Ahora ya hay toda una generación de autores que no es que tenga que preocuparse por su lado virtual, es que ya lo tenía antes, y forma parte de su propia identidad.

Así que quizá aquí es donde podamos encontrar ciertos problemas. Si tienes tu cuenta de Twitter de toda la vida, donde hablas de lo que te da la gana, quizá encuentres que muchos de los que acuden a seguirte lo hacen exclusivamente por tu faceta de escritor. Que es posible que la mayoría encuentren de lo más interesante lo que tuiteas, pero cuanto más alcance tengas, más probabilidades hay de que aumente el ruido.

Sí, el ruido. El enemigo de la comunicación. Si en tus redes hablas de cualquier cosa, incluyendo, por ejemplo, temas como el fútbol, los toros y la política, lo más normal es que pronto tengas un montón de mensajes discutiendo, insultando y generando ruido de fondo. La sociedad (virtual) que tenemos es así.

Llegados a este punto puedes hacer varias cosas. Como norma básica, no interactuar con trolls, tuitstars oportunistas en busca del RT o del ZASCA. Es una pérdida de tiempo absoluta. Y, por otro lado, prioriza siempre a la gente que acude a las redes para hablar contigo de literatura. Ese es tu público y los seguidores que, al fin y al cabo, te leerán más tarde. Si se sienten ignorados o se ven metidos en menciones interminables sobre polémicas e insultos, no van a estar cómodos.

¿Quiere decir esto que tienes que limitar los temas sobre los que opinas? No, claro, pero si entras al trapo del trolleo vas a perder muchísimo tiempo que, al final, no te va a aportar absolutamente nada. Nadie te va a dar un premio por demostrar que alguien estaba equivocado en Internet, tenlo por seguro. Y si quieres mantener un canal de comunicación abierto, esto no es positivo. Depende de muchos factores: número de seguidores, necesidad de información, aguante frente a los trolls y las cuentas fake.

Sencillamente, elige la interacción que buscas. Si contestas a todo lo que se te dice, muchos aprovecharán para picarte. Si solo pones información comercial, perderás a los que se acercan a las redes sociales para obtener una mejor visión de un autor que desean conocer. El papel político y social de un escritor no solo debe demostrarse en mensajes cortos que se pierden en las redes sociales, sino a través de sus propias obras. Ahí es donde mejor se defiende el pensamiento crítico y personal, y del que luego puede emanar una buena y enriquecedora discusión en redes sociales. Huye del insulto. Escapa del meme imbécil. Exprésate con libertad y no tengas miedo a los que solo buscan una fama efímera de treinta segundos. Al final, y como último recurso, está el botón de bloquear.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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