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El futuro de los libros de texto tiene que ser abierto

AutorAlfredo Álamo el 26 de abril de 2017 en Opinión
  • En Estados Unidos están comenzando a promoverlos.
  • Suponen una gran parte del mercado editorial.

Libros de texto y una tablet en un aula.

Cada año el gasto en material escolar supone un desembolso de cientos de euros por niño para miles de familias. En los últimos años se han venido tomando medidas para paliar ese gasto gracias a los bancos de libros y las ayudas estatales. Sin embargo, el cambio de los contenidos hace obsoletos los libros con rapidez y las subvenciones son un parche que, en el fondo, sale de los impuestos que pagamos todos. La tecnología para desarrollar contenidos educativos libres y gratuitos ya existe, y debería implementarse.

En Estados Unidos han dado los primeros pasos oficiales para promover este tipo de material, publicado con licencias mucho más permisivas que los libros de texto tradicionales y que pueden ser repartidos y utilizados de manera electrónica por todo el alumnado, o bien imprimiendo partes concretas. Muchas universidades ya publican libremente materiales de cursos para que cualquiera pueda acceder a ellos, pero ahora la idea es llegar a la enseñanza primaria y secundaria.

La idea es dar dinero a escuelas públicas y centros comunitarios para que puedan desarrollar y adaptarse a usar estos materiales de libre acceso, reduciendo muchísimo la dependencia de los libros de texto tradicionales. Si bien puede suponer un fuerte gasto, el ahorro a largo plazo puede ser muy importante. Estamos hablando de millones de dólares, y eso sólo a nivel de un estado.

En España hay algunas iniciativas para preparar material libre para ser usado en colegios e institutos, pero no hay una voluntad institucional para dar el salto. No hay que olvidar que la industria editorial dedicada a los libros de texto es una de las más potentes del país y que existen muchos intereses económicos favorables a mantener la situación actual.

Sin embargo, parece contrario a la lógica pensar que algo que puede ser consensuado de manera pública y a bajo coste no se implante frente a versiones de pago y con cargas ideológicas inciertas. No estamos hablando de sustituir todos los materiales de golpe, pero sí de ir poco a poco metiendo más contenido que alivie la carga familiar que suponen estos textos hasta lograr un equilibrio correcto.

¿Qué os parece? ¿Libros libres o cerrados? ¿Hacia la gratuidad real o hacia la subvención de la industria? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Vía: Quartz

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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