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¿Sabías que el Barón de Munchausen existió de verdad?

AutorAlfredo Álamo el 23 de febrero de 2017 en Divulgación
  • Su nombre real era Karl Friedrich Hieronymus.
  • Sus bravatas eran tan famosas que lo cogieron como modelo literario.

Busto del Barón de Munchausen.

Todos conocemos las locuras contadas por el famoso Barón de Munchausen, un delirio de aventuras en las que no se escatima imaginación y en el que podemos encontrar a este divertido personaje llegando hasta la luna en un increíble viaje o bien verlo cabalgar a lomos de una bala de cañón. Sus exageraciones han llegado a ser tan famosas que incluso han dado nombre a un síndrome médico con su nombre, en el que se cree sufrir una enfermedad sin padecerla. Pues bien, el Barón de Munchausen existió de verdad, y su nombre era el de Karl Friedrich Hieronymus.

Para que nos situemos, estamos hablando de mediados del siglo XVIII. El tal Karl era realmente un barón, pero de Münchhausen (apréciese la sutil diferencia) que sirvió en el ejército ruso, luchando en dos campañas contra el Imperio Turco. A su vuelta, como no podía ser de otra forma, narró sus aventuras y experiencias en el frente con cierta dosis de fantasía. De hecho, era algo bastante normal, pero por lo visto, el barón se hizo especialmente famoso por sus historias extravagantes y heroísmo exagerado.

En 1780 entra en escena Rudolf Erich Raspe, un académico especialista en historia natural que acabó siendo secretario de la Biblioteca de Estado en Hannover, donde se hizo un hueco entre la alta burguesía. Su peculiar sentido del humor y escritos satíricos, sin embargo, le fueron quitando apoyos, dedicándose cada vez más a escribir literatura, sin dejar de lado su lado académico, convirtiéndose en miembro de la Royal Society en Inglaterra.

Fue en ese país precisamente, no sabemos si por poner distancia con el verdadero Barón de Münchhausen, donde apareció en 1785 el Relato que hace el Barón de Munchausen de sus campañas y viajes maravillosos por Rusia, en el que aprovecha la naturaleza exagerada del militar para introducir una serie de relatos populares y tradicionales que había ido encontrando a lo largo de su carrera. El resultado es de todos conocido: un libro divertido, cáustico y que convirtió a Munchausen en el ejemplo más grande de embustero del mundo occidental.

Años más tarde se publicó una versión en Alemania por parte de Gottfried August Bürger, quien añadió más historias y que supuso un daño terrible a la reputación del verdadero barón, el cual no sabía nada de esto y que de la noche a la mañana se convirtió en objeto de burla en toda Europa. De hecho, esta fama de mentiroso le afectó bastante a nivel personal.

Sin embargo, la figura del barón real y el imaginario se han fundido de manera inextricable. Hoy en día existen monumentos dedicados a él en su ciudad natal y también en Kaliningrado, lugar clave de la novela. Hasta existe una ruta de tipo turístico que recorre los lugares donde, según los libros, sucedieron sus aventuras, desde Alemania a Lituania o Letonia.

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Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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