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El final de la novela contemporánea

AutorAlfredo Álamo el 15 de febrero de 2017 en Opinión
  • ¿Será igual la narrativa para las próximas generaciones?
  • ¿Se trabaja igual desde el mundo editorial que hace 100 años?

Personaje oscuro en medio de una librería.

La novela, tal y como la conocemos hoy en día, no es tan vieja como muchos creen. Su aparición desplazó otras formas de publicación mucho más populares en la época, como el folletín o la novela corta, aunque muchas obras siguieron publicándose por entregas hasta bien entrado el siglo XX. Lo cierto es que ya ha pasado bastante tiempo y tanto el formato como la manera de narrar de las novelas parece que está llegando a su fin. ¿O tal vez no?

El formato se enfrenta a varios problemas en el futuro. El principal es el de la popularización de los medios digitales. La típica publicación de novela se atiene a unos criterios determinados de duración, algo que desaparece a ojos del lector digital. Un ebook puede ser fino o gordo, al perder la presencia física, la necesidad, o capacidad, de las imprentas pasa a un segundo plano.

Un segundo problema es el de las historias que se cuentan. Para las nuevas generaciones, parece que las historias largas van perdiendo interés frente a las cortas. La intensidad prima sobre el desarrollo, el impacto va antes que la reflexión. Tampoco es para escandalizarse, a lo largo de la historia de la literatura esto ha pasado en numerosas ocasiones. Todo es cuestión de modas.

El tercero de los problemas quizá reside en el mundo editorial y es a la vez causa y producto de los dos anteriores. Hoy más que nunca se considera el libro como un producto y no como una obra cultural, por lo que el trabajo que se realiza en las grandes editoriales pone las ventas por encima de la calidad. No siempre sucede así, pero es una tendencia difícil de ignorar. ¿Qué quiere decir esto? Que muchos libros que en un determinado momento no encajan en la corriente principal son descartados sin más, desplazados a mercados secundarios como el de la autoedición o el libro electrónico. Hace treinta años nadie habría apostado por las series de televisión frente al cine.

Creo que es más fácil encontrar obras originales e interesantes, capaces de reflejar nuestra sociedad y la que viene, dentro de estos mercados alternativos, pero con grandes problemas de edición y de visibilidad. Hoy en día no hay mecanismos capaces de seleccionar obras interesantes dentro de los miles de publicaciones que podemos encontrar en Internet. Además, la mayoría de ellas padecen una edición amateur, lo que deja a libros que podrían ser interesantes en buenos intentos.

¿Qué potencia esto? Que las novelas capaces de aportar un nuevo cambio generacional se pierdan hasta encontrar un lugar en común con sus lectores, fomentando formatos rápidos e historias sencillas. El resultado final que podemos encontrar son novelas basadas en estudios de mercado que copan la mayor parte de las librerías. Ni siquiera las editoriales independientes escapan a este proceso, ya que la novela tal y como la conocemos hoy en día sigue siendo objeto de nuestra nostalgia.

Pero puede que no sea así, que la novela goce de buena salud y que, una vez más, escape a su muerte anunciada, alargando unas cuantas décadas su validez. Quizá sea así, ya que por el momento las alternativas todavía están en pañales.

¿Y vosotros? ¿Creéis que las historias clave del siglo XXI seguirán siendo novelas? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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