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Las drogas más curiosas de la literatura

AutorAlfredo Álamo el 3 de febrero de 2017 en Divulgación
  • Hay drogas de efectos realmente curiosos en algunos libros.
  • Son violentas, hipnóticas e incluso sobrenaturales.

Pastillas de colores en la palma de una mano.

A lo largo de la historia de la literatura, las drogas han sido un tema tratado por muchísimos autores. No podemos dejar de pensar en Sherlock Holmes usando cocaína como un ejemplo de ficción, o en las surrealistas narraciones de William S. Burroughs. Pero hoy os vamos a hablar de drogas ficticias, creadas especialmente para la literatura, cuyos efectos e importancia narrativa han quedado para siempre en nuestra memoria.

Soma, en Un mundo feliz

El soma es parte fundamental de esta novela de Aldous Huxley, que, además, era un defensor de la psiconáutica, como podemos encontrar en Las puertas de la percepción. Pero el soma es lo contrario de usar drogas para abrir nuestra mente, se trata de una manera de lograr un paraíso artificial, de ser siempre feliz y olvidar los problemas. Como si el más potente de los antidepresivos actuales se convirtiera en el chicle de moda.

Can-Di y Chew-Zi, de Los tres estigmas de Palmer Eldritch

Philip K. Dick también fue un autor cuya relación con las drogas resulta bastante conocida. Para su psicodélica novela Los tres estigmas de Palmer Eldritch presenta dos sustancias especiales. La Can-Di permite compartir las sensaciones que se experimentan en trance con la gente que está consumiendo la droga cerca de ellos. Por otro lado, la Chew-Zi transporta al usuario a un mundo bajo el control mental del propio Palmer Eldritch. Otra interesante droga creada por Dick fue la Substancia D, entre el LSD y el crack, que aparece en Una mirada a la oscuridad.

Dylar, en Ruido Blanco

En esta novela de Don DeLillo, el Dylar es una droga capaz de eliminar el miedo a la muerte. Es una propuesta interesante, pero que lleva aparejada una serie de efectos secundarios nada agradables: puede destruir tu conciencia y dejar el cuerpo vivo, machacar una parte de tu cerebro e inmovilizar el lado contrario del cuerpo, o anular la capacidad de distinguir lo literal de lo figurativo.

Carne negra, de El almuerzo desnudo

Como ya hemos dicho, Burroughs, que fue adicto a la heroína, usa el tema de las drogas de manera habitual en su obra. Sin embargo, la creación de la Carne negra es especial. Esta sustancia tiene la apariencia de un queso mohoso, y es a la vez delicioso, adictivo y nauseabundo. Su potencia es tal que los que la consumen acaban vomitando y comiendo en un ciclo que sólo termina cuando quedan exhaustos.

Salsa de soja, en John muere al final

Como habréis sospechado, esta salsa de soja no es la misma en la que mojáis vuestros nigiri. De hecho, es una droga sobrenatural que le da al consumidor una percepción excepcional, haciéndole capaz de ver cosas y seres invisibles a los humanos normales, además de la habilidad de ver el futuro y el pasado. ¿Contraindicaciones? Es mortal para la mayoría de la gente ya que atrae la posesión demoníaca.

Moloko con clavos, en La naranja mecánica

En la conocida obra de Burgess, una de las drogas favoritas que se sirve en el Bar de Leche Korova es la leche-plus, más conocida como moloko con clavos. Se dice que es leche con drencrom, un producto relacionado con el adrenocromo, una sustancia capaz de producir psicosis, desorden del pensamiento, sensación de ilusión y euforia.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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