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Bibliomancia: cuando se usaban los libros para ver el futuro

AutorAlfredo Álamo el 24 de junio de 2016 en Divulgación
  • Esta práctica se inició en tiempos del Imperio Romano.
  • La Biblia o La Eneida fueron textos muy utilizados.

Baraja del tarot utilizada para ver el futuro.

El poder de los libros fue considerado en tiempos antiguos como algo que iba más allá de su capacidad para transmitir conocimiento. En tiempos del Imperio Romano algunos augures utilizaban libros para tratar de escrudiñar el futuro, abriendo un libro al azar y tratando de interpretar el texto que aparecía escrito.

El auge de la bibliomancia se dio sobre todo durante la Edad Media, tanto en Europa como en Oriente Próximo. Para estos ritos adivinatorios no valía cualquier libro, así que los elegidos fueron durante esta época la Biblia -pese a que el Deuteronomio prohíbe cualquier tipo de adivinación-, así como el Corán. También se usaron textos clásicos, como la Eneida de Virgilio o textos de Homero.

¿Cómo funcionaba la bibliomancia?

Al parecer usaban dos métodos. El indirecto consistía en dejar el libro al aire libre, abierto justo por la mitad, y se dejaba que el viento moviera las páginas. Si había más prisa, se lanzaba el libro al aire y se leía por donde hubiera quedado finalmente abierto al impactar con el suelo.

La otra manera era más guiada, ya que era el bibliomante el que abría el libro y buscaba la página correcta -teóricamente con los ojos cerrados-, aunque también se podía pedir al que solicitaba la profecía que se encargara él de abrirlo por donde considerara oportuno.

Uno de los lugares donde se consideró la bibiomancia como un arte adivinatorio importante fue en Irán, donde durante cientos de años se utilizó la obra poética de Hafez de Shiraz, un místico sufí sobre el que siempre recayó un aura de misterio y misticismo.

Con el tiempo se comenzaron a utilizar también libros con los que el interesado por conocer su futuro tenía cierta conexión emocional, aunque hoy en día -sí, es una práctica que todavía existe-, se usan métodos como el de elegir un libro al azar dentro del catálogo de una biblioteca.

En Oriente, el gran ejemplo de bibliomancia es el I Ching, libro con numerosas citas adivinatorias seleccionadas mediante el lanzamiento de unas monedas especiales. Este método ha sido utilizado durante siglos en China y todavía hoy es una práctica frecuente.

En cuanto al acierto o error de este peculiar método de adivinar el futuro, lo único que os podemos decir es que, casi con toda seguridad, es tan exacto como el resto de prácticas para conocer lo que el destino nos depara.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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