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Consejos para escribir de grandes autores (II)

AutorGabriella Campbell el 20 de marzo de 2013 en Divulgación

Mark Twain

En la primera parte de este artículo os hablamos de algunos de los consejos más interesantes que ofrecieron Ernest Hemingway y F. Scott Fitzgerald a aquellos que quieren aprender a escribir (o mejorar su habilidad, o simplemente, como lectores, entender un poco mejor el funcionamiento del texto y de su proceso creativo). Ahora nos centraremos en otros escritores, que también tienen bastante que aportar al respecto.

Anton Chéjov, uno de los autores de relato más importantes de la historia de la literatura, nos habló de la importancia de mostrar los detalles de forma indirecta, evitando los clichés y las obviedades: “No me digas que brilla la luna; enséñame un reflejo de luz en un cristal roto”.

Uno de los consejos más divertidos viene de la mano de Mark Twain: Cada vez que quieras usar la palabra muy, escribe condenadamente; tu editor lo eliminará y lo escrito estará justo como tiene que estar. La palabra a la que se refería Twain era damn, que en el inglés de su época era bastante más fuerte que condenadamente (aunque esta es su traducción literal), así que podéis usar en su lugar vuestro taco favorito. Es un consejo que podría aplicarse a cualquier modificador o término del que solamos abusar y que sea innecesario: desde adverbios terminados en -mente a la terminación -ísimo o a adjetivos que no aportan nada al sustantivo. La precisión y el conocimiento de la gramática son siempre nuestros aliados.

¿Y qué dice John Steinbeck de esto de escribir? El autor de Las uvas de la ira da seis consejos fundamentales, que recogió en una entrevista el Paris Review. Primero, abandona la idea de que algún día vas a terminar lo que estás escribiendo. De esta manera no te agobias, te concentras en lo que estás trabajando y el final llegará como una sorpresa agradable (más de un escritor, preocupado más por encajar su obra en un número de páginas aceptable para la editorial que en darle forma a la historia, podría hacer caso aquí a Steinbeck. Segundo, escribe con la mayor fluidez y velocidad que puedas, escúpelo todo en el papel; no corrijas ni reescribas hasta que termines (muchas veces la reescritura no es más que una excusa para no avanzar cuando uno está atascado o lo asaltan las dudas y la inseguridad; además puede influir en el ritmo natural de la escritura). Tercero, olvida a tu público. Escribe para una sola persona, no para una masa desconocida a la que no puedes complacer por completo. Cuarto, si una escena o sección se te resiste, pero crees que es necesaria, déjala aparcada y continúa por otro lado. Cuando termines podrás regresar a ella, tal vez descubras que la razón por la que te daba problemas era porque realmente sobraba o no encajaba ahí. Quinto, cuidado con una escena que te gusta demasiado, más que las demás (y aquí podríamos decir que cuidado también con los personajes que gustan demasiado, más que los demás, el peligro de la mary sue acecha siempre). Es frecuente que destaque demasiado y que no termine de conjugar con el resto, y que ese favoritismo le reste verosimilitud. Y por último, el sexto consejo: si escribes un diálogo, léelo en voz alta mientras lo escribes. Así, la conversación parecerá más realista, se acercará más a la palabra hablada.

En la tercera y última entrega de esta serie de artículos, veremos de qué forma otros grandes autores pueden seguir inspirando con su experiencia y maestría a todos los que escriben.

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