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Dame un euro y toma mi historia

AutorAlfredo Álamo el 9 de junio de 2011 en Opinión

Euro cuento

Es cierto que pese a que en el mercado americano Amazon ya haya confirmado que vende más libros en formato electrónico que impresos, en el español todavía queda mucho que hacer debido principalmente a situaciones clave como el precio de los dispositivos de lectura o el de los libros electrónicos.

Mientras las empresas de tecnología estén contentas con sus beneficios, los primeros no bajarán. Aquí todavía no ha llegado Amazon para reventar los precios con su política de venta de contenidos. En cuanto a los segundos, los libros, dependen de una voluntad editorial que se debate entre la depreciación del valor del libro y el miedo a la piratería.

De hecho, autores que se autoeditan con éxito como Amanda Hocking, acaban siendo fichadas por editoriales como MacMillan… que lleva una política de precios completamente diferente a la que hizo que la joven americana vendiera libros como rosquillas. Y es que, ¿hasta que punto se valora un contenido digital? ¿se aprecia ese valor añadido que pueden ofrecer las editoriales, como la corrección, el diseño o la garantía de calidad?

No olvidemos que el precio de la mayoría de aplicaciones, tonos musicales o canciones acaba rondando el euro o el euro con algo; tienes que ofrecer un producto muy diferente, y bueno, para convencer a alguien para que pague cinco o seis euros. En un libro, además, añade la incertidumbre de no saber si te va a gustar o no… ahora, si sólo es un eurillo…

Aquí, claro, los escritores tienen que decir algo. Crear no es algo sencillo y menos escribir una novela, al menos tal y como muchas editoriales de hoy en día entienden como novela, es decir, vendiéndola más al peso que por su calidad. Ese peso no existe en el mundo digital, una canción de seis minutos va a costar igual que una de cuatro. El ebook de una novela corta va a costar ese «precio mínimo» igual que el de una de seiscientas páginas.

Durante décadas, la industria editorial ha impuesto sus preferencias a los escritores por cuestiones de tipos de papel, modo de encuadernación o tiradas, además de por sus análisis de mercado y previsiones. La edición digital rompe limitaciones de formato y precio y quizás sea el momento de aprovecharlo. De cómo puede cambiar la profesión de editor, hablaremos próximamente.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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