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DRM Social, la alternativa al restrictivo DRM del mercado

AutorAlfredo Álamo el 30 de marzo de 2009 en Divulgación

ebook

Ya he hablado en otras ocasiones sobre el llamado DRM Social o Fingerprinting a la hora de sus uso en el libro electrónico, pero voy a intentar explicar un poco mejor en que consiste esta método para el control de e-books.

La mayoría de grandes editoriales está convencida que con el libro digital vendrá la hecatombe de la piratería a gran escala, ya que consideran al lector medio alguien que se bajará los libros de las redes P2P o sitios de descargas directas en cuanto tenga la ocasión. Para evitarlo, la solución que están aplicando se basa en el uso de DRM, el acrónimo en inglés de Digital Rights Management.

El DRM es una solución de software mediante la cual se limitan las posibilidades de reproducción del archivo, así como las de su copia. El DRM puede limitar el número de equipos en los que se puede leer, el número de copias, o incluso el dispositivo específico en el que se puede leer -existe una variante, la de Amazon, en la que incluso limita qué se puede leer en su propio lector electrónico.

Ese método ya ha sido utilizado con anterioridad por el mundo de la industria discográfica con resultados de dudoso éxito, por no hablar de fracaso absoluto. La limitación de derechos frente a la copia privada produce movimiento en contra, un movimiento que suele proveer de herramientas capaces de eliminar las limitaciones impuestas por el DRM, y que, además, acaban siendo declaradas completamente legales. A cada restricción le pueden salir decenas de métodos capaces de eliminarla.

Otro de los grandes problemas del DRM y la cultura de los libros se aprecia en dos puntos clave. El primero de ellos es el préstamo de libros. Con un DRM severo, a menos que le prestes a un amigo el lector de e-books con el libro dentro, no habría manera de conseguirlo. La industria parece empeñada en que cada lector se tenga que comprar el libro si quiere leerlo, algo completamente fuera de toda lógica y tradición.

El otro problema, que es todavía más serio, es la de la pérdida del lector físico, borrado de discos duros, o, simplemente, cese del sistema editorial o actualización del lector. ¿Qué pasa con todos esos libros que te habías bajado? ¿Podrás bajarlos de nuevo? ¿Leerlos en el tu lector de siguiente generación? Con el DRM se planten problemas a todas estas situaciónes.

Frente a esto, aparece el DRM Social. ¿En qué consiste? En incluir los datos del comprador -nombre, dirección de correo electrónico- dentro del libro, así como una marca de agua que permite rastrear el ejemplar. No hay más limitaciones de uso que las de la licencia usada con el libro, claro que nada impide también la eliminación de este DRM; quien piense que no existirá una distribución al margen de la oficial está perdiendo el tiempo. Pero la gente que lee, y puede pagarlos, acaba comprando libros, así que siempre es más sencillo ponérselo fácil al cliente y no tratarlo como a un delincuente.

El uso de DRM Social permite dejar libros, permite asegurarse una continuidad en el tiempo aunque se cambie de formato o evolucione la tecnología de los e-readers. Además, la tecnología no tiene que ser cerrada y las editoriales no dependerían de un elemento externo para imponer la tecnología DRM tradicional y que actualmente está cobrando un pequeño porcentaje de las ventas.

Como problemas del DRM Social podemos nombrar el saber qué datos son los que se deben incorporar al e-book sin caer en problemas de privacidad, o bien, como todo en el mundo del libro electrónico, el no saber exactamente cómo va a evolucionar el mercado o cómo va a reaccionar el lector habitual frente a los nuevos modos de comportamiento social que el mundo digital va a establecer.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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