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Todo lo que aprendí leyendo al Inspector Morse

AutorAlfredo Álamo el 24 de marzo de 2017 en Divulgación
  • Su creador, Colin Dexter, murió recientemente.
  • Fue uno de los grandes autores ingleses de género.

Típica calle de Oxford junto a la biblioteca Bodleiana.

Reconozco que la primera vez que supe del Inspector Morse fue a través de la magnífica serie de televisión que se emitió durante más de 10 años en la cadena británica ITV. No es que tuviera muchos episodios, ya que fueron adaptando de manera bastante fiel los libros de Colin Dexter, en un formato casi cinematográfico. La excelente interpretación de John Thaw como Morse, siempre al volante de su clásico Jaguar, me cautivó al instante, así como el entorno escogido para la narración: Oxford. Con el tiempo no tuve más remedio que hacerme con las novelas originales y comenzar a leer.

La muerte de Colin Dexter ha sumido en duelo a la escena británica de género negro y detectivesco. Su influencia a lo largo de las últimas décadas, el primero de sus libros apareció en 1975, ha sido más que notable, convirtiéndose en uno de los puntales del género en las Islas Británicas. Amable y cercano, autoras como Val McDermid han hablado de lo mucho que les ayudó en sus inicios.

La creación de Dexter que más éxito y fama le dio fue el Inspector Morse. Sin duda, pocos autores pueden tener la suerte de crear un personaje con tantas facetas, sobre todo en una época cuando lo que estaba más de moda eran los detectives duros y sanguinarios. Morse es todo lo contrario al típico Mike Hammer o incluso Philip Marlowe. Este inspector venía de Oxford, con una educación superior que nunca pudo poner en práctica. Su carencia de ambición política le ha mantenido durante años como inspector. A él lo único que le importa es descubrir la verdad y, en ocasiones, hacer lo justo. No siempre va relacionado con la ley, todo hay que decirlo. Morse era un personaje que no podía ser popular: malcarado, tristón, solitario, alcohólico, terco y poco comunicativo. Pero gustó.

Leyendo a Dexter aprendí cómo un personaje puede tener muchas caras, cómo la autodestrucción no está reñida con las ganas de vivir, y que a veces puedes engañar completamente al lector para poder contar la historia que tienes en la cabeza. Dexter nunca fue un excelente creador de intrigas, muchas veces resolvía las tramas de manera un tanto tramposa, pero era genial con los personajes y el escenario. Su erudición era asombrosa, el trabajo de documentación en cada obra de Morse fue siempre ejemplar. Algo que marcaba la diferencia.

Otra de las cosas que me enseñó -atención SPOILER-, es que en ocasiones hay que dejar marchar a una creación. Aunque nunca le perdonaré cómo se deshace del pobre Morse, tras hacerle beber sin descanso durante 13 libros, muere de cirrosis como siempre había vivido: solo. Lo mismo que hizo varios años después Henning Mankell con Kurt Wallander.

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(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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