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Un día del libro frente a un año de olvido

AutorAlfredo Álamo el 29 de abril de 2016 en Opinión
  • El 23 de abril las autoridades se vuelcan en la promoción.
  • El resto del año sufre de un abandono constante.

Primer plano de un montón de novedades literarias a la venta en un puesto ambulante.

Queda muy bien salir a la calle el día 23 de abril y comprar un libro (y una rosa) en una tradición de lo más interesante y que, sin duda, salva el primer semestre del año para muchos libreros, junto con las semanas de la Feria del libro. Y es que en este corto periodo del año se acumula la mayoría de las ventas de libros no relacionados con el estudio, convirtiéndose en casi la única oportunidad para autores y editoriales para conseguir un éxito, aunque sea tímido.

Para los que no lo sepan, la vida media de un libro cualquiera en una librería viene a ser de unos tres meses antes de que vuelva al temido (sobre todo por los editores) mundo de las devoluciones. Con apenas 90 días de vida, es normal que muchos traten de colocar el libro para el Día del libro o las grandes ferias (que empezaron la semana pasada y que se alargan toda la primavera). ¿Cuál es el resultado? Una saturación de novedades que hace más difícil todavía lograr algo de visibilidad entre la avalancha de títulos que aparecen estas fechas.

Pero claro, la alternativa a estos días de vorágine sería un lanzamiento progresivo de diferentes títulos a lo largo del año, un año en el que, por desgracia, no se presta tanta atención a los libros como estas pocas semanas. La verdad es que el compromiso de las autoridades no parece el mismo cuando están inaugurando la Feria del libro correspondiente que luego cuando hace falta una mayor inversión en bibliotecas, facilidades para editores y libreros o en programas de promoción de la lectura para los más pequeños.

No, el libro tiene su día y gracias. Inmersos en una sociedad donde el número de lectores se estanca -y eso que tampoco es que fuera muy boyante- se busca el éxito de ventas por encima de todo, la industria frente la editorial, rezando para que ese tirón sirva para seguir adelante y sacar otras novedades, mediáticamente mucho menos interesantes. Si el año pasado los grandes títulos a la venta tiraban de nostalgia, este año parece que se repite la fórmula y hay más libros sobre los años 80 y 90. En cuanto al otro filón por el que apuestan las grandes editoriales, es el de los YouTubers, los cuales se lanzan en masa al mundo del libro juvenil con resultados dispares.

¿Son suficientes estos días de acumulación frente a un resto del año en que hay que luchar palmo a palmo por lograr un espacio público? La verdad es que no, y eso que soy de los que disfrutan el Día del libro y la feria con especial ilusión; no puedo dejar de preguntarme cómo sería un año entero del libro.

En realidad casi aconsejaría no comprar nada el día del libro y dejar pasar las semanas, mirando, comparando y esperando las novedades que más os interesan; espaciando las compras, hablando con los libreros, asistiendo a presentaciones. Quizá entre todos logremos que el mercado se equilibre y que muchos autores, ahora casi sin voz, puedan tener su propio espacio sin verse ocultos tras grandes fenómenos cuya fama viene de otros medios.

Alfredo Álamo

(Valencia, 1975) escribe bordeando territorios fronterizos, entre sombras y engranajes, siempre en terreno de sueños que a veces se convierten en pesadillas. Actualmente es el Coordinador de la red social Lecturalia al mismo tiempo que sigue su carrera literaria.

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