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La maravillosa carta de Robert Heinlein a Theodore Sturgeon

AutorGabriella Campbell el 3 de octubre de 2013 en Divulgación

Robert Heinlein

Aunque hoy en día, gracias al éxito de libros como El señor de los anillos o Harry Potter, y a películas de ciencia ficción con grandes efectos especiales, el género fantástico en general goza de una aceptación bastante popular, este es un fenómeno relativamente reciente. Los grandes pioneros de la ci-fi tuvieron que luchar por hacerse hueco en un entorno literario en el que lo fantástico se consideraba un subgénero y, como ocurre en cualquier formación o grupo de personas con gustos minoritarios, se forman vínculos muy especiales de amor y odio. Algo así debía de sucederles a dos de los grandes de la ciencia ficción, Robert Heinlein y Theodore Sturgeon, dos escritores con estilos y temáticas muy distintas, pero unidos por una pasión en común por la ficción especulativa.

En 1962, Sturgeon dio un discurso como invitado de honor en la convención mundial de ciencia ficción de Chicago. En este, narró una anécdota acerca del problema de la página en blanco y de cómo Heinlein lo ayudó a salir de su bloqueo:

“Una vez tuve una racha horrible de sequía creativa. Fue una sequía desesperada, y había muchas cosas que dependían de que yo volviera a escribir. Finalmente, le escribí a Bob Heinlein. Le conté mis problemas; que no podía escribir (tal vez porque no tenía ideas en mi cabeza con las que contar una historia). Y no sé cómo lo hizo, pero en su carta de vuelta me envió 26 ideas para una historia. Algunas tenían una página y media de extensión; otras solo eran un renglón o dos. Quiero decir que eran ideas para historias por las que algunos escritores habrían dado su oreja izquierda. Algunas eran simplemente sugerencias; solo pequeñas pistas, cosas que inspirarían a un escritor, como “el fantasma de un gatito recorriendo la eternidad, buscando un regazo familiar donde sentarse”.

Este Heinlein mecánico, recubierto de cromo, tiene un gran corazón. Le había hablado de mis problemas para escribir, pero no le había dicho nada de mis demás contrariedades, sin embargo, junto a la pila de ideas para historias había un cheque por cien dólares, con una nota escrita a mano que decía tengo la sospecha de que tu crédito anda torcido.

Es muy difícil que palabras como gracias puedan servir para un hombre capaz de hacer una cosa así”.

No sé qué pensaréis vosotros, pero a mí me emociona la idea de que dos grandes de la literatura de ciencia ficción, dos padres de la ci-fi tal y como hoy la conocemos, tuvieran una relación tan productiva. Y tal vez sirva para que muchos veamos a Heinlein, a quien la crítica ha acusado en varias ocasiones (sobre todo tras la aparición de su obra Tropas del espacio) de fascismo y militarismo, con una luz muy distinta. Por otro lado, la carta completa de ideas que le envió a Sturgeon aturde, por la mente tan poderosa que produce, en una sola sentada, una cantidad de preguntas y nociones que tendrían ocupado a un escritor de ciencia ficción durante toda su vida. Podéis leer la epístola completa de Heinlein, traducida por Eduardo López para la revista Cuásar, en este enlace.

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