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Leer con prisas

AutorGabriella Campbell el 5 de mayo de 2012 en Divulgación

Lectura rápida

No sé si habréis oído hablar del speed reading, una forma de lectura que intenta sacar la máxima información de un texto en el menor tiempo posible. Gracias a determinadas técnicas, uno puede sacarle un rendimiento máximo a su lectura, sea ésta profesional, literaria o para estudio. De hecho, muchas empresas animan a sus empleados a utilizar estos métodos, ya que consideran que aumentan la productividad, y organizan conferencias y seminarios donde se imparten clases para aprender a leer rápido. No sólo esto, existen hasta concursos a nivel mundial de lectura rápida (Anne Jones, una de las ganadoras habituales, se leyó Harry Potter y las reliquias de la muerte en 47 minutos y un segundo). Aquí dejamos algunos consejos para los que quieran sacarle el máximo partido de su lectura y disponen de poco tiempo para hacerlo (disponibles en formato infográfico aquí):

  • Mide la velocidad a la que lees: Para empezar, debes saber con qué marcas cuentas. Cronometra la lectura de una página de un libro que no hayas leído antes.

  • Elimina las distracciones. Lo ideal es leer en una habitación tranquila y silenciosa, sin nada que pueda interrumpir tu tarea.
  • Decide qué estás buscando y ajusta tu lectura a ello: Si estás leyendo no ficción, debes determinar si estás interesado en fechas, números, nombres, etc. Si se trata de ficción, tal vez necesites identificar temas, personajes, argumentos, etc. Encuentra lo que buscas y concéntrate en ello.
  • Lee por adelantado: Antes de ponerte a leer en serio, analiza lo que vas a encontrarte. Subraya títulos, marca por adelantado puntos importantes, léete el índice.
  • No releas: Concéntrate sólo en lo que estás leyendo en este momento, resiste la tentación de releer palabras o párrafos anteriores. Esto te ayudará a enfocar la lectura y absorber mayor conocimiento de aquello con lo que estás trabajando. Si es necesario puedes usar una tarjeta o un folio para ocultar el texto anterior.
  • Usa el dedo: Aunque puede parecer una costumbre infantil, usar el dedo para seguir el texto nos ayuda a concentrarnos en la lectura presente, y a no perdernos visualmente dentro del párrafo y la página.
  • No leas en alto en tu cabeza: Muchas veces, sin darnos cuenta, lo que hacemos es una lectura “en alto” dentro de nuestra cabeza, repetimos las palabras que leemos mentalmente (subvocalizamos). Muchos expertos de la lectura rápida aseguran que es una pérdida de tiempo; intenta seguir las palabras con los ojos y no con los oídos.
  • Cronométrate de nuevo: Una vez más, mide la velocidad a la que lees para ver si esta ha mejorado. Repite este ejercicio de una manera periódica para analizar tus resultados.

Por supuesto, leer rápido no implica leer por encima sin entender nada. Generalmente las pruebas de lectura rápida incluyen unas preguntas sencillas de comprensión lectora al final para comprobar que el lector ha comprendido y aprovechado el texto. Hay otras muchas técnicas que pueden resultar muy útiles y complementarias a estas, como la lectura en diagonal o el scanning, pero todas tienen sus detractores y ha habido cierta polémica sobre si realmente pueden alcanzarse las cotas de velocidad propuestas por los profesionales de este tipo de lectura manteniéndose una comprensión lectora adecuada; por otro lado muchos críticos defienden a ultranza el uso de la subvocalización ya que la consideran fundamental para el reconocimiento de palabras. Sin embargo, sí que es cierto que estas técnicas básicas pueden mejorar nuestra velocidad de lectura y, siempre que nos aseguremos de que estamos extrayendo todo lo que necesitamos del texto, pueden producir resultados muy positivos, sobre todo para textos que no leemos estrictamente por ocio o en busca de relajación.

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