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Escritores en la cárcel (III)

AutorGabriella Campbell el 3 de febrero de 2012 en Divulgación

Burroughs

En los artículos anteriores os hablamos de escritores cuyas opiniones políticas los habían arrastrado a la privación de su libertad. En este artículo nos centraremos en otro tipo de delito, como aquellos que se cometen por amor, o por pasión, o simplemente por estar más bebido de la cuenta.

En lo que se refiere a la pasión, no le trajo más que quebraderos de cabeza y problemas con la justicia a escritores como Paul Verlaine u Oscar Wilde. Verlaine recibió su primera carta del poeta Rimbaud en 1871, y en poco más de un año ya había abandonado a su esposa e hijo para fugarse con su nuevo amante. Su relación era conflictiva y muy intensa, y en 1873, en un ataque de celos mientras estaba borracho, Verlaine disparó dos veces contra Rimbaud, aunque no lo hirió de gravedad. El incidente desembocó en el encarcelamiento del poeta simbolista, quien, ya en la prisión de Mons, se convirtió al catolicismo y creó gran parte de su cuerpo poético.

En cuanto a Wilde, sabemos que sus líos con jóvenes de su mismo sexo no le trajeron más que problemas. Animado por su amante, Lord Alfred Douglas, Wilde acusó al padre de éste, el Marqués de Quensberry, de difamación, acusación que se volvió en su contra conforme caían sobre él cargos de indecencia y sodomía. Fue condenado a dos años de trabajos forzados, durante los cuales escribió la larga epístola De profundis, en la que se aleja de manera radical de su anterior apego al esteticismo. Una vez liberado abandonó Inglaterra para no volver: pasó el resto de su vida en Francia, dedicado a la poesía. El tiempo en prisión afectó severamente su ánimo y su salud: murió a la temprana edad de cuarenta y seis años.

Otra historia curiosa, relacionada con el alcohol y la persona amada, es la que incumbe al escritor estadounidense William Burroughs quien, estando en México, disparó y mató a su esposa por error, mientras jugaba a una versión alcohólica de Guillermo Tell. Burroughs se hizo con la ayuda de uno de los abogados más prestigiosos de México, para perderlo poco después debido a la imputación de éste en otro caso independiente. Desesperado, el escritor huyó del país, donde fue condenado a dos años de prisión por homicidio, pena que nunca llegó a cumplir. Lo curioso es que Burroughs había llegado a la capital mexicana precisamente por huir de la justicia estadounidense, que lo buscaba por un caso de tráfico de drogas, delito al que se dedicaba de manera ocasional para pagar su adicción a la heroína.

Éstos no son, ni mucho menos, todos los grandes escritores que han sido encarcelados por un motivo u otro. Otros nombres que os resultarán familiares y que han pasado por prisión son Cervantes, James Joyce, Ovidio, Daniel Defoe o Ezra Pound. Y sí, el ser escritor y expresar lo que nadie quiere oír puede conllevar una pena durísima, pero no todos acabaron en la cárcel por ser adalides de la libertad de expresión. Algunos, simplemente, eran delincuentes.

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