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Lo peor y más trágico de la guerra es la profunda huella que deja a todos aquellos que la sufren. Hay heridas que nunca cicatrizan del todo y que se llevan toda la vida, ni siquiera las nuevas generaciones se libran de su trágico legado. Solo el tiempo cura todos los males y ayuda a empezar otra vez de cero. De eso va ésta novela, enternecedora y emocionante en su sencillez, donde asistimos a la amargura y la nostalgia del anciano que recuerda el pasado, así como a la inocencia de la niña que intenta comprender el mundo a su alrededor, lo cual no siempre le resulta fácil. Lejos de ser un culebrón, es una historia humana y creíble de principio a fin.