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Dios y el estado

Mijaíl Bakunin
Dios y el estado
  • Título original: Dieu et l'etat

  • Editorial: El Viejo Topo

  • Año publicación: 2008 (1882)

  • Traducción por: Margarita Gómez

  • Temas: Filosofía

  • Nota media: 8 / 10 (3 votos)

Resumen y sinopsis de Dios y el estado de Mijaíl Bakunin

La producción capitalista contemporánea y las especulaciones de los bancos exigen, para su desenvolvimiento futuro y más completo, una centralización estatista enorme, que sería la única capaz de someter los millones de trabajadores a su explotación. La organización federal, de abajo a arriba, de las asociaciones obreras, de grupos, de comunas, de cantones y en fin de regiones y de pueblos, es la única condición para una libertad verdadera y no ficticia, pero que repugna a su convicción en el mismo grado que toda autonomía económica es incompatible con sus métodos. Al contrario, se entienden a maravilla con la llamada democracia representativa: porque esa nueva forma estatista, basada en la pretendida dominación de una pretendida voluntad del pueblo que se supone expresada por los pretendidos representantes del pueblo en las reuniones supuestamente populares, reúne en sí las dos condiciones principales necesarias para su progreso: la centralización estatista y la sumisión real del pueblo soberano a la minoría intelectual que lo gobierna, que pretende representarlo y que infaliblemente le explota [...] La ruta viviente concretamente razonada es la ciencia, el camino del hecho real al pensamiento que lo abarca, que lo expresa y que, por consiguiente, lo explica; y en el mundo práctico, es el movimiento de la vida social hacia una organización lo más impregnada posible de esa vida, conforme a las indicaciones, a las condiciones, a las necesidades y a las exigencias más o menos apasionadas de esa misma vida.

Tal es la vasta ruta popular de la emancipación real y total, accesible a todos y, por consiguiente, realmente popular, ruta de la revolución social anarquista, que surge por sí misma del seno del pueblo, destruyendo todo lo que se opone al desborde generoso de la vida del pueblo a fin de crear luego, desde las profundidades mismas del alma popular, las nuevas formas de la vida social libre [...] Nosotros, revolucionarios-anarquistas, defensores de la educación del pueblo entero, de la emancipación y del desenvolvimiento más vasto de la vida social, y por consiguiente enemigos del Estado y de toda estatización, en oposición a todos los metafísicos, positivistas y a todos los adoradores sabios o profanos de la diosa Ciencia, afirmamos que la vida natural y social precede siempre al pensamiento que no es más que una de sus funciones, pero nunca su resultado; que se desarrolla de su propia profundidad inagotable por una serie de hechos diferentes y no de reflejos abstractos y que estos últimos, producidos siempre por ella, pero no lo contrario, indican sólo, como los postes kilométricos, su dirección y las diferentes fases de su desenvolvimiento propio e independiente.

De acuerdo con esa convicción nosotros no sólo no tenemos la intención o el menor deseo de imponer a nuestro pueblo o a cualquier otro pueblo tal o cual ideal de organización social, leído en los libros o inventado por nosotros mismos, sino que, convencidos de que las masas del pueblo llevan en sí mismas, en sus instintos más o menos desarrollados por la historia, en sus necesidades cotidianas y en sus aspiraciones conscientes o inconscientes, todos los elementos de su organización normal del porvenir, buscamos ese ideal en el seno mismo del pueblo; y

como todo poder estatista, todo gobierno debe por su esencia misma y por su situación al margen del pueblo y sobre él, aspirar inevitablemente a subordinarlo a una organización y a fines que le son extraños, nos declaramos enemigos de todo poder gubernamental y estatista, enemigos de toda organización estatista en general y consideramos que el pueblo no podrá ser feliz y libre más que cuando, organizándose de abajo a arriba por medio de asociaciones independientes y absolutamente libres y al margen de toda tutela oficial, pero no al margen de las influencias diferentes e igualmente libres de hombres y de partidos, cree él mismo su propia vida.

Ha participado en esta ficha: Almaga