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En "Santos que yo te pinté" de Julián Rodríguez, el autor sin orden ni concierto alguno se limita a transcribir todo lo que se le pasa por la cabeza, ayudando un poquito a su comprensión, el texto de la contracubierta -que te deja asombrado toda vez que no habías deducido nada de eso de la lectura de la novela-. Si el escritor cree que esto es modernidad, está equivocado. En la cuberta del libro dice que la colección se llama "La mujer Cíclope" y que pretende no hacer distingo entre géneros. Señores: examinen antes de publicar, el contenido de obras de este tipo que denigran, de una forma arcaica, el rol profesional de las mujeres, sin respeto alguno por el género.
Junto con ese libro, se vende "Tríptico". No me ha gustado nada pues es una obrilla donde el autor mantiene una tibia posición confundiendo continuamente al lector acerca de si el narrador es un hombre o una mujer llegando al absurdo de que en la segunda de las historias, cada párrafo pertenece a uno de ellos. Todas las figuras femeninas están definidas por su rol de esposas, madres o novias de un varón, como polillas a la luz (según palabras del propio autor). A sus 42 años el escritor debería valorar más el rol que desempeñan las mujeres ¿o es que todo se lo sigue haciendo su mamá?.
Una historia de amor , contada con el lenguaje de las historias de amor: caótico. Al principio cuesta entenderlo pero todo es cuestión de dejarte seducir por los diversos cuadros de esta historia triste.
Buena edición,cuidada en la forma y el contenido.
Me encanta el diseño de la cubierta de David Sánchez.