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Cuando fui skin

Asís Arana
Cuando fui skin

Resumen y sinopsis de Cuando fui skin de Asís Arana

El joven protagonista pertenece a una familia de clase social media-alta. Estudia en un colegio privado religioso y lleva una vida normal. Sin embargo, su precocidad —tanto física como mental— hará que algunos de sus mayores en el colegio se fijen en él como compañero de juegos y correrías. Encantado con su nuevo estatus empieza a frecuentar unas reuniones en las que se citan extraños personajes mucho mayores que él. El carismático líder del grupo le acoge como protegido personal. Estamos a mediados de los ochenta y el movimiento nacional de ultraderecha está empezando a gestarse. El niño empezará a tener una doble vida, en la que alterna su vida familiar y estudiantil con unas compañías que hacen que se sienta como una especie de “elegido” cuyos rasgos más destacados son la osadía y el atrevimiento.

El día que cumple doce años su “protector” pone a prueba su grado de compromiso exhortándole a destrozar a batazos un cajero automático y él no lo duda. A partir de ahí su vida es el puro vértigo, el abismo. Con trece años pierde la virginidad, y ya ha hecho de todo. Su situación familiar degenera rápidamente. En casa no convive; simplemente deambula provocando todo tipo de tensiones, peleas y enfrentamientos.

Con catorce años celebra una esperpéntica y bárbara ceremonia de investidura su nombramiento como “jefe de patrulla” de la zona de Moncloa con el fin de llevar a cabo “la limpieza” de la misma, como se dice habitualmente en el argot. Los siguientes años se suceden en una espiral de violencia caracterizada por todo tipo de atrocidades y tropelías. No obstante, consigue evitar llegar el asesinato y ser fichado por la policía. La amargura, el aislamiento y la soledad, son los únicos referentes de su vida; y un odio frío y cerval que todo lo impregna.

Desesperados, sus padres intentan apartarle del foco del problema sacándole del colegio para meterle en un instituto público, a cuyos estudiantes despreciará. Al mismo tiempo, contratan los servicios de un guardaespaldas profesional para vigilar sus movimientos, por lo que el chico se ve incomunicado e incapaz de cumplir con sus “obligaciones” ideológicas, haciendo que sus correligionarios consideren que “ha caído en desgracia”.

Entonces tiene lugar lo que será el hito del conflicto: sus compañeros de militancia ponen a prueba su aguante con una prueba insoportable para él y esto, unido al suicidio de su mejor amigo, que no puede aceptar en lo que se ha convertido, harán que empiece a recapacitar.